Espectáculos

María Eva: canciones vivas para aprovechar el tiempo

El jueves a las 21, María Eva Albistur trae sus canciones a McNamara, acompañada por Tito Losavio y el rosarino Fernando Kabusacki. La cantante y bajista habla de su tercer disco titulado "Más ahora que después".

Por Javier Hernández 

María Eva tocó en una de las giras de Sabina

Dueña de una frescura que sume a cada canción en una intensa y equilibrada sintonía con el tiempo, esta noche, a partir de las 21, María Eva Albistur llega a McNamara (Tucumán 1016) para presentar su último disco titulado Más ahora que después.

Compuesto por diez canciones en donde su inconfundible voz se mezcla con las guitarras de Tito Losavio y Fernando Kabusacki, y la batería de Javier Martínez Vallejo como formación fija, Albistur también contó para la ocasión con los aportes de Javier Malosetti, Fernando Samalea, Aaron Johnston, Fernando Nalé y Deborah de Corral, entre otros.  

Después de cinco años viviendo en España, donde compartió escenario como bajista y cantante de la gira mundial “19 Días y 500 Noches”, de Joaquín Sabina, a su regreso comenzó a producir este disco al que consideró como “un homenaje a toda la música que había escuchado, al rock nacional, a bandas como La Máquina, Seru Giran, Invisible, Pescado Rabioso”.

Asimismo Más ahora que después se presenta como un llamado de atención sobre cómo vivir la vida para “reaccionar, y no estar esperando a que las cosas sucedan, sino entrar en acción”, dijo su mentora.

La bajista también colaboró con Charly García

En diálogo con El Ciudadano Albistur adelantó cómo será su primer recital en Rosario, cómo empezó a diagramar el álbum y la conexión que estableció con sus invitados.

—“Más ahora que después” indefectiblemente es un disco que habla del tiempo; ¿por qué sale en este momento?

—El disco llevó un largo trabajo y ahora fue cuando sentí que estaba listo. Lo que dice del tiempo es que básicamente la vida es hoy y hay que reaccionar, y no estar esperando a que las cosas sucedan, sino entrar en acción. El título encierra el concepto de todas las menciones que del tiempo hacen las canciones.

—Es un disco bastante sintético. ¿Cuál es tu fuente de inspiración a la hora de componer?

—El disco tuvo muchas idas y vueltas, pero que coincidieron con mi vuelta a la Argentina después de muchos años. La vuelta hizo que se produjera en mí un cambio que me llevó a que sienta el disco como un homenaje a toda la música que había escuchado, al rock nacional, a bandas como La Máquina de Hacer Pájaros, Seru Giran, Invisible, Pescado Rabioso.

—Cinco años en España; ¿cómo llegaste a trabajar con Joaquín Sabina?

—Yo vivía en New York y me llamaron para hacer la gira de “19 días y 500 noches” y ahí me mudé a España. Fue mi primer trabajo grande con la posibilidad de viajar por todo el mundo y conocer los grandes escenarios. La verdad es que no conocía mucho a Sabina, tampoco sus canciones, tenía un concepto más global de lo que era, pero fue un trabajo; no fue como en el caso de Charly (García) cuando me llamó para hacer el disco Kill Gil, porque él sí había sido alguien muy importante en mi vida.  

—¿Por qué pasó tanto tiempo desde “Avatar”, tu segundo trabajo?

—En el medio hice un montón de producciones para otra gente, trabajos y cosas que hicieron que no pueda poner toda mi energía en el disco. Pero también todas esas cosas que pasaron fueron condición del rumbo del disco: todo pasa por algo. El disco es el resultado de todas esas vivencias.

—A nivel musical llama la atención que sea un disco que no hace uso de teclado; ¿hubo algún motivo estético?

—Sí, fue una decisión. Quería una sonoridad que para mí tenía que ver con algo orgánico, más crudo, con un sonido que representara una época. En Avatar usé muchos teclados y programación; este disco en cambio no tiene nada de eso. Me gustaba que fuera un disco de guitarras, bajo y baterías, tratando de encontrar, sólo con esos elementos, el equilibrio justo de la canción.

—Contaste con la colaboración de varios músicos invitados; ¿qué aportes le dieron al sonido?

—Todos los que trabajaron en este disco son personas con las que tengo una amistad y vengo compartiendo el camino de la música. Fue un acercamiento natural, y todos participaron desde su lugar, desde donde en algún sentido aportaron su arte en pos de la canción que fueron a grabar. Todo tiene un sentido del porqué de sus participaciones; sin embargo de repente aparece gente que ni te esperabas: los discos hacen su camino propio y yo confío en eso también.

—Según dijiste en este disco “todo tomó más foco y se descorrió un velo que había en los (discos) anteriores”. ¿Cómo empezaste a diagramarlo?

—Esto surge porque estoy todo el tiempo en el estudio, compongo y todo el tiempo estoy creando. A la hora de hacer un trabajo busco un concepto global, como lo que hablábamos del sonido de las guitarras. En este caso son un grupo de canciones que tenían un peso propio para terminar siendo un trabajo editado, tenía algo que ofrecer y pensé que era el momento de sacar un material nuevo.

—Tocás por primera vez en Rosario; ¿cómo pensaste el recital?

—Vamos a hacer todos los temas del disco nuevo y de otro material inédito que estoy preparando. En principio no estamos pensando en hacer temas viejos porque en este momento me gusta tocar temas que tienen que ver más con mi momento actual.

—¿Cómo te sienta tocar el bajo y al mismo tiempo cantar?

—El bajo es el instrumento que más me acompañó a lo largo de la vida así que es como una situación natural.

—¿Genera muchas dificultades en vivo?

—Es medio complicado pero encontré una forma que me es más sencilla. Durante mucho tiempo pensé que no iba a tocar el bajo (y cantar) y finalmente me di cuenta que en realidad es ponerse y que tampoco es tan complicado como parece.

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