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Microcréditos: en Rosario ya totalizan unos 750 mil pesos

Por Guillermo Correa.- Los concede el Banco Popular de la Buena Fe a quienes no acceden a los préstamos formales. Así funcionan.


Desde que arrancó el año, un total de 750.000 pesos que llegan desde la Nación están pasando a manos de los sectores más vulnerables de Rosario, y a la vez están siendo devueltos. Esas son las cuentas de la sección local del Banco Popular de la Buena Fe, una red de 15 instituciones que hasta ahora venían recibiendo 10.000 pesos cada una para aplicarlos en la economía social y que con el arranque de 2012 dieron un salto categórico: a cada una se le está entregando ahora cinco veces más, es decir 50.000 pesos. El “Banquito” –como se lo conoce–, que ya tiene presencia en Rosario, en la región y también en el centro-norte de la provincia, se constituyó en el país siguiendo el ejemplo del que tres décadas atrás ideó y puso en marcha el economista bengalí Mohamed Yunus. Y éste consiste, mal y pronto, en prestar plata a quien nadie presta y jamás nadie prestaría. La tasa de devolución, que superó el 90 por ciento dejando muy atrás a la banca comercial, dio características revolucionarias al sistema. Y la multiplicación, gracias a la impensada cifra de retorno, de lo que se dieron a llamar “microcréditos” en su país y en todo el planeta, le valieron a Yunus en 2006 el premio Nobel. Pero aunque el modelo generó un proceso de recuperación y crecimiento únicos, no torció una paradoja: en lugar de concederle el de Economía, le dieron el Nobel de la Paz.

Espejo de lo que Yunus llamó Banco Grameen, la primera entidad financiera cuyo fin exclusivo es dar acceso al crédito a personas que no calificaban para un préstamo bancario tradicional y con poco más que el compromiso de palabra de restituirlo como garantía de devolución, en la Argentina la iniciativa está a punto de cumplir una década de existencia: arrancó como “Bancos del Pueblo” en setiembre de 2002, en medio de la peor crisis social, económica y política en décadas. Desde entonces, no pocas cosas cambiaron, pero el Banquito permanece. Más aún, según sus responsables locales, es una de las principales herramientas para entrar en territorios donde la inclusión no llegó, y sigue lejos.

Desde 2007 la unidad que coordina el área Rosario es el Centro de Estudio “El futuro tiene historia”, que funciona en tándem con la Biblioteca Popular “La memoria de nuestro pueblo”. Ambas instituciones son las encargadas de abrir el juego a otras 15 entidades, entre ellas clubes barriales, centros de jubilados, vecinales, bibliotecas populares, asociaciones y cooperativas, que están distribuidas en toda la superficie de la ciudad: en el CMD Centro funcionan las dos unidades coordinadoras y tras ellas aparecen 3 en el Norte, 4 en el distrito Noroeste, 3 en el distrito Oeste, 2 en el distrito Sudoeste, y las últimas dos en el distrito Sur.

Esas 15 instituciones son las que se encargan de toda la dinámica de los microcréditos, es decir que evalúan los proyectos, llevan adelante un proceso de formación a sus miembros, coordinan su puesta en marcha, y se encargan del seguimiento. También recopilan los comprobantes de cada gasto efectuado y cobran las cuotas. Para ello, cada uno de los centros cuenta con promotores que a su vez recibieron capacitación de parte del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación no sólo en administración de emprendimientos productivos, sino en una serie de disciplinas, incluida historia nacional y latinoamericana.

“Se lleva adelante lo que llamamos un fortalecimiento de actores territoriales. Está destinado a aquellos que tienen intención de iniciar un trabajo social en su barrio: se capacitan en lo administrativo, contable, técnico y productivo. Pero además, a la capacitación incorporamos un curso –200 años de historia argentina– con un material que editó Norberto Galasso: son diez videos con un paso por toda la historia, rescatando además cosas que fueron muy deformadas por la «historia oficial», comenzando por el mismo «descubrimiento» de América”, apunta el titular en Rosario de la Dirección Nacional de Migraciones, Daniel Zárate.

El funcionario es a la par uno de los fundadores del Centro de Estudios “El futuro tiene historia”, asociación civil que coordina junto a la Biblioteca el capítulo local del Banquito.

Zárate explica a El Ciudadano que la mecánica que se aplica en Rosario es prácticamente similar a la que hace 30 años comenzó a aplicar Yunus en Bangladesh. Con una diferencia: en su historia y a medida que se fue extendiendo, el Banco Grameen –hoy un gigante con 2.200 sucursales y 19 mil empleados– también fue objeto de denuncias por casos de explotación de familias pobres en las cobranzas de los microcréditos.

“Es un crédito y no un subsidio. Lo tienen que devolver”, recuerda Zárate, pero marca la distancia entre el Banquito local y el ya “bancazo” internacional, “Puede ser que tengan éxito en el emprendimiento, o no. Y no se los puede condenar dos veces”, explica, puntualizando que la experiencia busca incluir y no expulsar.

Como dato, cuenta que Rosario la tasa de devolución viene en crecimiento, pero se ubica en un 60 por ciento, bastante menor a la del Banco Grameen, que se ubica por encima del 90, y cercana al ciento por ciento. Empero, describe que de igual modo cada proyecto es presentado y seguido minunciosamente por coordinadores y debe responder a la unidad local y a la regional “con presupuestos o facturas de cada gasto”.

Con todo, la presencia del Banco Popular de la Buena Fe sigue funcionando como motor de proyectos de pequeña escala, pero también –y acaso más–como palanca para fortalecer emprendimientos existentes, y a los que les falta “un cachito” para pasar a ser considerados rentables. Y para lograrlo pueden acceder a la propuesta: “Un mecanismo crediticio sin las trabas tradicionales, es decir los requisitos que debería cumplir una persona para llegar a una banca normal, como antigüedad laboral, garantías, propiedades, etcétera”, marca Zárate.