Cultura

Escénicas y narrativas

Mauricio Kartun: “En este momento, el gran desafío es cuerpo versus corporación”

El gran dramaturgo, director y maestro del teatro argentino llega a Rosario esta semana para participar de dos actividades. La primera, este jueves, como parte del ciclo “Narradorxs” en la Lavardén; la restante, este viernes en el ECU, donde ofrecerá la Master Class “Eso que llamamos inspiración”


Siempre abierto a los diálogos donde la búsqueda de sentido respecto de su maravilloso oficio sea un motivo de encuentro, el gran dramaturgo, director y maestro del teatro argentino Mauricio Kartun llega esta semana a Rosario para formar parte de dos actividades. En ambas, aunque formalmente diferentes, se harán presentes esos mundos profusos de ideas, formas y procedimientos acerca de la escritura.

Por un lado, este jueves en el Gran Salón de Plataforma Lavardén, Mauricio Kartun será parte de la séptima edición del ciclo Narradorxs, un proyecto del periodista y escritor rosarino Federico Aicardi surgido del programa radial Un mundo propio, de Radio Universidad, que se lleva a cabo una vez por mes, y que está destinado a cruzar narradores y narradores rosarinos con los del resto del país para poner en relieve el inmenso capital cultural que existe en la ciudad. Será un encuentro que contará con la presencia del también escritor local Federico Ferroggiaro, con lectura de textos de la actriz Sabrina Marinozzi, coordinado a modo de entrevista por Aicardi, al tiempo que este viernes por la tarde Kartun ofrecerá en el Espacio Cultural Universitario (ECU) la Master Class Eso que llamamos inspiración (ver “Para agendar”).

Un relámpago en la noche

En su afán por recuperar lo poético y al mismo tiempo lo político en el teatro, entre otras cuestiones resignificando mitos populares, Kartun, que acaba de publicar su primera novela, Salo Solo. El Patrullero del amor (Alfaguara), hace unos veinte años tomó las riendas de sus obras, tras décadas de sólo dedicarse sólo a la escritura, y comenzó una nueva e iluminada etapa en la que, seducido por la potencialidad de los maravillosos actores y actrices con los que suele trabajar, y dispuesto a romper con la literalidad imperante, le devolvió a la escena argentina algo mágico y único, donde el lenguaje aparece fuertemente atravesado por lo paradójico de la actuación, por los gestos, los detalles, los signos y, sobre todo, por una saludable cuota de sorpresa y disparate que transitan sus obras. “Pocas cosas me entusiasman tanto como este momento”, dijo el maestro en una charla que mantuvo con El Ciudadano en la que habló de inspiración, de la avanzada de la ultraderecha y confirmó que el gran paradigma del nuevo milenio es el cuerpo. “En este momento, el gran desafío es cuerpo versus corporación”, aseguró.

—Respecto de una idea de inspiración como ese “fluir creativo acrítico” al que hacés referencia habitualmente en tus charlas, ¿cuáles son o suelen ser los mundos que pueden activar ese tiempo en tu imaginario más allá de supuestas condiciones mágicas?

—Siempre digo lo mismo respecto de este tema; y cuando hablo de inspiración me refiero al entusiasmo. Se trata del entusiasmo que me produce inevitablemente el encontrar una imagen elocuente, entrar en contacto con esa imagen, tener la sensación de que de lo que se trata es de decodificarla, de ponerle palabras y también de ese proceso autopoiético (que produce sus propios componentes) que se va haciendo a sí mismo. Al principio tenés la sensación de que tenés muy poco y al rato, de pronto, un relámpago en la noche te permite ver el paisaje. Pero siempre, y por delante de todo, está el entusiasmo.

—El imaginario de cada uno, más o menos frondoso, más o menos interesante, puede activar ese “fluir creativo”. Sin embargo, no todo el mundo puede escribir bien. ¿Qué es lo que hace interesante a un material escrito más allá del género, cuál es esa matriz que, como el gran maestro de la dramaturgia argentina que sos, te permite en un texto ver o valorar un cierto potencial para trabajar? 

