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Millonario y mendigo

River impuso presencia, actitud y garra y se quedó con el derby por 1-0 ante un Boca pobre y desdibujado.

River se rehabilitó de su mal momento y se adueñó del superclásico ante Boca por 1 a 0, un resultado justo, pero que no refleja la clara superioridad del equipo millonario que si no fuera por el arquero Javier García podría haber sacado una diferencia mayor.

El partido significó el buen debut de Juan José López como técnico del local y el casi seguro alejamiento de Claudio Borghi como entrenador auriazul.

 

Jonatan Maidana, un ex Boca, marcó de cabeza el único tanto del clásico y quebró una racha de siete partidos sin triunfos para River (cinco empates y dos derrotas).

 

Para River la victoria representa una mejoría en la tabla de promedios, más allá de que siga en zona de Promoción, pero fundamentalmente actuará como un envión anímico importante.

 

En tanto, en Boca la derrota agudizará una crisis que sólo podía disimularse con un triunfo en el Monumental. 

 

Juan Román Riquelme, de quien se dudaba su participación en el clásico, jugó sólo la primera etapa, aunque en realidad lo suyo duró

apenas 7 minutos, momento en el que pidió el cambio porque se resintió de una lesión. Borghi lo dejó en cancha todo el período.

 

La actitud de los jugadores de River, en especial de los juveniles Roberto Pereyra y Erik Lamela, fue decisiva para que River manejara tácticamente el desarrollo, ya que estos aprovecharon la espalda de Jesús Méndez y la flojedad en la marca de Christian Cellay para desbordar seguido por la izquierda.

 

El cambio de esquema que planteó Borghi con cuatro defensores no dio resultado y seguramente será el pasaporte de salida del técnico, que allá por la tercera fecha había dicho que si se cambiaba el dibujo era porque se había cambiado el entrenador.

 

River demoró en llegar al gol porque el arquero visitante Javier García evitó la caída de su arco con estupendas atajadas ante Mariano Pavone, Erik Lamela y Walter Acevedo.

 

Boca, con Riquelme “herido”, fue nulo futbolísticamente y abusó del pelotazo aéreo, un recurso que hace estéril cualquier análisis del juego. Con Mouche poco preciso y Palermo fue presa fácil de la zaga millonaria y Carrizo fue un espectador más. 

 

Si en el primer tiempo fue el momento de los jóvenes de River, el segundo fue el de los más experimentados. Maidana cumplió con su promesa y con un cabezazo abrió el marcador a los 8 minutos (Matías Caruzzo perdió la marca), y desde allí la solidez del fondo local y la presencia de Matías Almeyda en el medio juego fueron más que suficientes ante un Boca vacío de fútbol y temperamento.

 

Pereyra y Acevedo, a los 11 y 34 minutos, pudieron aumentar pero ese River ya era entonces un equipo más cauteloso, como temiendo que los malos recuerdos ante Boca se hicieran otra vez presente.

 

El reemplazante de Riquelme, Cristian Chávez, con dos remates desde fuera del área a los 23 y 43 minutos, fue la única presencia  ofensiva de un equipo ya vencido que tocó fondo y de ahora en más deberá pensar en el 2011, seguramente con otro entrenador.

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