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Merecido castigo

Sperdutti adelantó a la Lepra. El partido le quedó servido, pero no lo cerró. Empató Pereyra.

Por: Mariano Faurlin

No saber cerrar un partido es un mal que termina lastimando la ilusión de los hinchas. Newell’s estaba plantado ante un partido fácil, lo ganaba con gol de Sperduti y tenía a su merced a un pobre equipo tucumano, que sin respuestas importantes, sólo iba por obligación. Pero a la Lepra le cuesta entender cómo se defienden los resultados a favor. Y mucho más cuando pierde la pelota, como le pasó en el final. Y ese empuje tucumano, con Juan Pereyra como emblema, tuvo su premio. El empate terminó siendo un castigo para la falta de picardía de los rojinegros. ¿Qué hacía Bernardi de nueve en la jugada previa del gol de Pereyra? Y no es culpa de Lucas, es el problema que atraviesa un equipo que no sabe definir partidos favorables.

El comienzo no fue bueno para el equipo que dirige Sensini, ya que se mostró impaciente para tratar de jugar con los nervios de Atlético. Pero no le salió bien, se dejó encerrar y empezó a sufrir el trámite del partido. Aunque sin pasar por zozobras ya que las ideas del local morían en la por entonces sólida defensa de Newell’s. Sobre el final de la etapa apareció Formica y dispuso de dos posibilidades concretas. Muy poco.

El complemento fue parejo, aunque Newell’s entendió que tenía un resto para ir por más. Sensini mandó a la cancha a Sperduti en lugar del inexpresivo Roselli, y en la primera profunda el Gordo rompió el arco para abrir el marcador.

En un marco lógico, el juego quedaba a pedir de Newell’s. Atlético inquieto por la derrota, su gente desesperada y la imagen de Chiche Sosa reflejaba la frustración por no poder. Una sumatoria de situaciones dignas de ser aprovechadas, pero no fue así. Primero porque a Newell’s le faltó claridad colectiva, segundo porque Núñez está claro que rinde más cuando arranca de suplentes que de titular y tercero porque Boghossian perdió dos velocidades en su juego. Demasiadas contrariedades como para pensar en grande.

Así, los tucumanos fueron con lo poco que tenían. Y chocaron contra Peratta una y otra vez. Le metieron un ritmo de loquero al partido, y Newell’s pecó por no saber quitarle ritmo. Faltaba un cuarto de hora y ya Sensini trató de cerrar el resultado con los cambios de Quiroga y Barrientos por Vangioni (el mejor, él sí entendió que con cambios de ritmo se podía ganar) y Núñez. Bien desde lo teórico, flojo en el resultado.

Peratta siguió aguantando, el vértigo fue dominante y ya en tiempo adicionado empató Pereyra. Un castigo enorme para un equipo que no aprende a defender el resultado sin la pelota, un premio merecido a la fortaleza física de los tucumanos por vender cara una derrota que parecía segura.

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