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Mariano Junco dejó de ser el entrenador de Atalaya: “No sé si me va a tocar vivir algo así otra vez”

"Es el final de un ciclo hermoso y creo que también dejo una puerta abierta", explicó el técnico, quien ahora analiza cómo continuará su carrera. Marcó una era brillante en el Azul y en el básquet local


El final de un ciclo así merecía cancha llena, aplauso y emoción para que una era exitosa tenga su justo corolario. Pero claro, a la pandemia poco le importa darle un marco feliz a la despedida de un entrenador, se relame en su reino de maldad, temor e incertidumbre. Y aunque no fue la única razón para el adiós, el coronavirus aportó una gran cuota para que después de cinco años los caminos de Mariano Junco y Atalaya se separen.

A pesar de los éxitos locales, de las buenas campañas en el Federal y de la proyección de valores, el desgaste para la dirigencia y el cuerpo técnico fue muy grande; mantener al equipo jugando a nivel nacional necesita de una inversión enorme de tiempo, gestión y dinero. Un esfuerzo que cada temporada es más grande y que en este momento tiene más dudas que certezas. Y, de común acuerdo, el entrenador y la dirigencia creyeron conveniente dar por concluida la relación en buenos términos, y obviamente con inmejorables memorias de lo logrado.

El miércoles por la tarde llegó la noticia en redes sociales, luego la confirmación del club y del entrenador, quien tuvo sentidas palabras: “Hace cinco años y medio llegué al Club Atalaya con la ilusión de comenzar un proyecto deportivo. El camino fue tan lindo que me dejó miles de historias, alegrías, tristezas y aprendizajes. Me dejó gente querida y amigos para toda la vida. Hoy me toca despedirme, sabiendo que voy a estar deseando en algún momento volver a sentir toda esa pasión, esa alegría que sólo el mundo Atalaya te puede dar”.

“Fueron muchos logros, pero lo más lindo ha sido poder irme con la tranquilidad de haber dejado algo. Fui muy feliz. Agradezco de corazón principalmente a los jugadores, a mis compañeros entrenadores, a todos los dirigentes y sus colaboradores y a cada uno de los hinchas que nos hicieron emocionar con su alegría en cuanta cancha del país nos tocó jugar. Eternamente gracias a todos”, escribió el entrenador, quien cerró el hilo en Twitter con una foto de la hinchada festejando y el lema “la alegría de este barrio nunca la voy a olvidar”, que suele usar la hinchada del Azul.

Todavía con la presión alta de tamaña determinación, Junco charló con El Hincha mientras su celular estallaba de mensajes, saludos e hinchas sorprendidos por la noticia.

—¿Ya caíste de la magnitud en la determinación que tomaste?

—Un poco cuando hablé con los jugadores para despedirme y contarles, fue un momento triste porque tenemos un vínculo muy fuerte, pero había llegado el momento y había que cerrar el capítulo.

—¿Cómo fue la charla con la dirigencia?

—Fue en buenos términos, es verdad quizás que a ellos les sorprendió un poco mi idea, pero charlé con la presidenta Sol Nieto, y con dirigentes y referentes del básquet para contarles del momento que paso en mi vida, de situaciones de intimidad de mi familia y de lo que yo creo que es lo mejor para mí. Es el final de un ciclo hermoso y creo que también dejo una puerta abierta.

—Además, se da en un momento muy especial por la pandemia

—Es una situación muy difícil para los clubes porque todos los esfuerzos deben abocarse a mantener la estructura con muy pocos recursos. La competencia no asoma en el corto plazo y por eso es un contexto muy particular. Lo que sí lamento mucho es no poder despedirme en la cancha.

—¿Puede ser que también este ciclo en Atalaya haya tenido un techo?

—Para mí el techo deportivo fue en el cierre de la anterior temporada del Federal. Fue la experiencia más movilizadora que viví. El quinto juego en Bahía Blanca ante Villa Mitre con toda la hinchada de Atalaya como visitante. De lo más lindo que se pueda sentir. Y después lo reafirmamos con el título de la Superliga en el que el equipo mostró superioridad.

—Fueron muchos años peleando arriba

—Mucho tiempo de alto rendimiento. A nivel local de seis torneos ganamos cuatro y fue el primer equipo que me tocó dirigir en primera división. Si repaso lo que hicimos en inferiores y en el femenino fueron once títulos para el club y la verdad no sé si me va a tocar vivir algo así otra vez, también con la forma de juego que tuvimos.

—¿Sabés que quedaste en la historia del club?

—Fue lindo, lo disfruté mucho junto con una gran compañera como es Antonella Quattroqui (la preparadora física del equipo) quien estuvo también desde el inicio y fue muy importante. Si bien no quiero hacer nombres, aprendí mucho de los jugadores, ellos transpiran humildad, son agradecidos y yo les estoy agradecido. Y después está lo de la gente el día a día, demostraciones de cariño en todas partes y ahora que se supo que me iba estoy recibiendo muchos mensajes. Son cosas que suceden sólo en los clubes de barrio y que conocen sólo los que pasan por clubes así.

—¿Y ahora?

—La pandemia me puso a analizar varias cosas, porque desde 2013 estaba dedicado full time al básquet y me planteo un cambio de vida, metas presentes y a futuro que también tienen que ver con el estudio y estar ligado a otras cosas que no sean exclusivamente de básquet. Pero es lógico también que estoy analizando una propuesta muy firme y otra que es una posibilidad y que de acá a unos días decidiré qué camino voy a tomar. Hace poco me tocó decirle que no a una chance en el exterior y tuvo que ver también con esos cambios que quiero en mi vida.

Junco asumió la conducción técnica del equipo masculino de Atalaya en aquellos primeros días de 2016 tras realizar un exitoso proceso en el femenino. Seguramente no imaginaba lo que se venía, que fue la época más prolífica del club en títulos (dos 2017, uno en 2018 y el de 2019), una temporada positiva en la Liga Provincial y campañas exitosas a nivel nacional en el Torneo Federal.

Antes de tomar el masculino, tuvo la chance de pasar a Puerto San Martín pero una reglamentación de la Rosarina sobre dirigir dos clubes diferentes se lo impidió. El destino lo hizo quedar a cargo del Azul algunos meses después y comenzar esta enorme historia, que también incluye la proyección de jugadores y exitosas tareas en las ligas provinciales de categorías formativas.

Ahora llegó el momento del adiós, sopesado, analizado, aunque en un contexto que a nadie pude darle felicidad, porque fue lejos del básquet. Sin embargo, flota la sensación de que a esta historia le falta una parte y que será cuestión del destino saber cuándo los caminos de Atalaya y de Mariano Junco volverán a juntarse.

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