Una madre británica que inyectó por compasión una dosis letal de heroína a su hijo, que sufría una lesión cerebral irreversible, ha sido condenada en Londres a cadena perpetua.
Frances Inglis, de 57 años, justificó su acción explicando que sentía que no tenía más remedio que liberar a su hijo, Thomas, del «infierno en vida» que suponía su estado vegetativo.
La mujer admitió el hecho, pero insistió en que había actuado únicamente por compasión.
Los miembros del jurado la consideraron el miércoles culpable por una mayoría de diez frente a dos, según informa hoy la prensa británica, y el juez, Brian Barker, dijo que, con independencia de cuál hubiera sido su intención, se trataba de un asesinato.