—Al leer un texto, la gran diferencia la marca la existencia de un universo vivo plasmado en imágenes y siempre es exactamente lo mismo: es tener esa sensación de que son esas imágenes las que hacen presente lo ausente. Es la gran diferencia entre escribir imágenes y escribir ideas; el gran atractivo está en la sensación de que ese mundo no está y sin embargo yo estoy adentro. Después lo que viene, naturalmente, es el procedimiento técnico. Es el momento en el que hay que darle una estructura dramática a ese material para generar interés y, por ejemplo, hay que contar con la menor cantidad posible de personajes. Es decir: tomar aquellas viejas recetas que uno ya las encuentra en Aristóteles. Pero siempre, por encima de todo, lo más importante es el universo que aparece.

—Siendo archivista fotográfico, y siendo la fotografía un material siempre latente para disparar tu escritura, sobre todo la fotografía que remite a lo escénico, a un plano de cierta ficción, ¿cómo es ese proceso en el que la escena que registra una foto se vuelve personaje, conflicto, dialogo?

—Es un procedimiento en el cual, pensando en la extra escena, en ese afuera, contamos desde dónde fue sacada esa foto, qué quedó afuera, qué no. Y te doy dos ejemplos: escribí La Madonnita mirando alguna vez estas viejas fotos pornográficas de estudio, imaginando cómo sería ese estudio que finalmente es el ámbito en el que se desarrolla; quién o quiénes estaban allí presentes en el momento de tomar esas foto y quién era el fotógrafo. Alguna vez me enteré de la historia de un fotógrafo de principios del siglo XX en Buenos Aires que fotografiaba a su mujer desnuda y eso fue el gran detonador, así apareció el universo. Entonces miraba esa foto y me imaginaba todo el resto de la escena. Y en el mismo sentido, escribí Ala de criados a partir de una foto de un carruaje muy elegante con un par de caballos de esos percherones impresionantes bajando hacia la playa en Mar del Plata, e inmediatamente eso detonó la hipótesis de que la calle que estaba desierta y empecé a pensar por qué. De ese modo, frente a las preguntas, las respuestas vienen de esas fantasías que uno suele tener en la cabeza. Así surgió esto de que esa escena transcurría en enero de 1919, en medio de la Semana Trágica, por lo tanto no había actividad balnearia en ese momento en Mar del Plata. E imaginé, por la ubicación además de la calle que bajaba, que iban hacia el Tiro a la Paloma (un deporte para la aristocracia argentina de principios de siglo) que es donde finalmente se ubicó la obra.

—Con “Salo Solo. El Patrullero del amor” volviste a la narrativa además de tratarse de tu primera novela. Y si bien en ella hay un humor que dialoga con tus textos dramáticos, al mismo tiempo hay otra cosa, una cierta de idea de salir de los lugares donde no se encuentran  soluciones, como de ir para otro lado ¿Qué te pasa con el paso del tiempo, cuánto de eso que llamamos experiencia se puede capitalizar pensando quizás que la edad es sólo una circunstancia más de la vida y en qué aspectos Salo se vuelve un alter ego?

—En principio Salo no es un alter ego, pero sí me permite mirar a mi generación a la altura en la que estamos viviendo. La novela es mi mirada sobre mí alrededor en un lugar definitivamente degradado en el interés imaginario. De la misma manera en la que los cuerpos pierden atractivo, al perderlo, se transforman en invisibles, porque ganan esa condición de que ya nadie los mira, y lo digo con relación a que las miradas te atraviesan, entonces aparece esa sensación de que ya nadie te ve. Así surge esta idea de que “nadie está mirando mi cuerpo con deseo”. Lo mismo pasa en líneas generales con la edad. Nos vamos transformando en algo que prefiere no mirarse y de hecho la novela mete el dedo allí, jode con eso, con poder encontrarle el humor y también cierta incorrección alrededor de ese mundo que habita Salo. Todo eso fue lo que me produjo el entusiasmo para escribir la novela.

—¿Cómo se dio este proceso de escritura de “Salvajada”, la adaptación de “Juan Darién” de Horacio Quiroga en cartel en el teatro Cervantes, un material que reviste una enorme actualidad porque está hablando del miedo a lo diferente?  

