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Convenio La Cigarra – Santa Fe Más

Mujeres Arriba, una lucha que continúa en Villa Banana 

Desde febrero de 2021 trabajan en el centro comunitario Comunidad Rebelde más de 30 chicas que producen panificados y comparten sus experiencias. Dos de sus integrantes contaron cómo funciona


Por Carolina Carranza *

En la zona oeste de Rosario, puntualmente en Avenida Presidente Perón al 4600, se encuentra Villa Banana. Casillas linderas a la vía y la mayoría asentadas en terrenos del ferrocarril. Ahí se halla el centro comunitario y asociación civil Comunidad Rebelde donde un grupo de mujeres llamado Mujeres Arriba realiza tareas de cuidado y trabaja en lo colectivo hace más de 3 años.

Ellas construyen y forjan redes a través de capacitaciones en panificación, repostería y narración dirigida a niños y jóvenes del mismo espacio en el que se desenvuelven como madres y, muchas de ellas, jefas de hogar ya que no solo están a cargo de sus hijos sino de proveer y mantener sus casas.

El lugar donde se brindan los talleres es un salón conformado por tres ambientes, donde pueden verse hornos, cocinas y mesas de trabajo pero los mayores protagonistas son los delantales y cofias haciendo juego, de color rojo como si marcaran a fuego un cambio de paradigma. Techos de chapa, paredes rústicas y mucha luz que entran por las ventanas, de fondo un gran limonero y nuevos inquilinos: un gallo y un par de gallinas que son las que dan los huevos para la preparación de los productos.

Antes de la última oleada del feminismo, de alguna manera, Comunidad Rebelde fue buscando la forma de intervenir en la barriada con información de responsabilidad sobre los roles y crianza. Es por esta razón que se dio  un cambio ya que las mujeres se empezaron a independizar buscando para sí espacios de contención y entretenimiento. Sin pensar que además de aprender herramientas de elaboración de panificados, se darían nuevas formas de relacionarse, se generarían redes y hasta harían nuevas amistades.

En esta oportunidad hablamos con Miriam Ramírez actual vecina y participante de uno de los grupos de formación, en este caso de panificación, quien contó cómo se incorporó y qué significa para ella, aprender, formarse y comercializar los productos que realiza con sus propias manos.

—¿Cómo llegaste a Comunidad Rebelde? 

—Antes era un espacio solo de hombres, yo casi no sabía que existía y a las chicas las conocía porque vivimos todas en el mismo barrio y con la mayoría compartimos escuela, centro de salud, la plaza. A la organización la conocí hace cuatro años por intermedio de una amiga que me dijo que ahí se dictaban cursos de panificación. Al principio me dio vergüenza ir, pero un día me animé y me acerqué a preguntar si podía inscribirme. Y así fue como empecé a participar.

—¿Qué significa para vos, Comunidad Rebelde y formar parte de un grupo?

—Comunidad Rebelde no es solo una forma de trabajar,es el compromiso que va más allá de lo que te den a cambio, ahí encuentro un grupo al cual siento que pertenezco, tengo compañeras y amigas que están. Este bien o este mal. Y cuando estoy bajón, voy y mi día cambia. Nos reímos y bailamos además de elaborar panificados, para mi es todo. Me siento en familia, no es un lugar donde sienta que me exijan nada, al contrario, todas nos preocupamos por la otra y estamos pendientes de lo que pasa en el barrio. Hablamos de todo, y sobre todo nos divertimos mucho.

—¿Qué mensaje le dejarías a otras chicas que aún no se animan a participar de este tipo de organizaciones?

—Les diría que no hay nada más lindo que no sentirse sola, que todos los grupos tienen sus cosas, pero aprender y superarse es posible si tenés compañeras que te acompañan en todo. Yo aprendí a hacer pizzas y las vendo en el negocio que tenemos en mi casa con mi familia. Por ahora nadie se quejó (risas).

