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Opinión

Mucho anuncio, poca agua

Recientemente, autoridades provinciales anunciaron por enésima vez la “solución” de un problema gravísimo como es la falta de presión de agua en nuestra ciudad. Como el Acueducto Gran Rosario ha sido anunciado tantas veces, valen las aclaraciones que siguen.


Recientemente, autoridades provinciales anunciaron por enésima vez la “solución” de un problema gravísimo como es la falta de presión de agua en nuestra ciudad. Como el Acueducto Gran Rosario ha sido anunciado tantas veces, valen las aclaraciones que siguen.

La falta de agua en Rosario es un problema estructural de larga data que hoy afecta a entre 40.000 y 80.000 familias de Rosario, Granadero Baigorria y Villa Gobernador Gálvez, según la estación y las temperaturas. En este sentido, la planta potabilizadora de Arroyito que abastece al sistema de Assa, que fuera reinaugurada en 1965 para cubrir a 650.000 habitantes, hoy debe suministrar agua a 1.100.000 con redes mucho más viejas que entonces (medio siglo de antigüedad), lo que redunda en mayores pérdidas con el agravante de que se han construido durante todos estos años muchos edificios donde antes vivía una familia.

No hay que ser un experto en la materia para darse cuenta de que la consecuencia natural es que la misma se encuentra absolutamente colapsada.

Desde hace 10 años, la solución definida es la construcción de otra planta. Al respecto, el gobierno del Frente Progresista decidió replantear el proyecto de acueductos que proponía la gestión anterior y poner la nueva potabilizadora en Granadero Baigorria, a la vera del puente Rosario-Victoria, con un acueducto que recorriera la avenida de Circunvalación y así pudiera equilibrar las presiones entre los distintos barrios de la ciudad. Este proceso de planificación le llevó a administración socialista nada menos que sus primeros cuatro años de gestión.

La distribución de agua potable se ha agravado en la última década. Ya no obedece a un problema exclusivo del período estival, sino de todo el año, y por tal motivo la compañía tiene que contratar cubas también en invierno. En suma, no es cierto que en este verano hayamos estado mejor en cuanto a la presión de agua, sino, más bien, que las temperaturas fueron más benignas.

En cuanto al acueducto del Gran Rosario, hay que afirmar con todas las letras que no es una obra, sino una serie de obras la que lo terminarán volviendo operativo: obra de toma (Civil), planta potabilizadota (Etapa I), obra de toma (electromecánica), suministro de energía, cisterna y estación.

Por eso es importante para toda la ciudadanía que el gestor al frente del área de Gobierno sea preciso en la información. En virtud de ello, detallaré una serie de consideraciones que apuntan a esclarecer aquello “no dicho” en los anuncios oficiales: en primer lugar, cuando se dijo que se había terminado la obra de toma, esto no era real.

Se terminó la obra civil pero faltaba la electromecánica y hoy se está haciendo el ducto del río hasta la planta, no el acueducto propiamente dicho que en su primera etapa (sólo hasta la autopista a Santa Fe) recién se licitó en febrero de 2015 con un tiempo estimado de 8 meses que, como todos sabemos, siempre termina siendo mayor. En segundo lugar, cuando en octubre de 2014 el presidente de la empresa, Sebastián Bonet, declaró: “El acueducto se inaugurará el 20 de junio”, exageró a tal punto que terminó faltando a la verdad, ya que para ese momento con total certeza no estará terminada ni la planta, ni el acueducto.

Luego de las poco precisas declaraciones de Bonet, la empresa salió a decir que en junio se realizarán “las pruebas de operación de la planta”, noticia por cierto menos glamorosa pero más ajustada a la realidad.

En tercer lugar, el acueducto del Gran Rosario se planificó y licitó durante cuatro años comenzando efectivamente los trabajos de la planta en 2012. A los pocos meses se suspendieron los trabajos hasta marzo del 2014 por falta de inversión del Estado provincial en el sistema Assa. Recién se reiniciaron los trabajos en abril de ese mismo año después de múltiples denuncias en las audiencias públicas de agua por el corrimiento del Estado de su compromiso con el sistema sanitario. La reiniciación de las obras dos años después, es un dato positivo que no logra tapar el hecho de que miles de rosarinos vieron postergada por años la solución de su problema de carencia de agua por falta de inversión. En cuarto lugar, los tiempos iniciales de esta obra eran de 36 meses y como la misma se retomó en abril pasado, este verano no tuvimos ningún efecto concreto, y en el de 2015-16 sólo se verá parcialmente si es que continúa afortunadamente el ritmo de inversiones.

El acueducto planificado deberá continuar por avenida Circunvalación después de que esta etapa esté terminada para nivelar las presiones de las zonas oeste, suroeste y sur, hasta la estación “E”.

En quinto lugar, las plantas de ósmosis inversa, como la planta compacta de Granadero Baigorria, son remiendos necesarios para un sistema colapsado ante la desinversión en la obra principal pero pésimos indicadores de gestión, ya que ambas iniciativas se desactivarán cuando esté en marcha la obra madre. En suma, se malgastó dinero por no invertir en tiempo y forma en la solución definitiva. Por último, cuando esta etapa esté terminada se le sumarán 6.000 metros cúbicos por hora a los 25.000 que produce la planta de Arroyito, pero faltará mucho todavía para la finalización de la planta en que sus producciones serán iguales.

Además, será fundamental reiniciar las obras de rehabilitación y mejoras de las redes existentes ya que gran parte del agua que producimos en Arroyito –y que produciremos en Baigorria– se termina perdiendo en fugas.

Desde ya que saludamos la reiniciación de las obras del acueducto del Gran Rosario. No obstante, convocamos a mantener después de las elecciones los niveles de inversión de los últimos 10 meses, y no como sucedió en el 2012, donde luego de las elecciones, la inversión en Assa se desplomó (303 millones en 2011 contra 200 millones en 2012).

Aconsejamos a los gestores no tratar de mostrar como un éxito que se está llegando tarde y mal a resolver un problema tan acuciante para la calidad de vida de toda la ciudadanía como la falta de agua. En relación a esto, exigimos que se hagan efectivos los descuentos tarifarios acordes con las falencias del servicio en forma automática y colectiva.

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