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Murió Collie, el perro que fue fiel a su su amo hasta en la ausencia

Por Santiago Baraldi.- Lo atacó otro can que le produjo una herida de la que no pudo recuperarse pese a la atención veterinaria recibida.


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El perro Collie era conocido porque hace una década siguió a su amo hasta su última morada en el cementerio La Piedad y allí se quedó para siempre, cerca de la tumba. El popular can falleció ayer, luego de sufrir un paro cardiorrespiratorio y las autoridades de la necrópolis evaluaban cremarlo para esparcir las cenizas en el solar 5, donde se encuentran los restos de su dueño.

“Lo voy a extrañar mucho, a mí era al único al que le hacía fiesta. Se tiraba al piso y me movía la pata para que lo acariciara”, dice resignado Luciano Slavic, administrativo de la necrópolis, quien relató que el animal desde que “llegó no dejaba que lo tocaran; se había vuelto arisco; incluso el hijo del dueño, a las pocas semanas del fallecimiento de su padre, vino a buscarlo pero no se dejaba agarrar. Volvió y se lo llevó a su casa, pero se le escapó y volvió al cementerio”.

Una estatua al “perro fiel”

Desde el Área de Preservación de Patrimonio en Cementerios anunciaron que está en proyecto realizar un homenaje al “perro fiel”, y no sólo a Collie sino a todos los canes con estas características. Es que los trabajadores del cementerio conocieron a lo largo de los años casos de perros que se quedaron un tiempo cerca de la tumba de su amo. La diferencia con todos ellos es que Collie no se fue nunca más.

Los empleados de La Piedad no saben precisar el nombre del dueño de Collie ni la fecha exacta de su llegada. “Mirá, creo que en 2000, 2001, más o menos para ese momento estaba acá. El tema es que su dueño estaba enterrado en el solar 5 y luego lo trasladaron hacia otro lugar y eso lo desorientó; sin embargo, su siesta siempre la hacía en el lugar original. Después se cruzaba Provincias Unidas y se venía a la parte nueva y ya se quedó aquí. Yo hace 17 años que trabajo en el cementerio y es el tercer caso que conozco de perros que acompañan a sus amos y se quedan”, señaló Slavic.

El pasado fin de semana otro perro mordió a Collie y le provocó una herida que, unos días después, sería mortal. Desde entonces quedó echado y no se levantó más. Como el Imusa no tenía vehículo para ir a buscarlo y prestarle curaciones, el lunes se lo llevó un veterinario a su clínica. Pero no fue mucho lo que pudo hacer por Collie, al que también le jugó en contra su avanzada edad. “Al perro agresor se lo llevaron para castrarlo porque ya mordió a un par de personas e incluso corría a la gente de las motos”, agregó Slavic.

Dócil e inteligente

El veterinario Marcelo Cardella opinó en diálogo con El Ciudadano sobre las características y comportamiento de la raza collie y afirmó: “Es más fácil que un humano abandone al perro que el perro a un ser humano, y máxime un collie que es una raza fiel, dócil y muy inteligente. Es común ver a perros que acompañan el féretro, sobre todo en las clases más humildes. Tienen un apego increíble, se crea un vínculo muy fuerte. Huelen el cajón y lo siguen, y en este caso eligió quedarse junto a su amo”.

Collie era el mimado del lugar, porque si bien en la explanada de ingreso al cementerio por Provincias Unidas al 2700 se juntan perros, éste recibía los huesos que le conseguía Luciano Slavic o comida especial que los vecinos dejaban cada semana. “Una mujer venía con la bolsa de granos y dejaba comida en un plato rojo para Collie. Era muy bueno, y como era de raza pura no se llevaba bien con los callejeros… Igual, ya estaba viejo y no sabía defenderse. Se ve que lo atacaron y quedó lastimado. Hoy  (por ayer) me llamaron para avisarme que había muerto, me quedé sin mi compañero de recorrida por las callecitas de La Piedad”, agregó triste quien se ocupó de Collie hasta último momento. 

Arisco, desconfiado

Collie, de pelaje dorado como es característico de la raza, era arisco a las caricias. “No se daba con cualquiera, incluso hubo entidades proteccionistas que vinieron en su momento para poder darlo en adopción pero no se dejaba agarrar. Corría entre los panteones, como jugando, y no había manera de sacarlo. Eligió quedarse junto a su amo en un acto de fidelidad y lealtad que no sé si los humanos la tenemos”, siguió Slavic, mientras señala el lugar donde Collie se echaba a descansar, en un rincón pegadito al ingreso a las oficinas de La Piedad. “Ahí se acostaba. Me esperaba que saliera y me acompañaba hasta los puestos de flores o al sector de enfrente, movía la cola cuando se acercaba a la tumba de quien fue su amo. Si bien el cuerpo ya no está ahí, él elegía ese lugar para dormir la siesta”, concluyó.

Un aporte para cuidar los perros callejeros

Marisa Wyngaard es “bichera” y en el 2009 desde las redes sociales convocó para llevar adelante el Fondo de Ayuda al Callejero (FAC), con el objetivo de que “cada uno ponga el dinero que pueda para crear un fondo para los casos de urgencias por los que puedan pasar los perros callejeros”.

“Una empleada del cementerio me pasó el dato de que Collie estaba herido y el Imusa no contaba con vehículo para trasladarlo; el lunes llamé a mi veterinario de confianza, el doctor Bonino, y él se ocupó. Pero lo encontró muy deshidratado y tuvo un par de convulsiones hasta finalmente falleció hoy (por ayer) de un paro cardiorrespiratorio. Era un animal grande de tamaño y de edad”, explicó.

Wyngaard reivindica el trabajo que el FAC realiza y del que participan más de 500 personas amantes de los animales. Cada uno colabora para solventar los gastos para que un perro de la calle, sin dueño, “pueda ser atendido como cualquier otro”.

“El Imusa no tiene para hacer estudios como radiografías o ecografías, no es un hospital, es un centro de castración. La gente no tiene conciencia de castrar a sus mascotas; en los barrios de la periferia no lo hacen y tenemos que ir casa por casa para explicarles lo importante que es, para que el perro no sea agresivo, para que los vacunen; aún falta mucha educación”, cerró.

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