Policiales

Mataron a ‘Pimpi’ Camino

El ex líder de la barra brava leprosa, Roberto "Pimpi" Camino, fue asesinado esta madrugada de varios disparos. Su cuerpo fue abandonado por desconocidos en la puerta del Hospital Carrasco. Presentaba al menos cinco heridas de arma de fuego. El partido cambia de horario “Pimpi sospechaba que había policías que lo seguían” ¿Suspenden Newell´s-Vélez? "Esto fue un ajuste de cuentas"

pimpi

De lavar los taper en Coronda a manejar la barra brava de Newell’s Old Boys y sus negocios colindantes en el Fonavi de Lamadrid y Alice, del sureste rosarino. Así de vertiginosa fue la vida, ascenso y abrupto final de Roberto “Pimpi” Camino, el ex jefe de la barra brava rojinegra que esta mañana fue asesinado de cinco disparos en un oscuro bar del barrio Azcuénaga, en la otra punta de Rosario, comparado con su territorio natural.

“Pimpi viene de Pimpollo. Así le decíamos en Coronda. Si yo lo conozco de cuando lavaba los Taper”, contó el “Loco Demente”, llamado Pedro Bismark, un ex jefe de la barra brava leprosa, que confió el origen del sobrenombre de Roberto Camino, en las épocas en las que compartían la celda en la cárcel de Coronda, donde “Pimpi” purgaba una condena por el homicidio de su pareja, a la que había pescado in fraganti. Una vez libre, “Pimpi” comenzó su vertiginosa carrera en la barra brava leprosa como lugarteniente del anterior jefe, Oscar “Cacho” Lucero.

“Pimpi” manejaba a los pibes del barrio Grandoli y comenzó a crecer su poder en la interna leprosa hasta que una lejana tarde del 28 de abril de 2002, sus muchachos se trenzaron en una feroz batalla campal contra las huestes de “Cacho”, a las que vencieron a palos, trompadas y tiros, en la popular baja del Hipódromo, en un partido contra Unión, y desde entonces asumió como el nuevo jefe de la barra. “Pimpi” no sólo era el jefe de la barra brava sino que además tejió una alianza estratégica con el ex presidente rojinegro Eduardo José López, a través de la cual Camino pasó a administrar una serie de negocios conexos con el fútbol como el alquiler del estadio cubierto del Coloso del parque Independencia, las divisiones inferiores y hasta se vinculó con la representación de jugadores a cambio de erigirse en la guardia pretoriana del máximo dirigente rojinegro, que no dejaban cantar ni manifestarse en contra a los hinchas leprosos, tanto de local como de visitante.

La conducción de “Pimpi” en la barra estuvo jalonada por una serie de choques con la banda de “Cacho” Lucero, con la que se tirotearon el 16 de marzo de 2003 cuando compartían un asado con la barra de Independiente, en el club Belgrano, de Italia y Rueda, en el barrio Hospitales. La guerra de barras continuó en 2004 con el asesinato de Nazaret Melgarejo, de 31 años y madre de cuatro hijos, que era empleada en la granja que Oscar “Cacho” Lucero tenía en España al 6.300, en el barrio Las Flores, una zona caliente del extremo sur rosarino donde las bandas de “Los Monos” y “Los Garompas” se peleaban por el control del narcotráfico. La interna leprosa estuvo marcada por el asesinato del hincha rojinegro Gonzalo Javier Ferraro, ocurrida durante un banderazo organizado por la barra brava en el Coloso del parque Independencia el 17 de febrero de 2005, en otro crimen que permanece impune.

