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Más lugar: las mujeres ya superan a los hombres en el Conicet Rosario

Representan el 56 por ciento del total y la mayoría entró a las ciencias sociales. La tendencia se repite en todo el país. Las políticas de fomento de años atrás llevaron a que haya más científicas investigando


En 2009 Florencia Rovetto volvió a Rosario a través del programa de científicos repatriados y se convirtió en la primera investigadora de Conicet de la ciudad del área de Comunicación. En el 2000 había migrado en plena crisis a Barcelona con el título de licenciada en comunicación social abajo del brazo. En la ciudad catalana hizo un doctorado y se especializó en estudios de género. Al regresar no sólo se dedicó a estudiar las diferencias entre varones, mujeres e identidades disidentes en distintos ámbitos. Creó con colegas la Secretaría y el Núcleo de Género de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, participó en la elaboración de los protocolos violencia de la UNR y Conicet y se sumó a la mesa de Ni Una Menos de Rosario y otros espacios feministas de la ciudad. Para ella, todas son aristas de la tarea científica: “Me podría quedar en mi casa escribiendo y publicando pero elegí estar en estos espacios porque lo que produzco como investigadora tiene que servir para generar cambios”.

Rovetto forma parte de la generación de científicas que llegaron a la investigación gracias a las políticas de incentivo llevadas adelante durante el kirchnerismo. En Rosario hoy superan en número a los varones. Son 603 investigadoras de 1080 y representan el 56 por ciento. La mayoría llegó a través de las ciencias sociales. En las exactas y naturales tienen menos representación. La tendencia se repite en todo el país, donde las mujeres representan también el 56 por ciento del personal que trabaja en Conicet.

Una de las principales puertas de entrada fue el cambio en los reglamentos de ingreso a la carrera, que extendió la edad para postular de las mujeres que habían sido madres. El límite pasó de 35 a 37 años. Es que la docencia y la investigación son consideradas tareas de alta demanda y muchas no podían responder a los parámetros de Conicet por tener que priorizar el cuidado de hijos e hijas. La política pública fue un proyecto de la investigadora y referente feminista Dora Barrancos y generó el ingreso de cientos de científicas en todo el país.

En Conicet Rosario esta política se ve en las edades de las investigadoras. Las mujeres son más que los varones desde los 20 hasta los 49 años. A partir de los 50 y hasta los 80 los hombres las superan en número. “En los últimos años entraron muchas de las ciencias sociales en temáticas de género. Eso llevó a que hoy en los niveles inferiores haya igual o más mujeres. Cuando se asciende en la pirámide descienden, tanto en número como en cargos de las categorías más altas. Hay carreras como las ingenierías o las ciencias del agro que son muy masculinizadas. Son áreas más impenetrables”, explicó Rovetto en diálogo con El Ciudadano. Y agregó: “Compatibilizar el trabajo de investigación con la vida familiar lleva mucho tiempo y cabeza. Las mujeres lo hacemos igual porque nos explotamos a nosotras mismas sin abandonar otras tareas. También sucede que cada vez hay más mujeres en la ciencia eligen no ser madres. Como cualquier profesión de alta demanda la tendencia es que si el deseo está puesto ahí, dejas de lado proyectos familiares porque la familia se organiza a partir de los cuidados de las mujeres”.

Ella hizo las dos cosas. Volvió a la ciudad como científica repatriada y se dedicó a estudios de comunicación y género. Fue madre de Ema al mismo tiempo que indagaba sobre el trabajo periodístico en las redacciones de la provincia, los discursos de los medios, la iconografía feminista antes y después del Ni Una Menos de 2015, la distribución y representación de mujeres y varones en el ámbito universitario, entre otros estudios. También encontró se hizo tiempo para armar espacios de gestión en la facultad, en la UNR y Conicet. Y militar en espacios feministas para problematizar la agenda de las mujeres y las disidencias dentro y fuera de la academia.

Mujer y niña en la ciencia

En 2015 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró al 11 de febrero Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Lo hizo con el fin de generar políticas y debates sobre el acceso de las mujeres a la carrera científica. El foco también está puesto en la promoción igualitaria de la ciencia las infancias. Distintos estudios en el mundo dieron cuenta de que las niñas son menos motivadas que los varones por la familia y la escuela. Por eso, son pocas las que eligen carreras vinculadas a las ciencias exactas y naturales.

Florencia Rovetto y su hija Ema.

 

En Argentina la proporción casi par entre investigadores e investigadoras se rompe al mirar quienes se dedican a las ciencias naturales y exactas en relación a las sociales. Las estudiantes de carreras como computación, ingeniería e informática no pasan el 15 por ciento. El porcentaje de egresadas sube al 21 por ciento porque las mujeres suelen graduarse más que los varones. Casi no ocupan lugares jerárquicos y están en los eslabones más bajos de la pirámide científica.

“Hay estudios que dicen que ya desde los cinco años las niñas no pueden pensarse como científicas. Son roles sociales asignados desde chicas. Los juegos de ingenio, de astronomía o de dinosaurios los regalan a los chicos. Y a las chicas muñecas y pinturitas”, opinó Rovetto.

Para ella se trata de incentivar la curiosidad y el hacerse preguntas. Y va más allá. Así como hay que pensar en las infancias hay que preguntarse para qué se hace ciencia y con qué objetivos. “La pregunta es qué tipo de investigadora quiero ser, si trabajo para construir un nuevo orden basado en la cooperación y en generar conocimiento para que la gente viva mejor, o si es para que las farmacéuticas y pooles de siempre se llenen de plata. Las y los investigadores formamos parte de una elite. Eso no significa que no suframos el ajuste o que cobremos mucho, sino que somos privilegiados y es importante que pensemos nuestro rol en relación a la sociedad que queremos construir”, agregó.

Protocolos sin financiamiento

Rovetto forma parte del equipo que elaboró el protocolo de atención de situaciones de violencia de género de Conicet. Los protocolos son una herramienta para trabajar las denuncias y situaciones de violencia, acoso y abuso en el ámbito laboral. El año pasado la UNR creó el suyo después de una serie de escraches de alumnas contra docentes que fueron visibles en redes sociales y en los pasillos de las facultades.

La Municipalidad siguió el mismo camino en septiembre de 2018 y en enero el gobernador Miguel Liftschtiz anunció la creación de uno provincial. Lo hizo después de la renuncia de un funcionario del Ministerio de Innovación y Cultura por denuncias penales de violencia laboral y de género.

Según explicó Rovetto, la puesta en marcha del protocolo de Conicet es una tarea difícil porque implica llegar a todos los lugares de la Argentina donde hay investigación científica. Con las políticas de Cambiemos el presupuesto se redujo drásticamente.

A todas las áreas llegó apenas un 40 por ciento de lo necesario para sostener las investigaciones. Para los protocolos apenas alcanzará para algunos viáticos. “Sin financiamiento es como no tener protocolo. Para que funcione hay que capacitar, difundir y generar conciencia. Conicet es muy grande, disperso y muy jerárquico. Para detectar las situaciones hay que llegar a todos los lugares del país”, explicó.

Según la investigadora trabajar violencias en Conicet es más difícil que en la universidad, donde el movimiento estudiantil y los gremios tienen una presencia fuerte. “Al ser tan jerárquico lleva años independizarse. Una investigadora que está en una situación de acoso por parte de un superior, no sólo baja su rendimiento sino que puede terminar dejando la carrera científica”, explicó.

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