Espectáculos

Entrevista

Marta Gómez: “Necesitamos recordar que la humanidad es maravillosa”

La cantautora nacida en Girardot está radicada desde hace más de una década en Barcelona . La cantautora Marta Gómez llega a Rosario para presentar “Un silencio que llegó de lejos”, con un concierto de temas propios y ajenos


“Quiero que mi música esté siempre escrita desde la esperanza, desde el «sí podemos», porque vamos a unirnos y vamos a lograrlo”, dijo la cantautora Marta Gómez, con el optimismo a flor de piel y la musicalidad tímbrica de un acento nutrido de sus raíces colombianas y su residencia española que la hacen única. Marta Gómez está de visita en el país donde presenta por estos días Un silencio que llegó de lejos, espectáculo de canciones propias y prestadas en formato dúo junto al bajista Andrés Rotmistrovsky, que esta noche los trae a Rosario.

En este concierto de factura íntima la cantautora colombiana nacida en Girardot y radicada desde hace una década en Barcelona entrelaza sus anhelos y su mutuo amor hacia la música latinoamericana con un repertorio compuesto, en su mayoría, por canciones escritas por ella misma con arreglos de Rotmistrovsky. También revisa canciones de su pasado y reinterpreta obras con las que creció su vocación: de Gardel y Lepera, Luis Alberto Spinetta, Jorge Drexler, Javier Ruibal, Lenine y Piero, entre otros.

Antes de llegar a Rosario, Gómez compartió un extenso diálogo telefónico con El Ciudadano donde habló desde las búsquedas artísticas con la canción hasta su mirada de mujer y madre, y desde las luchas por la paz y las potencialidades del arte para transformar la cruda realidad hasta el compromiso sociocultural y humano para construir una esperanza para las próximas generaciones.

—¿Cómo estás viviendo el regreso a la Argentina?

—Yo vengo feliz siempre. Tengo que confesar que es al país que más me gusta venir porque siento que hay un amor hacia la música y no solamente hacia mí. Es un país en lucha constante pero además uno que es consciente. Acá hay un amor hacia la vida y el arte que es distinto. En todo el mundo estamos en lucha, en guerra y viviendo injusticias pero a veces es una lucha pasiva y adormecida que acá, en cambio, siento que moviliza al pueblo. Es un pueblo latiendo, luchando. Y en esa resistencia también está el arte. Que suceda me llena de esperanzas.

—¿En qué consiste “Un silencio que llegó de lejos” con el que volvés a Rosario?

—Es un concierto absolutamente distinto a todos los que hice. Siempre viajé con un quinteto y ahora lo hago a dúo de bajo y voz. Es algo que me encantó porque es un formato de cantautor que no me atrevía a experimentar. Pero en Suiza, un productor nos invitó a Andrés y a mí a realizar tres conciertos que nos obligaron a sentarnos a trabajar el formato. Yo tenía miedo porque me gustan los ritmos y acá soy la única cantando. Pero me sentí absolutamente libre, sin esfuerzos. No necesité cantar fuerte, con susurrar alcanzó para llenar el escenario. Fue una maravilla y, a raíz de eso, sacamos el espectáculo a otras partes. Es una joya; es como estar en el living de mi casa componiendo o ensayando pero con público presente.

—El repertorio está integrado por canciones propias y ajenas. ¿Cómo se armó ese listado?

—Hay canciones mías de hace quince años que no volvimos a cantar y con las que volví a  enamorarme, también nuevas compuestas para este concierto y este formato de bajo y voz y que no están ni grabadas, y por primera vez hay temas compuestos por otros que nos pareció lindo sumar porque son canciones con las que crecimos: de Piero, de Spinetta, de (Javier) Ruibal.

—Naciste en Colombia pero elegiste Europa para vivir. ¿Cuáles son tus búsquedas compositivas en relación con el mundo en el que vivís hoy?

