Ciudad

Resurreción

“Mi esfuerzo está puesto en recuperar el capital humano”

El neonatólogo Néstor Herrera dirigió la maternidad del Italiano por 36 años. En diciembre lo echaron, y ahora lo convocaron.


A partir de la intervención judicial sobre la administración del hospital Italiano, actualmente conformada por un triunvirato de profesionales designados por cada colegio –Médico, de Abogados y de Ciencias Económicas– se anunció la reapertura de la sala de maternidad, luego de permanecer cerrada por una semana, a cargo de quien fuera su director durante más de 30 años, el doctor Néstor Herrera. Médico neonatólogo, empezó a trabajar en noviembre de 1978 en la sala que llegó a convertirse en una de las más prestigiosas de la ciudad y del país. En diciembre del año pasado fue –“Impunemente”, sostiene– cesanteado, tras reclamar el pago adeudado de sus honorarios. A casi un año de aquel episodio, y en medio de una situación de quiebra y vaciamiento que llegó a la Justicia, Herrera volvió a ser convocado para una tarea poco sencilla: garantizar las condiciones de la reapertura de la maternidad del nosocomio.

“Mi único objetivo es colaborar para que se abra la sala y aportar al hospital, pero estoy muy preocupado”, señaló Herrera mientras describía la escasez de recursos humanos disponibles y la dificultad para convocar a ex médicos y enfermeros a sumarse al nuevo proyecto. Por eso, ante los auspiciosos anuncios de reapertura con transparencia de gestión, Herrera se mostró cauteloso: “No hay fecha de reapertura. La voy a poner yo en base a las condiciones que tenga, en bien de los chicos y los trabajadores”, marcó.

Nacido en Salta –y con un acento que aún conserva– Herrera llegó “obligado” por su padre a Rosario para estudiar medicina: quería seguir esa carrera, pero en La Plata, donde iban sus amigos. Al fin hizo la carrera y más: luego de un intento fallido por radicarse en la Patagonia, decidió quedarse en la ciudad para desarrollar la neonatología.

Su estilo informal –que acompaña con el aroma de las hojas de coca que “picha” mientras habla– contrasta con la imagen estereotipada del doctor de ciudad. Antes de dirigir una de las maternidades más grandes de Rosario, “el Chango” Herrera, como él mismo se nombra, trabajó en varios sanatorios y hospitales, incursionó en la función pública por unos meses e incluso ejerció como enfermero en su época de estudiante hasta que lo despidieron –“¡Por comunista!”, cuenta con asombro– cuando él se crió y sigue siendo peronista.

Hace una semana regresó a Rosario, luego de haber pasado varios meses trabajando en el Ministerio de Salud de Formosa, convocado para hacerse cargo nuevamente de la maternidad del Italiano. El dolor por su injusto despido y por el reciente cierre de la sala resuena en cada palabra de Herrera, quien no deja de lamentar la situación, pero igual convocó  y alentó a sus compañeros médicos a regresar para trabajar en un nuevo proyecto. “Mi esfuerzo está puesto en recuperar el capital humano”, dice, mientras en Entre Ríos y Virasoro un candado mantiene cerradas las rejas de la entrada principal de la maternidad.

—¿Cuál fue el motivo por el que lo despidieron?

—Me despidieron con total impunidad el 3 de diciembre de 2014, después de haber trabajado 36 años y haber desarrollado la neonatología y hacer investigación experimental en la sala del hospital. Me despidieron para hacer callar al resto, para que nadie reclame. Me debían dos años de honorarios, por lo que hice reclamos escritos para que me dieran los elementos necesarios para atender y que me pagaran el trabajo a las autoridades que estaban en ese momento, (Pablo) Melvin y (José) Drovetta. Hice una demanda judicial y la jueza dictaminó a mi favor para que me paguen mensualmente la cantidad solicitada de 32 mil pesos. Me pagaron desde junio hasta diciembre y me echaron formalmente, para que no se reclame más. Desgraciadamente nadie salió en mi defensa, no hubo gremio ni compañeros de la institución. Después de 36 años me quedé sin mi único trabajo; era una decisión personal trabajar en un sólo lugar para dedicarme a los pacientes.

—Usted contaba con gran experiencia y trayectoria, y este año estuvo trabajando en Formosa, ¿Qué hizo allí?