El 30 de junio de 2007 “Pimpi” Camino sufrió un ataque con un disparo en el abdomen y otro en la pelvis, en un cantobar de Santa Fe y España, en pleno centro rosarino, al que concurría asiduamente el “Burrito” Ortega cuando jugaba en Newell’s. La interna de la barra leprosa se cobró otra vida el 8 de septiembre de 2007, cuando el ladero del “Pimpi”, Marcelo Martín Coria, de 26 años, fue asesinado a balazos en un kiosco del Fonavi de Alice y Lamadrid, el búnker de los Camino. “Pimpi” lideraba un pequeño gran ejército de muchachos, comandados por un puñado de lugartenientes y comunicados por unos 30 Nextel, como el día que frustraron la primera marcha opositora contra el ex presidente López y corrieron a los hinchas rojinegros de la puerta de la Bolsa de Comercio de Rosario, en pleno centro. Esa tarde, un grupo de dirigentes rojinegros opositores se sentaron a tomar un café en el coqueto bar Augustus, de Corrientes y peatonal Córdoba, la esquina donde la oposición había convocado la marcha. “Pimpi” y sus adláteres el “Cabezón” Cáceres, “Lalo” Latorre y el “Loco” Cohen habían copado el centro con pequeños grupos, que impidieron la marcha. “Cuando le pedimos la cuenta al mozo, nos dijo que ya la había pagado Camino”, confió el extinto dirigente rojinegro Luis Boselli una de las travesuras del “Pimpi”.

“Pimpi” había diversificado sus negocios desde el control del club hasta la instalación de un ciber en su barrio, la compra de un caballo de carrera pura sangre y departamentos en el macrocentro, y circulaba por las empobrecidas calles del barrio a bordo de un llamativo Peugeot 607 plateado importado, de unos 25 mil dólares. “Un día me llevó en el auto por su barrio porque tenía que hacerle un trabajo y a cada rato nos paraban unos muchachos en moto o en auto y le preguntaban si estaba todo bien”, confió una fuente que pidió estricta reserva de identidad.

Antes de las elecciones de diciembre de 2008, el actual jefe de la barra leprosa, Diego “Panadero” Ochoa, que había juntado una gran cantidad de avales para la oposición, sufrió un atentado a balazos en la panadería de sus padres, que dejó cuadrapléjico a su cuñado, Mariano Vaccaro, de 27 años, en Vera Mujica al 3.800. La madrugada siguiente al día en el que López perdió las elecciones, los muchachos de la barra pasaron por el club con un semirremolque y se robaron todo. A los pocos días de las elecciones, el “Panadero” Ochoa encontró a Alberto “Tato” Camino en la puerta del bar del Lago, frente a la cancha, y lo molió a trompadas. “Lo rompió todo”, contaron las fuentes rojinegras. Ese día “Tato” había ido al club a negociar en nombre del “Pimpi” con los nuevos dirigentes, y el secretario Pablo Morosano lo sacó hasta el bar para que no lo golpearan los muchachos de la nueva barra. La interna de la barra volvió a escribirse con sangre la noche del 19 de enero del año pasado en el Fonavi de avenida Grandoli al 4.900, cuando asesinaron al hincha rojinegro Sebastián Gallimany, de 22 años.

El 26 de enero del año pasado el “Pimpi” y algunos seguidores coparon el club durante un reempadronamiento de socios, en una causa por la que luego cayó detenido junto a sus hermanos. El asesinato del hincha rojinegro Walter Gastón Cáceres, de 14 años, en una emboscada que formó parte de la interna de la barra brava leprosa en el bario Las Flores, cuando volvían de ver el partido contra Huracán, fue el último hecho grave de violencia que marcó la tumultuosa vida de “Pimpi”, un devoto del Gauchito Gil, que llevaba tatuada su imagen en el abdomen y al que le había levantado un santuario en su barrio, desde donde controlaban la zona.

“Pimpi está guardado porque tiene miedo que lo boleteen”, había confiado una fuente en los últimos tiempos, cuando Camino se había internado en el Sanatorio de la Carne, de la zona sur, merced a sus contactos con ese gremio.

Así como en el barrio y en sus seguidores de la barra “Pimpi” tenía amigos y gente que le debía grandes favores, también había regado la cancha de enemigos, desde la sangrienta interna de la barra hasta el abanico de negocios vinculados con el fútbol.

“Pimpi” había construido una empresa poderosa, que era funcional a diversos sectores y a través de la cual hizo pingües negocios hasta que esa ingeniería comenzó a sumar demasiados enemigos entre la interna de la barra y la policial, que lo obligaron a cometer algunos errores y que esta mañana terminaron abruptamente con la vida del jefe más poderoso de la barra brava  de Newell’s Old Boys.

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