El Hincha

Martino: historia del sí más esperado y difícil

Por: Gabriel Pennise.-La vida no se va en una respuesta, el amor puede que sí.

Gerardo Martino, el Tata, vive sus horas más complicadas desde que decidió ser técnico de fútbol. Tironeado por partes iguales en donde se debaten los intereses económicos por un lado y el sentimiento por el otro. Y lo que parecía imposible está por suceder. Martino nunca debe haber imaginado un escenario igual para ser técnico de Newell’s. Este no es el momento que hubiera elegido. Pero le toca decidir, y no hay mucho tiempo por delante.

Newell’s está angustiado por un par de torneos malos, sin técnico porque la dirigencia más allá del Tata optó por echar del cargo a Diego Cagna. Y sus “amigos” (los actuales directivos) no tienen otra alternativa que ofrecerle el cargo. Y los hinchas, que lo idolatran, no al extremo de lo irracional pero si reconociendo mucho de lo que entregó en su época de futbolista, tampoco tienen paciencia para esperar por un tiempo de bonanzas en donde pueda desarrollar su proyecto con tranquilidad.

Es este, y se lo hicieron saber, el instante sublime en que la vida los puso cara a cara. Martino sin trabajo y Ñuls sin técnico, una fórmula que confluye en lo inexorable: ofrecerle el cargo a él. Los dirigentes juegan sus fichas permitiendo que la prensa exprese su pensar. “Hay opciones si el Tata no puede agarrar”, o “hasta que Martino no responda no buscaremos otro técnico”. Presión? No , son declaraciones de todos los días. En donde las redes sociales juegan un papel trascendental. Y los hinchas, mientras tanto, ante el fastidio del propio Martino, colgaron un pasacalle pidiendo por su regreso. En el medio aparecen amigos y su familia, protagonistas de una historia en la que pueden ser absolutamente determinantes. Su hijo Gerardito, que muere por ver a papá Gerardo dirigiendo a su querido Ñuls. Y así, con intenciones o sin ellas, todos alimentan esa gran olla a presión que es la cabeza del Tata.

Por éstas horas, profesionales que colaboran con él llegaron desde Colombia con la oferta concreta sobre la intención de la Federación de aquel país por entregarle su selección, a cambio de una montaña de plata. También se topa con los ojos saltones de los hinchas que lo cruzan por la calle y esperan un guiño del ídolo. Sus amigos de la peña de los miércoles, o de Pan & Manteca. El recuerdo del ya incinerado Galgo Dezotti (víctima del fracaso futbolístico que vive la institución), otro amigo de la vida de jugador, al que le dijo que no cuando lo fue a buscar porque “no era el momento”. Y ya no está para resarcirse.

Todo irá a parar a la misma olla, esa que se calienta a fuego lento en la cabeza del Tata. En la cual descansa una economía frágil, gestiones inconclusas o deficitarias, como la que llevaron adelante los directivos para contratar al Colorado Ré. Las escasas expectativas de contar con futbolistas de primera linea para ayudar en la aventura de formar un gran equipo, hoy ausente por tener un plantel corto en número de futbolistas y muy limitado de talentos.

También  la presión de saber que no será un “sí quiero” propio de un partido de truco de cualquier café de la ciudad. Será jugarse de lleno en una misión compleja, que conduce a un camino cargado de obstáculos, y que deberá sortear con éxito. Algo así como un rally futbolístico en el que la permanencia será el objetivo que no admite fallas.

Y el no, tampoco tendrá el valor de una simple decisión. Nada de lo que diga, ni siquiera el dinero en juego será atendido por la gente. Lucirá como un desplante a la historia, a los suyos, a los que el 25 le pidieron a Dios por los seres más queridos, y en medio de recuerdos cargados de lágrimas, tiraron una onda para que el Tata diga “acepto”. La vida no se va en una respuesta, el amor puede que sí.

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