Policiales

Femicidio

Mató a su mujer embarazada frente a su hija y lo condenaron a perpetua

“Le hizo pum pum y mi mamá está en el cielo”, contó la pequeña a la Policía. Su hermana brindó detalles de abusos, maltratos y consumos


Foto: Franco Trovato Fuoco

Los tres hijos de Daiana sostenían los carteles con la foto de su madre pidiendo justicia. Todos los abrazaban. También, sobre una cartulina, estaba la foto del padrastro de ellos, Walter Santos Gómez, con la leyenda “asesino”. Ese hombre fue condenado este lunes a prisión perpetua por el femicidio de su esposa, Daiana Estefanía Armanino, en setiembre de 2016. Crimen del que fue testigo la pequeña hija de 6 años, que le contó a los investigadores qué vio cuanto la mató.

Los jueces Gustavo Pérez Urrechu, Mónica Lamperti y Román Lanzó lo encontraron responsable de los delitos de “homicidio agravado por relación de pareja” y “mediar violencia de género”.

Daiana vivía en Empalme Graneros, tenía tres hijos de una relación anterior y estaba embarazada de su pareja, Walter Santos Gómez, 14 años mayor que ella.

Vivían en la planta alta de la casa familiar del hombre, donde en septiembre de 2016 murió atravesada por un disparo que le afectó los pulmones y el corazón. Cuando el fiscal llegó al lugar, la hija de 6 años de la víctima le dijo: “Le hizo pum pum y mi mamá está en el cielo”. Se refería a Walter.

El juicio por el femicidio de Armanino arrancó el jueves 25 de julio. La hermana de Diana, Alejandra, hizo una conmovedora declaración. Dijo que fue adoptada de chica. Y había recuperado contacto con su familia biológica dos meses antes del crimen.

 

 

Alejandra trazó con varios relatos el tipo de relación que mantenía su hermana con su pareja. Contó que para hablar con ella debía mandarle un mensaje a Walter: no había otra forma de comunicarse. El perito informático dijo que el teléfono secuestrado en la casa era usado por Daiana y Walter, e hizo alusión a algunos mensajes entre Walter y otras personas donde se hablaba de consumo de drogas y robos. En uno de ellos, incluso, una persona le pide que le lleve “el fierro urgente al gordo”.

Alejandra contó que es adoptada y que fue ella quien buscó a su familia biológica. Se encontró con Daiana hace tres años, y en poco tiempo entablaron una relación muy fuerte, con un contacto casi diario.

Dijo que tuvo contacto con Walter “6 o 7 veces”, y que le preocupaba lo que observaba: “maltratos reiterados a su hermana”. “Eran menores, pero maltratos al fin”, contó, y puso ejemplos: le decía que se callara delante de otros. Y solía reírse de ella en tono de burla.

La hermana de la víctima insistió en que Walter era muy posesivo. En una oportunidad, relató, estaban en su casa y el hombre “parecía drogado”. “(Daiana) le reclamó que se porte bien con ella, porque ahora me tenía a mí. Él le respondió que si lo abandonaba, la mataba”, recordó.

También contó que una vez fueron hasta una farmacia en el auto de Walter. Alejandra iba en el asiento trasero y su hermana adelante, en el lugar del acompañante. El hombre, que manejaba, se bajó en el comercio y al volver sacó de la cintura un arma, se la mostró y le preguntó a Daiana: “¿No se asustará tu hermanita si la saco?” Después la guardó en la guantera. “Nos hizo poner mal a todos. Se prendió un porro y se lo dio a Daiana sabiendo que estaba embarazada”, rememoró Alejandra.

Llegaron a su casa, donde iban a cenar. La pareja de Alejandra había cocinado. Pero Walter se fue cerca de las 21. Volvió a la medianoche eufórico, y no comió. Alejandra dio cuenta que “estaba drogado”. Al día siguiente, en el inodoro de su baño encontró un precinto como los que cierran las bolsas de cocaína.

“A Daiana no le había gustado lo que pasó, se enojó. Le dijo que esas cosas no debían suceder en su casa”, relató Alejandra.

 

El disparo

 

La forense que hizo la autopsia dijo que Daiana recibió un disparo que ingresó entre la axila y el pecho, con una trayectoria perpendicular y levemente hacia abajo. Salió por el hemitórax derecho y afectó ambos pulmones y el corazón, además de fracturarle la quinta costilla.

El proyectil quedó alojado en el cuerpo, pero a flor de piel: se podía palpar, detalló la forense. En la herida no había ahumamiento. Tampoco tatuaje en la piel de la víctima, lo que implica que el disparo se hizo a más de un metro de distancia.

El fiscal Luis Schiappa Pietra confirmó que la víctima estaba embarazada de 16 semanas y que el feto ya no tuvo signos vitales al quedar la sangre de la madre sin oxígeno. Agregó que Daiana tenía escoriaciones mínimas en la región nasal, una esquimosis frontal que databa de unos tres días y otra en el muslo derecho de unas 72 horas.

El funcionario judicial añadió que el acta de levantamiento llegó con el dato de la versión del suicidio que se dio en el lugar, por lo que fueron muy cautos. Aunque añadió que el estado del cuerpo no era compatible con un suicidio. El proyectil ingresó en forma oblicua y no directa, aseguró. También contó que dio negativo el dermotest que se le hizo al cuerpo.

 

Los hijos y una pelea

 

Alejandra aportó que la hija más grande de Daiana, desde un primer momento, dijo que Walter había matado a su mamá y dio a entender que estuvo con ella cuando falleció. Otro de los chicos contó que en una oportunidad Walter seguía a su mamá con una picana eléctrica para apoyársela en la panza.

La hermana de la víctima explicó que lo que sabe del hecho es fruto de “lo que le contaron los chicos” a ella y su familia. El día de la muerte, de acuerdo a esos comentarios, habían peleado por una tijera.

“El hijo del medio de Daiana había pedido una tijera o algo así y Walter se había enojado”, narró. Empezaron a discutir y se presume que en esas circunstancias le pegó. Uno de los chicos salió a defender a la madre con un palo de escoba. Al niño lo enviaron abajo. Y como la disputa escalaba en virulencia mandaron al resto de los chicos a la pieza. Y ahí -siguió el relato Alejandra- se escuchó el disparo.

 

“El manipulador está en cualquier ambiente”

 

Alejandra recordó ya fuera del juicio que con su novio puso un detective privado para encontrar a su familia biológica, luego de que la buscara como pudo -con sus medios- y fallara en el intento. Tuvo los datos durante un mes hasta que tomó coraje para ir.

Un día se decidió, llegó junto con su pareja a Villa Itatí cerca de las 20; era la dirección de su abuela la que tenía. Habló con la mujer y al rato llegó Daiana con Walter. Fue allí que las hermanas no se separaron más.

Alejandra contó que eran muy diferentes en la forma de actuar y pensar. Su hermana tenía mayor empatía con la madre, a pesar de todo lo que tuvo que pasar. “Daiana siempre sufrió mucho, estaba desamparada”, recordó.

Tras el encuentro la relación duró poco, pero se consolidó. “Lo que le pasó a Daiana le puede pasar a cualquiera. El demente, el manipulador, está en cualquier ambiente”, dice Alejandra.

Alejandra recalcó que si bien hay una lucha en defensa de las mujeres, hay gente que piensa que “la víctima es tonta o no quiere salir de la situación”. “Hay que ser más empático y dejar de ser machista. Él sabía de la situación de vulnerabilidad de mi hermana y se aprovechó de eso. Cuando supo que contaba con alguien la mató”, sostuvo.

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