De casa al trabajo

El cambio de rol de pasar de ser una ama de casa a salir de ella para proveer al hogar es uno de los desafíos más grandes aún hoy para muchas mujeres que, cada una a su tiempo, se animan a desafiar el destino y pasan a ser las que toman el timón de su vida y la redireccionan. Éste es el caso de Romina Salvatierra quien pasó de su labor de madre full time a tallerista de la organización. Ella no solo es una de las que la dirige, sino que tiene a su cargo la tarea de enseñar a más de 35 chicas a producir pizzas, alfajores, panes y todo lo que fue aprendiendo a través de videos de YouTube, googleando recetas y procedimientos de cocción para mejorar sus técnicas. Actualmente se define como referente del lugar y un poco mamá de todas las pibas: “Yo antes ni hablaba, solo acompañaba a mi marido Marcelo Barrios actual Presidente de la Asociación”.

Al hablar de este proceso comentó que primero empezó a alzar la voz diciendo lo que le parecía o no de las cosas que pasaban y así se abrió a participar de las reuniones, capacitaciones y ferias. Poco a poco fue perdiendo el miedo y la timidez. “Ahora hasta habló en público, y es un montón para mí”, exclamó.

“Estar en comunidad es todo, tiene que ver con mi superación personal y con la posibilidad de que mis hijos tengan un ejemplo distinto, hasta me siento un poco psicóloga porque las chicas se desahogan, nos cuentan sus problemas, las contenemos y nos aconsejamos entre todas. Más allá de que soy la que dirige el taller somos todas compañeras y con muchas de ellas tenemos una gran amistad”, confesó.

Las mañanas, los desayunos colectivos, las infancias y el sostén quedan como mensaje al fin de esta nota, donde no solo se nos permitió conocer el interior de un centro comunitario sino el espíritu de lucha incansable de un grupo de mujeres que busca que este trabajo se replique en muchos otros lugares, levantando la bandera de del igual acceso a todos los ámbitos a los que todavía no se ha logrado llegar. Tal vez es un camino escabroso y lleno de obstáculos, pero definitivamente las causas se vuelven razones que motivan a seguir, pero sobre todo y ante todo, para repensar qué mundo queremos dejar a las generaciones que siguen, seguramente no podremos salvar a todos, pero sí forjar cimientos para construir espacios de pertenencia desde los valores y lo genuino.

Convenio La Cigarra – Santa Fe Más

La Cooperativa de Trabajo La Cigarra firmó por segundo año consecutivo un convenio para dictar talleres con el programa Santa Fe Más, que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia. Está orientado a jóvenes de entre 16 y 30 años con el fin de brindarles herramientas que ayuden a la inserción en el mundo del trabajo.

El desafío es grande y se lleva a cabo en tres talleres de un encuentro semanal con personas de todas las edades, quienes fueron seleccionadas por haber transitado capacitaciones relacionadas con la comunicación y el periodismo en las organizaciones sociales de las que dependen.

Carolina en la redacción de El Ciudadano. Foto: Franco Trovato Fuoco.

Los integran alumnas y alumnos de Radio Aire Libre, Radio Qom, el Centro Cultural La Gloriosa, ONG Meraki, Hay Salida, Comunidad Rebelde, Descendientes de Victoria, Alcanzando Sueños y Permanecer. Desde La Cigarra y con periodistas del diario El Ciudadano como talleristas se pensó en brindar un acercamiento al periodismo y la comunicación institucional para que pudieran aplicarlo en cada una de las instituciones por las que transitan y se sienten parte.

Cuando hay ganas todo se puede. A lo largo de estos meses logramos esa reciprocidad de conocimientos que nos da sabiduría y nos dejan distintos textos que nos llenan de orgullo. Por eso, los vamos a ir publicando tanto en la edición impresa como en la web del diario El Ciudadano. Esperamos que los disfruten.

*Integrante de Comunidad Rebelde

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