Economía

Panorama económico

Mirando al norte, de espaldas al Pueblo: crece el comercio exterior, se consolida el subdesarrollo

Este año se batiría el récord histórico de exportaciones, con más de 90.000 millones de dólares (superior a los 82.900 millones del año 2011), pero los índices de pobreza, indigencia y desempleo publicados por el Indec demuestran que el 60% de la población sufre graves problemas económicos


Rodolfo Pablo Treber

 

Fundación Pueblos del Sur (*)

 

Especial para El Ciudadano

 

Al mismo tiempo que en la Bolsa de Rosario celebran que este año se batiría el récord histórico de exportaciones, más de 90.000 millones de dólares (superior a los 82.900 millones del año 2011), los índices de pobreza, indigencia y desempleo publicados por el Indec demuestran que el 60% de la población sufre graves problemas económicos. Repasamos algunas cuestiones claves que consolidan y profundizan esta injusta y absurda realidad.

En la cúpula tripartita compuesta por Sergio Massa, Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, el gobierno del Frente de Todos parece haber encontrado un punto de equilibrio y consenso detrás de los principios del programa económico neoliberal impuesto por el FMI.

En pocas palabras, este modelo supone un crecimiento económico de la Argentina en base al aumento de sus exportaciones primarias con escaso valor agregado (granos, cereales, forraje, energía, minería, alimentos). Pero lo más importante que explica el verdadero objetivo político del interés y la promoción extranjera sobre este modelo, es el método por el cual se logra este crecimiento y sus nefastas consecuencias sociales.

En primer lugar, todo país del mundo tiende a comerciar de manera equilibrada en dólares con su contraparte, para que esa relación no genere insuficiencia de divisas en su economía. A modo de ejemplo, si el país “X” le vende 100 a “Y”, este último negociará para venderle otro producto en la cantidad suficiente para que alcance una cifra aproximada a esos 100. A groso modo, de esta manera funciona el mundo de las relaciones comerciales bilaterales. Por lo tanto, cuando la Argentina busca acrecentar sus exportaciones de materias primas al mundo, en simultáneo abre sus puertas al ingreso de otras mercaderías que, en su enorme mayoría, son productos manufacturados de origen industrial.

Así, el mercado interno argentino se inunda de productos extranjeros que compiten con el desarrollo de la industria manufacturera local. Pero es imposible, para una empresa que recién comienza a producir, o para cualquiera preparada para abastecer un número de pobladores acotados, mejorar las condiciones de gigante transnacional del mercado global (toda industria nace y crece a partir de la protección de mercado). Como resultado, mientras que la Argentina acrecienta sus exportaciones y el ingreso de divisas, también aumenta el egreso de las mismas por importaciones y ve debilitada su posibilidad de generar trabajo genuino y de calidad.

Seguimos con los ejemplos: si la Argentina vende 100 millones de dólares en porotos de soja al extranjero, en su cadena de producción emplea a menos de 200 trabajadores. Sin embargo, cuando por el mismo importe Argentina compra un buque al extranjero, en el astillero y empresas proveedoras del país de origen se emplean a 3.000 trabajadores. El resultado de la relación comercial es una igualdad en divisas, pero un quebranto exponencial en puestos de trabajo.

En segundo término, para acentuar el énfasis exportador, se implementa una política de debilitamiento del mercado interno con el objetivo de bajar el consumo local que permita aumentar los saldos de producción disponibles para la exportación. Esto se lleva a cabo a través de la liberación y dolarización de los precios de bienes y servicios de la economía doméstica, y se complementa con una constante pérdida de poder adquisitivo mediante un proceso inflacionario que supera los aumentos salariales. En otras palabras, el ajuste es una parte fundamental de la política dirigida al aumento de las exportaciones y la inflación es funcional a ese objetivo, no es un error, ni un efecto no deseado.

Para finalizar, y como si todo el resto no fuera suficiente, mediante gobiernos alineados al interés extranjero (el anterior de Cambiemos, pero éste del Frente de Todos también) se aplican estafas, que algunos llaman “deuda externa”, a fin de justificar el ajuste fiscal y estrangulamiento del mercado interno que el modelo exportador requiere.

En definitiva, aunque presenten estas como grandes noticias, mientras más crece el comercio exterior, más se consolida el subdesarrollo de la economía.

En 1980 las exportaciones totales de la Argentina sumaban 8.000 millones de dólares mientras que el trabajo formal, en blanco y con todas las de la ley, alcanzaba al 77,4% de la población económicamente activa (PEA). Luego de 42 años de modelo agroexportador, las exportaciones crecieron más de 1.000%, (se estima más de 90.000 millones en 2022), mientras que el empleo cayó sistemáticamente hasta el 40% actual. A su vez, en el mismo período, se triplicaron la pobreza, la indigencia y el desempleo.

Como se puede observar, el enorme aumento de divisas no se tradujo en desarrollo económico y social, sino que, por el contrario, la apertura de importaciones, que viene de la mano con las empresas transnacionales del sector exportador, ocasionó que la ocupación formal cayera drásticamente. Gran beneficio para unos pocos, en perjuicio de la gran mayoría del pueblo argentino.

Sumado a esto, y dado que el sector exportador, que dirige, acopia, distribuye y comercia la producción local, está compuesto en un 90% por compañías transnacionales, las exorbitantes ganancias finalizaron, finalizan y finalizarán fuera de nuestro país (fuga amparada por la ley de inversión extranjera vigente).

Dar la vuelta, ponerse de frente al Pueblo y la Patria argentina, requiere volver a administrar el comercio exterior, proteger el mercado interno, volver a recuperar al Estado como vector principal del desarrollo productivo, administrar nuestros recursos financieros hoy parasitados en la especulación, y estar dispuesto a enfrentar el conflicto político que todo esto conlleva.

La única manera es con, y de cara al Pueblo, que la propia historia nos demuestra que, si se gobierna para él, banca y se hace presente con una fuerza inconmensurable.

 

(*) fundacion@pueblosdelsur.org

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