Espectáculos

María Elena, por siempre vigente

La artista escribió cuarenta obras y grabó una veintena de trabajos musicales. Se cumple el primer aniversario de la muerte de la célebre María Elena Walsh, quien supo cautivar a varias generaciones de argentinos, y lo sigue haciendo.

Hace un año, los argentinos comenzaban la semana despertando con una dolorosa noticia: a los 80 años, y tras una larga internación, fallecía en Buenos Aires la cantautora y escritora María Elena Walsh, símbolo de la literatura y la música que supo consolidar el imaginario de varias generaciones de argentinos con su prosa bella y precisa.
Autora de célebres canciones como “El reino del revés”, “La vaca estudiosa” y “Manuelita”, la artista dejaba físicamente el mundo pero se convertía en leyenda, y dejaba un trascendental legado cultural que comprendería más de cuarenta obras literarias y una veintena de trabajos musicales.
En 1981, con tan sólo cincuenta años, se le diagnosticó un cáncer óseo del cual se recuperó luego de un intenso tratamiento que duró más de dos años. Walsh haría referencia a su padecimiento en su última novela titulada Fantasmas en el parque (2008).
En ese trabajo, un libro con un gran componente autobiográfico, evocó lugares que visitó, personas que conoció, libros que leyó, terrores y pesadillas que padeció, y además convocó a amores, amigos y maestros. Allí hizo referencia a su pareja, Sara Facio, como su “gran amor, ese amor que no se desgasta sino que se transforma en perfecta compañía”, noticia que significó la primera mención pública de una relación que se expresó desde antaño en su intimidad cotidiana.
En una de las pocas notas que supo conceder, el 2 de noviembre de 2008, María Elena explicó los sentimientos que le despertaba la palabra “póstumo”. “Es como una burla. Creo que lo póstumo, si uno lo piensa en función de su propia posteridad, es una especie de chiste. Pero en otro sentido pienso que es una palabra simpática, porque hay mucha obra póstuma por la que hemos conocido a grandes autores o artistas”.
En 2010, luego de haber librado una batalla contra la recurrente enfermedad que padecía desde hacía tiempo, la salud de la escritora se deterioró progresivamente hasta que debió ser internada de urgencia y falleció en la mañana del caluroso lunes 10 de enero del año pasado.

Cultivando su primer mundo interior

La historia de María Elena comenzó en Ramos Mejía, el 1º de febrero de 1930, cuando nació como la hija del jefe de la estación del Ferrocarril del Oeste, una niña criada por empleadas sajonas (su padre era irlandés) que pronto empezó a cultivar un mundo interior al que volvería durante toda su vida.
Para ella, ese mundo infantil que traducía en sus canciones y poemas con un humor zumbón que nunca renunciaba a la poesía, fue el que nutrió una obra que despejó para siempre el arte y el teatro para chicos.
Instalada en Capital, a los 12 años, ingresó en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano donde fue condiscípula de Sara Facio y otros futuros notables, y a los 15 publicó su poema “Elegía”. Tras la muerte de su padre, a los 17, sorprendió con el poemario Otoño imperdonable, que resultó segundo Premio Municipal de Poesía con un jurado que confesó no darle el primer lugar “por ser (ella) demasiado joven”.
Desde Leda y María hasta “Manuelita”

Poeta y narradora, intérprete de folclore junto con Leda Valladares, con quien mantuvo también una relación sentimental, cantautora de niños y adultos, defensora de los derechos de la mujer y adalid de la libertad de expresión en tiempos de dictadura, su obra fue profundamente renovadora. El dúo apuntaba a un público infantil con temas que marcaron la infancia de varias generaciones como “La vaca estudiosa”, “El reino del revés”, “La mona Jacinta”, “Milonga del hornero”, “La pájara pinta”, “Canción del jardinero” y “Manuelita”, ésta última, parte del disco Doña Disparate y Bambuco, de 1962.
A partir de 1963, se conviritó en un referente nacional en música infantil lo que, no obstante, no la llevó a abandonar la creación dirigida a los adultos con temas que ponían énfasis en la justicia social, el feminismo y el pacifismo.
Vida política y contradicciones

Censurada por la última dictadura militar en la década del 70, María Elena Walsh se manifestó, en un primer momento, en favor del accionar militar frente a los grupos armados, por entonces denominados subversivos, aunque luego criticó abiertamente el mecanismo de censura impuesto por el gobierno de facto.
Más allá de sus claras posturas feministas y de definición sexual, que en su época se decían en voz baja, María Elena Walsh se manifestó hastiada por las bajezas del mundo intelectual donde se mezclaban las pequeñas almas con obras como la suya.
En 1997 protagonizó otra polémica al cuestionar la extensión de un ayuno prolongado de docentes de la Ctera quienes reclamaban la sanción del proyecto de ley de Financiamiento Educativo en medio de la famosa Carpa Blanca instalada frente al Congreso.
Tributos y reconocimientos

A pesar de algunas frases polémicas, en 1985 Walsh fue designada por el entonces presidente Raúl Alfonsín como integrante del Consejo para la Consolidación de la Democracia. Ese año, fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, y en 1990 Doctor Honoris Causa de la Universidad de Córdoba, entre otros títulos.
En 1999, Manuelita la tortuga llegó al cine en dibujos animados de la mano de Manuel García Ferré. La magnitud de ese trabajo hizo que en 2008 Gerardo Sofovich dirigiera en la calle Corrientes su homenaje Varieté para María Elena.
Otro de los múltiples tributos que recibió quedó plasmado en Cantamos a María Elena Walsh (1997), un disco que grabaron artistas de la talla de José Luis Perales, Joan Manuel Serrat, Patricia Sosa, Ana Belén, León Gieco, Víctor Heredia, Víctor Manuel, Juan Carlos Baglietto, Teresa Parodi, Pedro Aznar y Lito Vitale.

Canciones y historias que son para toda la vida

La obra de Walsh ocupa un sitio relevante en la cultura de los argentinos. Al menos tres generaciones pueden dar fe de esto. Tanto sus canciones infantiles, únicas en su especie, como su vasto y brillante repertorio adulto, han enriquecido el imaginario y la sensibilidad de más de una generación. Sus libros de poemas y relatos siguen alimentando el mundo de lecturas de escuelas y jardines, mientras la ironía de “Los ejecutivos” o la sutil melancolía de “El 45” forman parte del núcleo inoxidable de la canción popular.
Nutriéndose de diversas tradiciones, desde las canciones de cuna inglesas hasta las coplas folclóricas y desde el absurdo de Lewis Carroll a la variada paleta de la música popular latinoamericana, María Elena logró la proeza a la que ella misma supo referirse en su poema “Cantar canciones”: “Quién pudiera/ cantar una canción/ cualquiera, sencilla/ como el agua de la canilla/ Canción que pronto se olvida/ pero dura toda la vida”.

Dos biografías

En Como la cigarra (2011), segunda versión de la biografía de Walsh escrita por Sergio Pujol, aparece la figura de una mujer excepcional en el campo de la canción popular, infantil y de la literatura de ese género que logró éxitos a partir de un arte considerado menor. “Trabajé un año, examinando con más cuidado algunas cosas, como la etapa junto a Leda Valladares, continué la biografía hasta la muerte de María Elena y me animé a abordar un poco más abiertamente las relaciones sentimentales”, dijo el escritor sobre la reedición del libro.

 

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