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Mató tras pelea: va a la cárcel

El conductor de un Peugeot 206 fue penado con 10 años de prisión por asesinar de un tiro en la nuca a un hombre que iba durmiendo en el asiento trasero de otro rodado en septiembre de 2008 en Rioja al 500.

Un incidente de tránsito ocurrido a metros del Monumento Nacional a la Bandera en septiembre de 2008 derivó en una inesperada secuencia policial, que terminó con un hombre asesinado y otro tras las rejas. Todo comenzó porque un conductor le hizo señas de luces a otro para que acelerara la marcha o se corriera y le diera paso, en Rioja al 500; siguió con una discusión en plena calle y terminó cuando Cristian Altamirano tomó un arma que llevaba bajo el asiento de su Peugeot 206 y amenazó de muerte a los ocupantes del otro rodado, un Peugeot 405, quienes intentaron irse del lugar. Pero en forma inexplicable, Altamirano efectuó varios disparos, uno de los cuales dio en la nuca de Manuel Darío Novillo, quien falleció en el acto. El juez de Sentencia Julio César García condenó ahora a Altamirano a 10 años y 8 meses de prisión por homicidio agravado por el uso de arma de fuego y portación ilegal de arma de guerra.

El hecho ocurrió alrededor de las 6 del 28 de septiembre de 2008 sobre calle Rioja, a pocos metros de la esquina con 1º de Mayo, cuando varias personas regresaban en dos autos de bailar en distintos boliches. El conductor del Peugeot 206, molesto por las señas de luces que le hacía quien manejaba el 405, puso el freno de mano y se bajó del auto e invitó a hacer lo mismo al otro automovilista, quien bajó junto a su pareja.

La disputa verbal fue aumentando en cuestión de segundos, hasta que el dueño del 206 fue hasta el auto y le pidió a una de las jóvenes que habían quedado en el interior del rodado que le alcanzara un arma de fuego que había bajo el asiento. Con la pistola en su mano derecha, volvió hacia el lugar donde estaba su ocasional oponente, y le dijo que se fueran porque sino les iba a balear el auto. Las personas del 405 se subieron rápidamente y arrancaron el auto, pero el otro conductor efectuó un disparo a la rueda delantera izquierda, por lo que el conductor aceleró.

Pero Altamirano volvió a disparar, esta vez apuntando un poco más alto. Una de las balas rompió el vidrio trasero e impactó en la nuca de Manuel Novillo, hermano del hombre con quien Altamirano había discutido, quien murió casi en el acto, ya que el proyectil salió por su ojo derecho.

Tras esto, el conductor del 405 siguió manejando hasta la comisaría 1ª, donde denunciaron lo ocurrido y personal policial trasladó en una patrulla a la víctima y a su esposa hasta el Hospital Provincial, donde llegó sin vida.

Altamirano se fue del lugar en su auto y horas más tarde la Policía allanó una vivienda de Virasoro al 4000, ya que el titular del auto tenía esa dirección. En la vivienda fue entrevistado el padre del autor del disparo, quien dijo que desde hacía un año le había dejado el auto a su hijo Cristian Altamirano, quien vive en inmediaciones de Corrientes y Salta. Un rato después, el joven se presentó en forma espontánea en la comisaría y luego fue con varios detectives hasta una cochera de Corrientes al 300, donde estaba escondida el arma, una pistola Colt calibre 11.25, que estaba envuelta con unas camperas.

El juez a cargo de Sentencia 7ª apoyó la argumentación del fiscal. El letrado pidió la condena en base al delito por uso agravado de arma de fuego y portación ilegal de arma de guerra. En las exposiciones, la fiscalía resaltó que su exigencia se basó en la pericia balística que asegura que el disparo no fue accidental, sino dirigido hacia los pasajeros que iban dentro del vehículo y que descartó un rebote en el suelo antes de impacto en el cráneo de la víctima. También, el fiscal desestimó la excusa del acusado, en cuanto a los que se refiere a que no pudo ver que iban otras personas en el auto porque tenía los vidrios oscuros, argumentando que la tonalización del vidrio trasero del Peugeot 405 no impide la visual del imputado.

Además, el magistrado aclaró que en cuanto a la sugerencia de la defensa donde explica que el acusado tuvo una conducta imprudente cuando disparó en tres oportunidades contra el auto y no con intención de dañar a otras personas, que en su testimonio el acusado manifiesta claramente sus intenciones: “En medio de una discusión por problemas de tránsito y en horas de la madrugada, Altamirano pidió a su amiga que le alcance su carterita, donde tenía el arma. A esta altura el agresor no había visto a nadie armado. Dijo que sintió temor de esas personas y que por eso pidió el arma. Cuando exhibió la pistola, las personas del Peugeot 405 comenzaron a irse del lugar. Podría decirse que la exhibición del arma de fuego tuvo el efecto deseado, según el propio Altamirano relata: «evitar que estas personas a las que le tenía algún temor les hicieran daño a él o a sus acompañantes». Pero evidentemente para el imputado el fin buscado con el arma no era mostrarla para causar temor y evitar de ese modo cualquier daño a él o sus amigas”, expuso el magistrado.

Por último, el juez explicó que para resolver la pena fue fundamental el informe de criminalística donde expresa que el autor de los disparos –uno fue en el guardabarros de la rueda delantera izquierda, el otro en la rueda izquierda trasera y el tercero fue en la luneta trasera–  y más precisamente el último, el cual terminó con la vida de Manuel Novillo, “se efectuó paralelo a la línea del piso, por lo tanto el cañón del arma también lo estaba, y eso da la certeza de que el disparador usó los aparatos de puntería (alza y guión) de la pistola, alineándolos ópticamente, utilizando como soporte para tal fin sus manos y sus brazos y buscando el equilibrio en esa posición a través de sus piernas flexionadas que morfológicamente dan una buena base al tirador del arma de puño”.

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