—A mí me gusta mucho pensar mis canciones en relación con la esperanza más que hacia el miedo o la rabia que son emociones absolutamente válidas, por supuesto. Yo trato que mis canciones den esperanza que no es lo mismo que olvido, distracción o entretenimiento que también son válidas pero no es lo que yo hago. Me gusta que haya cierta esperanza porque eso es lo que vivo en el mundo. Soy una persona muy optimista; sé que hay guerras y que el mundo es horroroso pero trato de mirar y compartir el trabajo de esos humanos ejerciendo, como cuando veo a ese profesor que en una escuelita lejana hace algo por sus alumnos. No comparto las masacres porque ya hay mucho de eso y necesitamos recordar que la humanidad es maravillosa y también somos capaces de hacer cosas hermosas. Cada vez que hay elecciones voy a votar con todas mis esperanzas aunque sé que no ganará mí candidato. Nunca voté por alguien que ganó. Siento que hay una esperanza por cambiar el mundo y por eso también voy a las manifestaciones. Estamos en un tiempo donde se retrocede en derechos. En países como Estados Unidos, donde el aborto era legal, ahora vuelve a condenarse. Es increíble cómo vamos para atrás pero hay muchos que seguimos creyendo. Cuando una está en contacto con niños, y a mí me encanta estarlo, y ahora que soy mamá mucho más, no te puedes rendir: tienes que seguir prometiéndoles que el Polo no se va a derretir, que no nos vamos a morir. Quiero que mi música esté siempre escrita desde la esperanza, desde el «sí podemos», porque vamos a unirnos y vamos a lograrlo.

—En España, los ciudadanos vuelven a escuchar a trovadores emblemáticos de los 70 y 80 como Serrat o Pablo Milanes que hablan de utopías. ¿Qué lectura hacés de la escena musical española y latinoamericana donde tenés presencia?

—Me gusta que me lo digas porque es verdad que volvemos a oír a los viejos: a Serrat, a Pablo y a Silvio Rodríguez que siguen cantando y la gente sigue yendo a verlos. Una les transmite el gusto musical a sus hijos. Yo no soy de la generación de Piero, lo escucho porque mis padres lo oían y ahora a mi hijo también le encanta. Hay herencias musicales y además la música es una necesidad. Tratan de decirnos que no y embrutecernos con reggaetón pero si tú vas al centro de tu soledad, de tu espíritu, hay música y necesitas canciones; algo que se conecte contigo. Hay gente que va a un concierto a verme por primera vez y llora. Y no es que yo esté tocando algo divino sino que conecté con el alma de otra persona y a mí me pasa lo mismo al ver artistas. Es bonito que sintamos esa conexión porque es humanidad. La música es mi manera de conectar y de decirle al sistema, a los que nos gobiernan mal, que no han ganado, que todavía tenemos bailes y danzas folclóricas. El arte no muere, resiste, pero tenemos que rescatarlo cada día.

—Hablaste del silencio como lugar donde hay una suerte de reserva musical. La gira se denomina “El silencio que llegó de lejos”. ¿Qué lugar le asignás al silencio y cómo resignificás ese título?

—Me encanta el silencio y lo defendí siempre. Justamente porque crecí en un mundo sin redes sociales ni teléfonos celulares. En los silencios compongo. Pero me di cuenta que nos están arrebatando hasta el silencio. Busco y defiendo el silencio. Y en los conciertos me gusta, y en las películas que miro también. No puedo concebir que no haya un segundo sin ruido, sin música aunque sea bonita. Una de las canciones que cantamos en este show se llama “El museo de las distancias rotas”, de Jorge Drexler, que  dice: “Un silencio que llegó de lejos”. Me encantó la frase porque venimos de lejos y porque el silencio es lo que impera en el concierto. Hay espacios para oírnos, incluso escuchar los errores que son algo que no valoramos. Siempre le digo a mi hijo que los errores son maravillosos porque de allí surgen la mayoría de acordes raros.

 

***Marta Gómez, junto al bajista Andrés Rotmistrovsky presentará su espectáculo Un silencio que llegó de lejos, este sábado a la noche, desde las 21.30, en el Teatro de la Plataforma Lavardén, de Sarmiento y Mendoza, donde también se encuentran a la venda las entradas

Comentarios