—Gracias a una conexión política con el ministro de Desarrollo Humano de Formosa, del que forma parte el Ministerio de Salud, en septiembre empecé a trabajar en la formación de recursos humanos y desarrollo de la investigación. Ahora estoy yendo una semana por mes hasta marzo, fecha en la que existe la posibilidad de quedarme un año trabajando, pero se condiciona con la reapertura de la sala.

—¿En qué condiciones se encuentra la maternidad del hospital después de la intervención?

—Estoy trabajando en la reapertura de la sala, lo cual no puede hacerse de un día para el otro, por el daño que hizo la administración anterior. Ante la intervención planteé que restituyeran mi cargo, que tenga garantías de que el personal va a cobrar su salario, que haya material para trabajar y que cobre mis honorarios. Pero si esas condiciones no están garantizadas no va a abrir la sala. No tengo fecha de reapertura porque depende de los recursos humanos. A pesar de que en su mayoría es gente que yo he formado, el daño fue tal que no quieren saber nada con volver.

—¿Cómo se sintió al ser nuevamente convocado para estar a cargo de la maternidad?

—Me convocan de nuevo porque se cerró la sala, para ver si lo puedo arreglar. El personal me recibió bien, pero si sala hubiera seguido abierta, “el Chango” no volvía. No es un problema de dinero el mío, estoy haciendo un esfuerzo para ver si puedo aportar y acompañar al personal para que no se queden sin trabajo. Mi preocupación es que no cierre el hospital. La apertura de neonatología y obstetricia es muy importante para las instituciones porque es una fuente de ingreso rápida. La nueva administración está trabajando desde el miércoles pasado, hablando con la gente. Mi único objetivo es colaborar para que se abra la sala y aportar al hospital, pero estoy muy preocupado. Sería importante que los compañeros médicos entiendan que ya no está más la otra dirección.

—¿Cómo vislumbra el futuro del Italiano y cuáles son las principales necesidades para que abra la sala?

—Estoy muy preocupado. Tengo un listado de 16 personas que han trabajado acá y que conozco y estoy dedicado a convocarlas para reabrir. La sala está equipada, el problema es el recurso humano tanto de enfermería como de médicos. Se trabajaba con dos médicos por día y no consigo que vuelvan. El resultado de la neonatología depende mucho de la enfermería en más del 70 por ciento, pero quedamos con mucho menos personal. Actualmente quedaron tres médicos de guardia porque son los únicos que están en relación de dependencia. En la sala se necesitan mínimo siete médicos y dos o tres enfermeras por turno, es decir entre 14 y 20 en total. Las principales dificultades las tengo con los médicos que tienen otros trabajos y no quieren volver.

—¿Cuáles fueron los motivos por los que se llegó a esta situación de crisis?

—Yo entré acá en noviembre de 1978, en abril del año siguiente se puso la primera sala de neonatología en Rosario y el primer respirador que se puso fue acá, antes que en Buenos Aires, y que se haya cerrado ahora es algo increíble. Son responsables las autoridades, espero que alguna vez alguien juzgue y denuncie porque han hecho un gran daño, 800 personas dependían de la institución. La persona que se quedó como conductor después que yo me fui ahora está con parte psiquiátrico. Se empezaron a ir los médicos de guardia y a renunciar porque estaban disconformes con la manera de trabajar. El personal no tiene contrato, salvo los servicios tercerizados como laboratorio o rayos. En el hospital dejaron de pagar, una de las condiciones de la intervención es que retomen los pagos. Este mes sólo pagaron un 10 por ciento del sueldo.

—La maternidad siempre se caracterizó por ser muy prestigiosa y reconocida, ¿Cómo funcionaba antes del cierre?

—El hospital tenía un promedio de 200 partos por mes y en la sala de neonatología entraban entre 40 y 50 niños, de los que un 30 por ciento eran derivados de otros lugares y un 70 del propio hospital. Era la sala más grande que estaba funcionando, con un promedio de 18 ó 20 chicos internados en forma diaria y con una capacidad máxima autorizada de hasta 25 ó 26 pacientes. Tenemos investigación experimental en este hospital, algo que en otras instituciones no se puede hacer. Esto es una asociación civil sin fines de lucro, el dueño es la comunidad, por eso debería ser mejor administrada para que los trabajadores cobremos en forma adecuada. Era una maternidad y neonatología de calidad y referencia en la región, va a costar revertirlo, creo que el cierre fue dañino.

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