—Ese proceso de escritura fue algo muy sorprendente; hace como diez años Tito Lorefice, que dirigía el elenco de Egresados de la carrera de Títeres y Objetos de la Universidad de San Martín (Unsam)  me propuso  escribir un texto para que hiciese ése elenco. Yo al principio me negué, porque no me gustan los trabajos por encargo, nunca me gustaron; siempre pienso que no me salen bien, hasta que sorpresivamente Tito me contó el argumento de este cuento de Quiroga que yo no recordaba. Fue muy curioso lo que pasó: mientras me lo iba contando yo iba haciendo una automática conversión de norma de ese relato a escenas y posibilidades. Y cuando Tito terminó hice el chiste que de alguna manera me terminó comprometiendo para escribir la obra. Le dije: «Parece una obra de Kartun». Me creó ese entusiasmo del que hablábamos al principio, esa sensación de un imaginario elocuente, porque además ahí hay una historia que a mí me hubiera gustado contar, entonces el planteo fue por qué no contarla en esta conversión de norma de un cuento al teatro.

—Y en relación a la irrupción de lo diferente pero monstruoso, ¿qué lectura hacés de la aparición de una derecha más a la derecha de la tradicional y conservadora argentina, justo en este 2023, cuando se cumplen cuarenta años de democracia?    

—Respecto de esta irrupción de lo monstruoso y de la aparición de una derecha más a la derecha, naturalmente lo vivo con mucha sorpresa y sobre todo con preocupación, pero también con la sensación de que hay una crisis. Y si bien es un lugar común, pero en política es una realidad, crisis es oportunidad; a mí me parece que la política en los últimos años empezó a dormirse en consignas y de alguna manera esto crea una dialéctica inevitable, fuerte y violenta frente a la cual, en el sentido civilizado de la palabra, necesitamos pelear. Necesitamos  defender nuestras ideas, necesitamos además discutirlas. Lo estático nunca es bueno en términos políticos. Por lo tanto, me parece que se viene una etapa de grandes definiciones.

—En tiempos donde la Inteligencia Artificial (IA) pareciera desafiar a guionistas y escritores, en las últimas horas, el gran Stephen King dijo algo que me pareció incontrastable: “La inteligencia artificial imita y copia, no es capaz de demostrar originalidad” ¿Qué opinás de este tipo de fenómenos y de este presente que ya no es futuro?   

—Es cierto que la Inteligencia Artificial no puede demonstrar originalidad. Y pocas cosas me entusiasman tanto como este momento. Hablábamos antes de cierto abombamiento de la política. En el mismo sentido, podríamos hablar también de cierto abombamiento del teatro, de cierto abombamiento del arte donde, de alguna manera, se empiezan a repetir recetas y mecanismos, porque hace 2.400 años que vienen sirviendo. En este momento, el gran desafío es cuerpo versus corporación; nosotros sabemos que todo lo virtual queda en el campo de la corporación y que hay un lugar artesanal de desafío que lo puede crear un cuerpo. Esto hace que, obviamente, a menor oferta mayor valor; como va a haber menos, mucho más va a valer cualquier cosa artesanal que consiga la mente humana. En el campo del teatro específicamente, me parece que este tiempo lo vuelve una actividad emblemática: a pie, viva, con una cantidad enorme de saberes de tiempo que requiere en cada uno de esos cuerpos para poder hacerlo, que no es otra cosa que eso que nosotros llamamos el desarrollo del talento del artista, enfrentando de manera personal, artesanal y antisistema no solamente aquello que venga de la inteligencia artificial, sino de cualquier otra construcción virtual como por ejemplo los cuerpos creados por computación en una película.

Para agendar

Mauricio Kartun tendrá esta semana en Rosario dos actividades. Por un lado, este jueves 14 desde las 20, en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085), será parte de la séptima edición del ciclo Narradorxs, un encuentro que contará con la presencia del también escritor Federico Ferroggiaro, magister en Literatura argentina y profesor de Letras de la UNR, con lectura de textos de la actriz Sabrina Marinozzi y coordinación general de Federico Aicardi. Esta actividad se realiza con entrada gratuita que se retiran una hora antes del comienzo en la boletería del teatro. Además, este viernes 15, desde las 18, en el Espacio Cultural Universitario (ECU, de San Martin 750), Mauricio Kartun dará una Master Class de aproximadamente dos horas denominada Eso que llamamos inspiración donde reflexiona sobre las fuerzas y los mecanismos que impulsan la creatividad artística. Será con cupos limitados, inscripción previa y un costo de 3.500 pesos. Inscripción aquí: ESO QUE LLAMAMOS INSPIRACIÓN (google.com)

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