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Mes de la Identidad: el Normal 2 homenajeó a sus estudiantes desaparecidas

Un proyecto de investigación propuesto por docentes y llevado adelante junto con alumnos dio con la historia de once mujeres militantes que habían asistido a la escuela


La escuela Normal Nº 2 homenajeó este mes a once estudiantes mujeres que fueron desaparecidas entre 1976 y 1983 durante el terrorismo de Estado. Para los organismos de derechos humanos octubre es un mes especial ya que desde 2004 se fijó el 22 de octubre como el Día Nacional del Derecho a la Identidad para conmemorar la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo en su búsqueda de personas que fueron apropiadas cuando eran niños y bebés por la última dictadura cívico militar.

Además, el calendario escolar estableció para esa fecha el objetivo de trabajar en todos los niveles el reconocimiento de la identidad y su preservación como derechos humanos fundamentales y la identificación de las distintas formas de lucha de la sociedad para recuperar la identidad de aquellos a quienes les fue negada. Por eso para la comunidad educativa del Normal Nº2, ubicada en la esquina de Balcarce y Santa Fe, el 18 de octubre fue una fecha pertinente para realizar un acto donde descubrieron una placa de mármol con el nombre de once estudiantes desaparecidas.

De todos modos, tanto para docentes como estudiantes consultados por este diario el tema de la memoria y los derechos humanos atraviesa la currícula en distintos años del ciclo escolar.

Entre 2017 y 2018 alumnos de cuarto año de la institución llevaron adelante una investigación que fue propuesta por la docente Beatriz Argiroffo. Luego se sumaron otros docentes, el plantel completo que llevó adelante esta forma de trabajar la memoria en clase fueron Leonardo Simonetta, Laura Peluffo, Micaela Giuliano, Marta Dunster, Fernando Mut y Sara Cristobal.

El trabajo consistió en la búsqueda de ex estudiantes de la institución que pudieran haber sido desaparecidas durante la última dictadura. Por aquellos años, la escuela era solo para mujeres. Implicó cotejar las fuentes históricas del Normal con los registros estatales de las personas desaparecidas y asesinadas, así lo explicó a este diario Simonetta.

Así encontraron a estas once mujeres, militantes políticas, cuyos nombres son: María Amarú Luque, María Susana Brocca, Liliana Marta Delfino, Rut González, Estrella Augusta González, Julia Natividad Huarque, María Cristina Márquez, María Teresa Latino, Graciela Elena Teresa Lo Tufo, Guillermina Elsa Carlota Santamaría y María Sol Pérez.

Algunas de ellas fueron militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios –UES-, de la Juventud Peronista, del PRT-ERP (Partido Revolucionario del Pueblo-Ejército Revolucionario del Pueblo), de sindicatos; algunas fueron estudiantes universitarias, otras llegaron a graduarse. Todas tenían un proyecto de vida. Esta es un arista que a los docentes también les interesó tomar durante el año de pandemia y que se había puesto de manifiesto por primera vez el 24 de marzo de 2019 cuando hicieron un acto en el que entregaron a familiares de estas once ex estudiantes sus legajos. En este encuentro las familias tomaron la palabra ante alumnos y alumnas conmovidos.

El segundo encuentro fue el del pasado lunes 18 de octubre en el patio escolar donde descubrieron una placa de mármol con el nombre de cada una de las once ex estudiantes, dentro de pañuelos blancos –insignia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo- y con espacio suficiente para incluir más nombres si encontraran más casos.

Josefina Rizzo es una de las estudiantes que formó parte de la investigación y participó del descubrimiento de la placa aunque ya terminó la escuela. Para ella estas instancias de encuentro significaron “la materialización de una situación”: “Por más que hayas estado muy consciente de lo que fue la dictadura y hasta tengas casos cercanos, unir  la historia de ex compañeras de tu misma edad que fueron a la misma escuela, que habitaron un mismo espacio pero durante la dictadura y con las historias que contaron los familiares de las chicas… Fue materializar una situación, todo un horror”.

Además, Rizzo fue presidenta del centro de estudiantes durante 2019 y valoró que una propuesta pedagógica de este tipo fuera dinámica y haya acercado al tema de la memoria a muchos estudiantes que quizás no se habían sentido tan interpelados por el tema en otros momentos o en otras materias. “Los comentarios que recolecté, de mis compañeros en las distintas etapas de la investigación y después en los actos que hicimos, fue que nos sentíamos mucho más cercanos a estas chicas. Y para los que además estábamos dentro del centro de estudiantes, no solo compartimos con ellas una escuela sino también una lucha”.

 

Sobre esto también habló uno de los docentes del proyecto, Simonetta: “Creo que son instancias necesarias que nos permiten hacer algunas cuestiones que en pedagogía de la memoria aparecen como una vinculación o un puente entre generaciones, acercarnos a nosotros y a nuestros estudiantes que ya han nacido en democracia, acercarnos un poquito a lo que fue la vivencia de estas ex alumnas y de la familias, de sus compañeros. Cómo se vivenció tanto la situación de la militancia como la desaparición o el asesinato”

Además puntualizó que este tipo de trabajo permite “pensar a nivel local cuáles fueron las implicancias de ese plan sistemático de desaparición de personas y de disciplinamiento social que llevó adelante la última dictadura. Rosario tiene historias muy propias aunque estaba vinculado por supuesto a un proceso de alcance nacional también hay algunos clivajes y algunas cuestiones que son propias”.

Simonetta también destacó que los encuentros con los familiares y compañeras de escuela y también de militancia fueron a través de narraciones desde un lugar donde lo que prevaleció fue “la impronta de vida que tenían los proyectos de estas chicas, cómo ellas disfrutaban un montón de cosas y cómo la vida y el goce por la vida habían sido cuestiones que las habían movilizado en su militancia y decisiones”.

Giuliano es otra de las docentes que participó del proyecto y dijo que la idea es continuar las investigaciones con los estudiantes actuales de la escuela. Recalcó, al igual que el resto, que los actos que hicieron en la escuela fueron muy emotivos para todos y que en el último, donde presentaron la placa con los nombres, “cada familia hablo sobre cómo eran ellas y su militancia, destacaron que lo hacían con alegría”: “Eso nos pareció muy bueno porque la militancia estaba asociada a esto de pensar un mundo más justo, mejor y hacerlo con alegría y con convicción y nos pareció un mensaje muy alentador a la juventud”.

Para Giuliano lo mejor que le quedó de esta experiencia es “un trabajo colaborativo y colectivo”. “Esto me parece lo más importante, en algo que también es muy importante como visibilizar la identidad de estas once estudiantes que es además parte de la identidad de nosotros como escuela y de nosotros como argentinos y argentinas”.

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