País

Una tonelada de ciencia

Montan en la Antártida el primer detector argentino de rayos cósmicos

En febrero terminarán el montaje en la Base Marambio. Es único en su tipo y fue desarrollado íntegramente en el país. Recolectará datos de las partículas cargadas que ingresan a la atmósfera y que son verdaderas "mensajeras del cosmos", con información valiosa sobre el universo


Con información del Conicet

Empezaron en enero y terminarán en febrero: un grupo de investigadores y técnicos instalará en la Base Marambio de la Antártida a “Neurus”, un detector de rayos cósmicos de características únicas que fue desarrollado y fabricado en la Argentina. El equipo pesa más de una tonelada y ocupa una superficie de dos metros cuadrados. El lugar de instalación tiene un por qué: en la Antártida las partículas cósmicas cargadas ingresan con mayor facilidad al entorno espacial de la Tierra debido a la distribución del campo geomagnético. Allí se pueden observan mayores flujos y recolectar más información que en regiones ecuatoriales.

Los rayos cósmicos son mensajeros de objetos galácticos o extragalácticos. Incluso, hay partículas espaciales que tienen información –si se la sabe decodificar– acerca de lo que pasa en nuestro sistema solar y en el Sol.

“Ahí es donde se fusionan la astronomía con la física del espacio y en donde en nuestro proyecto nos interesa entender el flujo de rayos cósmicos, su variabilidad y su vínculo con las condiciones del viento solar y la actividad solar”, explicó el doctor Sergio Dasso, investigador principal del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (Iafe). También es profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Trabaja en los departamentos de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos y el de Física. Es el líder del proyecto del detector de partículas, desarrollado íntegramente en el Iafe.

Una de las principales ventajas que tiene el equipo respecto de otros es que se puede discriminar energía, no solamente contar y caracterizar cuantas partículas por unidad de superficie y por unidad de tiempo están llegando a la superficie de la Tierra, sino que, además, se pueden clasificar bandas de energía. “Eso nos va a permitir avanzar en el conocimiento significativamente respecto a lo que hoy se conoce”, dice Dasso.

La información que mida el detector es almacenada localmente en varios discos rígidos de gran capacidad. Una síntesis de esos datos, que procesa un programa de computación, será transmitida en tiempo real en los servidores del Iafe para que esté a disposición de la comunidad al instante.

El equipo de científicos está integrado por los físicos Adriana Gulisano, del Instituto Antártico Argentino, y Sergio Dasso, el experto en electrónica y mecánica Omar Areso, y el especialista en computación Matías Pereira. En la primera etapa, colaboraron además investigadores del Centro Atómico Bariloche que participan en el Observatorio Pierre Auger.

Ciencia en la Antártida

“Las aplicaciones de este detector son múltiples, en particular hacemos investigaciones en ciencia básica en conjunto con el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y de los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Realizamos una caracterización del efecto que tiene la atmósfera sobre esta cascada de partículas que se desarrolla a partir de los rayos cósmicos primarios que vienen del espacio exterior. Finalmente, observamos los flujos de partículas secundarias. Por otro lado, los datos al estar operativos en tiempo real son muy importantes para monitorear las condiciones de la meteorología del espacio. “Esto tiene que ver con el Clima Espacial y este monitoreo que vamos a reportar desde Argentina va a ser relevante para determinar si los niveles de radiación son razonables o muy altos y si es necesario tomar decisiones en el reruteo de vuelos o la cancelación de vuelos polares, por ejemplo”, afirmó Sergio Dasso.

También por la salud de los satélites

En Argentina hay varios satélites y las condiciones de la meteorología espacial también pueden llegar a influir en el daño que sufren los mismos por incrementos en los niveles de radiación.

“Entonces, el monitoreo que vamos a lograr en tiempo real en la Antártida va a colaborar para caracterizar esas condiciones, sostuvo Dasso. Y agregó: “Estamos muy entusiasmados porque vamos a instalar y realizar las primeras mediciones de un equipo que fue completamente desarrollado en Argentina en un marco latinoamericano”

El proyecto está enmarcado en una colaboración latinoamericana llamada Lago, por su sigla en inglés Latin American Giant Observatory que es un spin-off del Observatorio Pierre Auger en Mendoza.

El detector que se monta en la Antártida tiene la misma tecnología que los de superficie: se llena un recipiente de agua, y cuando pasa una partícula relativista con carga eléctrica, el recipiente se inunda de luz debido a un efecto que se llama radiación Cherenkov en agua. Esa luz se detecta con un amplificador de la señal, un fotomultiplicador que logra incrementar la cantidad de fotones incidentes y la transforma en una señal electrónica que se puede registrar y almacenar en una computadora.

 

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