Florencia Copley
El Tercer Parlamento de Mujeres y Diversidades Indígenas que concluyó ayer en Chicoana, Salta, acordó acciones de urgencia contra la violencia de género racista y las organizadoras informaron que presentarán el próximo 3 de junio, sumándose a las movilizaciones del “Ni Una Menos”, un “exigitorio” al Estado argentino para terminar con las violaciones de niñas, mujeres y diversidades indígenas.
Luego de tres jornadas de intercambios, unas 250 mujeres provenientes de 21 naciones y pueblos indígenas decidieron por consenso tomar una serie de medidas orientadas a poner fin a las prácticas abusivas y violentas con motivos de género y discriminación, a las que calificaron de “coloniales”. Los principales reclamos surgidos del encuentro consisten en que “se declare crimen de odio al «chineo», que se reconozca que no es una práctica cultural sino una práctica colonial sistemática, que se declare imprescriptible, que se responsabilice e inhabilite a trabajar en territorios indígenas a empresas que tengan entre sus empleados a violadores, que se responsabilice, inhabilite y se dé baja deshonrosa a policías, gendarmes o militares que violen mujeres indígenas”.
Otra de las exigencias es que se embarguen los bienes de los violadores, y en este punto la weychafe (guerrera) mapuche Moira Millán, aclaró que no aceptan la palabra “reparación”, porque no se puede reparar el daño provocado por estos crímenes. Por eso, piden el embargo de los bienes de los violadores para asistir a las víctimas de violencia y hacer campañas de prevención.
“Hemos esperado 200 años. Esto es un genocidio y nos vamos a defender”, aseguró Millán. “El 3J marchamos contra la violencia y para decir basta al chineo”, aseguraron las mujeres y travestis trans reunidas en plenario, tras haber pasado toda la mañana del martes compartiendo sus experiencias y las de otras mujeres y niñas que habitan las comunidades indígenas y han sido víctimas de violaciones y abusos sexuales.
Contra la violencia sexual y racista
El Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, organizador de este encuentro que tuvo lugar en una escuela rural de la localidad de Chicoana, ubicada a unos 40 kilómetros al sur de la ciudad de Salta, viene trabajando para concientizar y visibilizar el “chineo”, que describen como “crimen de odio hacia nuestras niñas y niñes indígenas”. Desde el Movimiento, explicaron que “el «chineo» no es una práctica cultural sino una práctica sistematizada colonial perpetrada por hombres criollos hacia nuestras comunidades”.
Lleva ese nombre porque los españoles y luego los criollos llamaban chinas a las niñas indígenas por sus ojos rasgados. Es una violencia sexual persistente a lo largo de los años, donde hombres «criollos» violan a niñas de comunidades originarias. “La palabra «chineo» no surge del pensamiento ancestral indígena, la palabra le pertenece al opresor, al invasor, al criollo violador. Esta palabra tiene una carga racista, misógina y genocida”, enfatizaron las mujeres, quienes eligieron utilizar este término para demostrar la “racialización” de este tipo de violencia de género. Por eso, se decidió trabajar primero en seis grupos, donde las mujeres pudieran exponer sus problemáticas y experiencias en espacios más reducidos, para luego llevar las conclusiones a una plenaria con todas las participantes. Allí apareció el dolor profundo, el llanto, la rabia, la impotencia.
En uno de los grupos “surgió que la mayoría de las mujeres de las que estábamos allí habían sido violadas de niñas”, testimonió una de las participantes. Muchas de ellas contaron los abusos que sufrieron por parte de hombres blancos y también por otros de sus comunidades y en el interior de sus propias familias.
Hablaron de las dificultades que atraviesan las niñas para llegar hasta las escuelas que están alejadas de las comunidades y muchas veces no tienen otra forma de acceder que caminar largos trayectos para ir a estudiar.
“Desde lejos vienen a la escuela, las agarran, las llevan, las violan, las matan”, denunció una mujer guaraní. Durante los intercambios grupales, recordaron el caso de la maestra Evelia Murillo, que fue asesinada el 3 de octubre de 2014 en la escuela-albergue de la misión wichi El Bodabal, en el norte salteño, por defender a una joven de un violador, quien terminó matando a la docente de un disparo de escopeta en el pecho.
Las mujeres también denunciaron las complicidades que se dan muchas veces al interior de las comunidades, donde hombres indígenas, incluso dentro de las mismas familias, abusan de las niñas y jóvenes, sin que estos hechos salgan a la luz. “No queremos más encubridores y encubridoras, porque a veces es el longo o el cacique (autoridades indígenas) y no los queremos exponer”, alertó una mujer mapuche. “Necesitamos hablar de violencia sexual en nuestras comunidades”, reflexionó una travesti trans indígena, quien manifestó que “esta batalla contra la violencia es contra la violencia sexual”, a lo que otra agregó que “es violencia sexual pero también violencia racista”.
Las condiciones inhumanas en que viven las comunidades indígenas
Todas las mujeres y diversidades participantes del encuentro coincidieron en la importancia de trabajar juntas para condenar los diferentes tipos de violencias que sufren y tomar acciones colectivas en este sentido, entre ellas la campaña #BastadeChineo. Millán hizo hincapié en las múltiples complejidades que conlleva “abolir la práctica colonial del chineo” y las violencias hacia las niñas y mujeres indígenas. Millán reflexionó sobre “las condiciones inhumanas” en las que viven las comunidades indígenas en el norte del territorio argentino, la falta de agua, de salud, de acceso a las escuelas y de protocolos en los casos de violencia de género, entre muchas deudas pendientes del Estado con estos pueblos.
La economía autogestiva, la importancia de la comunicación propia, los derechos de los pueblos originarios y la historia del genocidio indígena, también fueron parte del temario de la reunión.
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