Últimas

Miles de fieles renovaron su fe en el santo del trabajo

Por: Agustín Aranda. La plaza Libertad desbordó, en una homilía a cargo del arzobispo José Luis Mollaghan.

Miles de fieles –agradecidos y solicitantes– se reunieron ayer desde temprano, como cada año, en la iglesia de San Cayetano, ubicada en Buenos Aires al 2100, para rendir homenaje al santo del trabajo. Como es costumbre, los alrededores de la zona delimitada por Juan Manuel de Rosas, Mitre, Riobamba y Pasco se llenron de vendedores de espigas de trigo –símbolo característico del santo, con valor de venta de 2 pesos– y distintos relicarios, entre otros, estampitas, rosarios, cadenitas con la imagen del santo, y hasta llaveros. Desde las 0 horas hasta las 6 de la mañana el templo estuvo abierto a los fieles que formaron largas colas para participar de las tres misas que se llevaron a cabo desde las 12.

Alrededor de las 15, el distintivo olor a mirra, incienso ceremonial católico, otorgó el clima perfecto en una tarde templada y soleada para la habitual procesión de la imagen desde la iglesia hacia la plaza Libertad, ubicada en Sarmiento e Ituzaingó. Llevada entre 8 personas, cuatro de cada costado, que rotaban a la razón del gran peso, la figura adornada a con margaritas llegó a la plaza seca. Allí se encontraba instalado un altar desde donde el arzobispo José Luis Mollaghan ofició la homilía por el santoral que se extendió hasta las 17. Durante el cierre de la ceremonia, una repleta plaza Libertad coreó versos del cancionero “Junto a San Cayetano rezamos por la paz, el pan y el trabajo”, a la vez que agitaban pañuelos blancos y algunos con vivos amarillos.

La figura de San Cayetano, única referencia visual para todos los asistentes, desfiló nuevamente hacia la iglesia que lleva su nombre mientras una propaladora emitía canciones y consignas relacionadas al santoral. En ese momento, un grupo menor de fieles se dispersó mientras que una voluminosa masa creyente acompañó a la estatuilla al edificio sacro, que alojó desde las 18 hasta las 22 una misa por hora y las confesiones de los fieles.

La Municipalidad de Rosario organizó un operativo para acompañar la festividad coordinado por la Subsecretaría de Prevención y Seguridad Ciudadana, en el que participaron las áreas de Control Urbano, Guardia Urbana, Dirección General de Tránsito, Inspección General y Defensa Civil.

En todo el país

A nivel nacional, la fiesta cristina reunió a miles de creyentes en San Cayetano. En la ciudad de Buenos Aires el evento central fue la misa en el santuario del barrio de Liniers presidida por el cardenal Jorge Bergoglio. Los fieles, quienes esperaron desde el viernes para ingresar, comenzaron a entrar medianoche, cuando se abrieron las puertas del templo, a desfilar frente a la imagen del patrono de los trabajadores. El altar fue montado en un escenario sobre la vereda del templo, por la cantidad de personas que participaron de la misa y para que la celebración religiosa no afecte la circulación de los devotos dentro del edificio. “No estamos hechos para ser consumidores de espectáculos ajenos sino para ser, cada uno, protagonista de su propia vida”, les dijo a los fieles Bergoglio durante la homilía central de las 11 de la mañana. En ese ámbito, convocó a la paz e instó a los fieles “a salir convertidos en hombres y mujeres que ponen paz en medio de una ciudad agresiva y violenta”. En el momento de la bendición, además de las espigas de trigo y de las imágenes del santo, muchos devotos levantaron sus manos para ser bendecidas, y algunos levantaron llaves de casas y autos y fotos de familiares.

“Esta es una nueva muestra de religiosidad popular que reafirma el amor del pueblo a Dios, esto trasciende cualquier coyuntura política, es una manifestación de amor”, dijo Bergoglio a Télam. En la ciudad de La Plata, miles de devotos marcharon ayer por la capital provincial bajo el lema “con trabajo digno cuidamos la vida”.

Comentarios