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Mariani y Tuñón, dos ácratas de letras potentes y sensibles

Por: Carlos Solero.- Roberto también fue un activo propagandista del anarquismo y Enrique, uno de los grandes pilares narrativos e ideológicos


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Enrique González Tuñón nació en Buenos Aires en 1901, en el porteño barrio de Once. Comenzó a escribir a los 22 años, como colaborador en el semanario El Noticiero y también en las revistas Inicial o la popular Caras y Caretas. Fue autor de las contratapas del mítico diario Crítica, dirigido por Natalio Botana y sus textos también formaron parte de proyectos como la revista Contra, editada por su hermano el poeta y periodista Raúl González Tuñón. No cesó de escribir hasta que en 1943 cayó abatido en Cosquín por la tuberculosis. Un contemporáneo y amigo, el poeta César Tiempo, afirma que Enrique fue uno de los exponentes de la corriente literaria de Florida que editaba la revista Martín Fierro y también gestor, junto a Oliverio Girondo, de algunos de los “epitafios” más agudos en los duelos poéticos con sus contrincantes de Boedo.

De clara orientación ideológica anarquista, E. González Tuñón plasmó su sensibilidad narrativa en crónicas memorables que muestran la irritante desigualdad y el contraste entre las clases sociales adineradas y dominantes respecto de los proletarios que habitaban los míseros conventillos. En el libro Camas relata las desventuras de los jornaleros que alquilaban por horas un lecho para su descanso, hombres que para comer un plato cada día debían concurrir después de largas jornadas de trabajo a un fondín al que Enrique bautizó “El puchero misterioso”. El misterio era el contenido de los ingredientes de las ollas del establecimiento, regenteado por un inmigrante hispano de mal talante.

Enrique González Tuñón fue polifacético, pues además de su labor de escritor, periodista y poeta, era pintor, neurólogo y guionista de cine. Algunas de sus obras fueron Mañana me suicido, (1942) o Pasión imposible (1943). Hizo letras de tangos como: Pa’l cambalache, escrito junto a Rafael Rossi e interpretado en 1929 por Carlos Gardel, además de piezas teatrales, sainetes y folletines.

“La frase, que se atribuye a Enrique González Tuñón, la reveló su hermano Raúl, quizá una de las personas que lo conoció más profundamente. En la semblanza “Mi hermano Enrique”, se sintetiza el perfil y el devenir vital de uno de los pilares narrativos de la cultura popular rioplatense.

Roberto Mariani fue un escritor y luchador social.

En esta época en que abundan los que especulan con “la corrección política” o bien exhiben su desencanto de post modernos, que se sienten más allá del bien y del mal aunque los acontecimientos de la realidad social apremien, vale la pena evocar al poeta, escritor y luchador social libertario Roberto Mariani.

Mariani nació en el populoso barrio proletario de La Boca del Riachuelo en Buenos Aires, en julio de1893. Trabajó como periodista en el diario Los Andes de Mendoza y publicó relatos breves en La Semana, fue también colaborador de Nueva Era y fundó la revista ácrata Extrema Izquierda.

Roberto Mariani, dio a conocer en 1922 su poemario Las acequias, pero se hizo célebre por sus Cuentos de la oficina (1925), libro en el que a través de sus relatos describe la anodina vida cotidiana de “los trabajadores de cuello duro”, narra las desventuras de las personas que transcurren sus jornadas encerradas en oscuros edificios ministeriales. Estos cuentos padecieron la misma alienación que la de la mayoría de los trabajadores habitantes de las grandes ciudades del siglo XX.

En 1926 Mariani publica El amor agresivo y realiza una semblanza de los encuentros y desencuentros ciudadanos en historias de amor y desamor del ámbito urbano. Es dable destacar su faceta de ensayista, que analizó la narrativa del francés Marcel Proust y la dramaturgia del itálico Luiggi Pirandello. En 1932 se publica la novela En la penumbra.

En 1938 Mariani da conocer en el Teatro del Pueblo, fundado y dirigido por Leónidas Barletta, la obra Un niño juega con la muerte. Son tiempos de la cruenta Guerra Civil Española y antesala de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora bien, Roberto Mariani no sólo escribió novelas, cuentos, crónicas y poemas, sino que también fue un activo propagandista del anarquismo, participando en la campaña a favor de los obreros ácratas Sacco y Vanzetti, publicando en 1927 en el diario Crítica un encendido alegato a favor de los obreros asesinados en EE.UU. por sus luchas e idearios.

Roberto Mariani desempeñó diversos oficios, entre otros el de bancario en una entidad estatal de cual fue excluido por difundir literatura revolucionaria e intentar la organización gremial de los trabajadores.

Amigo de Roberto Arlt, Roberto J. Payró y Enrique González Tuñón, columnista de la épica Revista Claridad, Roberto Mariani murió de un infarto en 1946, legándonos una obra literaria perenne y de explícito compromiso con la noble causa de la emancipación humana.

 

 

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