José Odisio
Lionel Messi encandila, hipnotiza, genera admiración y provoca emoción y lágrimas. El mejor jugador del mundo decidió cambiar de aire y es feliz en una MLS revolucionada con su presencia. Cada paso del crack rosarino provoca un temblor difícil de medir. Y mientras se suma al seleccionado argentino de cara al inicio de las Eliminatorias, el jueves ante Ecuador, le puso magia una vez más a la pelota y deslumbró a las estrellas de Hollywood al pasar por Los Ángeles.
Es difícil de explicar lo que significa Messi a nivel mundial. Si alguien pensaba que Leo iba a pasar inadvertido por el organizado pero no tan fervoroso fútbol estadounidense, decididamente estaba equivocado. Cada presencia del argentino en una cancha provoca caos. Todos quieren verlo, argentinos, latinos, yankees o de la nacionalidad que sea. Famosos e ignotos. Los precios de las entradas en la reventa estallaron. Y Leo devuelve esa admiración con genialidades dentro de la cancha y una sensibilidad única para saludar, sonreir y sacarse cuanta selfie o foto pueda, aunque para eso hay que flanquear un escuadrón de seguridad que lo intenta proteger, en especial el Chueco, el guardaespalda que le puso Inter de Miami que lo sigue como su propia sombra.
Todo lo que toca lo convierte en oro. Es un Midas de la pelota. Llegó a un equipo que estaba en el subsuelo de la tabla, que apenas había ganado un puñado de partidos, y en dos meses logró un título -la Leagues Cup-, clasificó a Las Garzas a la Concachampions y llevó al equipo a la final de la Copa de Estados Unidos. Y en apenas tres partidos de Liga, abrió la chance del milagro de conseguir un pasaje a playoff, algo que parecía imposible desde lo numérico.
Los números de Leo en Inter son escalofriantes: 11 partidos, 11 goles, 5 asistencias, 10 victorias y un empate. Irreal, incluso para el mejor del mundo.
La última función, antes de volar hacia Argentina para sumarse a la Scaloneta, la dio en Los Ángeles. Y el estadio del último campeón de la MLS estuvo repleto de estrellas. “Messi es mi jugador favorito del mundo. Me puse tan feliz cuando Argentina ganó el Mundial. No puedo esperar para ver a Messi en persona esta noche. Estoy emocionado como un niño en Navidad”, declaró en la previa Owen Wilson, que cuando abrazó a Messi junto a sus hijos y lloró más que en le escena final de “Marley y yo”. También estuvo Selena Gómez, que se mostró como una fan más y quedó deslumbrada ante cada movimiento de Messi en la cancha. “Lo amo”, lanzó para las cámaras cuando le preguntaron por Leo.
Las gradas parecían un set de filmación de Hollywood. Leo Di Caprio, Gerard Butler, Tom Ellis, Will Ferrel, Brendan Hunt, Ed Norton, Steven Yuen, y Toby Maguire y Tom Holland, que tal vez esperaron un gol de Leo para ver si festejaba como Spiderman y lo comparaban con sus actuaciones personales encarnando al superhéroe.
También estuvieron LeBron James, James Harden y Magic Jhonson, confesos admiradores de Leo; Y si faltaba algo de glamour, desde temprano dijeron presente el Príncipe Harry y su esposa Meghan Markle.
Alguna vez el defensor italiano Giorgio Chiellini, multicampeón con la Juve, aseguró: “El conocimiento del oponente es esencial para marcarlo, incluso de forma individual. A Cristiano Ronaldo, por ejemplo, las marcas tratando de no caer por la derecha. Y con Messi… haces la señal de la cruz”. Esa admiración por Leo también llegó a sus hijas, y apenas concluyó el partido, el italiano, como un fanático más, le pidió a Leo si se podía sacar una foto con Nina y Olivia, que no pudieron disimular su alegría al abrazar al rosarino.
Ahora, es tiempo de dejar por un rato al Inter del Tata Martino, que deberá arreglársela como pueda sin Leo, y sumarse a la Selección argentina para iniciar el camino de unas Eliminatorias que otorgarán pasaje a la próxima Copa del Mundo, que se jugará en Estados Unidos, Canadá y México, allí donde Messi encontró otro sitio donde puede ser feliz. Y tal vez se anime a pensar en un 2026 con la albiceleste para defender la Copa. Banca no le va a faltar.
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