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Mao: 41 años sin el Gran Timonel

El jueves 9 de septiembre de 1976 murió en Pekín el controversial “padre de la nueva China”, bajo cuyo liderazgo el coloso asiático fue protagonista del mayor cambio de su historia y fue potencia mundial.


zzzzinte1Visitors to Tiananmen Gate take their picture under the giant portrait of the late Communist Party leader Mao Zedong, 06 September 2006. Mao, who died 30 years ago on 09 September 1976, was the architect of the Cultural Revolution that killed millions and took China to the brink of collapse but is still revered by many across China as a god-like figure. AFP PHOTO/Peter PARKSzzzz

Hace 41 años, la madrugada del jueves 9 de septiembre de 1976, murió en Pekín Mao Tse Tung, el controversial “padre de la nueva China”, bajo cuyo liderazgo el coloso asiático fue protagonista del mayor cambio de su historia al pasar de semicolonia despojada a potencia mundial, y de autarquía milenaria a Estado socialista.

Estadista, titular del Partido Comunista de China, fundador de la República Popular China y su máximo dirigente desde su creación en 1949 hasta su muerte, Mao fue venerado en su país, denostado por muchos en el exterior y estudiado en el Tercer Mundo.

Mao se presentaba como aliado de los campesinos y trabajadores y como enemigo de los terratenientes, de los hombres de negocios y de las potencias occidentales. Sostenía que el socialismo era la única salida para China porque las potencias occidentales, y en especial Estados Unidos, no permitirían que su país avanzara bajo un régimen capitalista.

Y aunque la República Popular China es hoy una potencia capitalista muy distinta de aquel Estado que Mao pergeñó en los fragores de la Revolución Cultural, la imagen del Gran Timonel aún genera amores y odios. Rodeada por un halo de silencio oficial, la figura de Mao es recordada con afecto en su ciudad natal, Shaoshan, y en varias regiones de China, aunque en otras y en buena parte del mundo se lo señala como el dictador sanguinario responsable de la muerte de millones de personas y de las terribles purgas de la Revolución Cultural.

Hoy, leer al creador de la República Popular China podría cuestionar la gestión del partido que la gobierna desde entonces.

Mientras, los nuevos libros de texto que utilizan los estudiantes secundarios de Shanghai, gran motor económico del país y a veces también laboratorio de futuras medidas políticas, se limitan a mencionar a Mao en un capítulo sobre protocolo. Y la etapa del comunismo anterior a la apertura económica puesta en marcha por su sucesor, Deng Xiaoping, en 1979, queda reducida en los nuevos libros a unas pocas líneas.

Con todo, los seguidores de Mao afirman que éste logró grandes éxitos. Por ejemplo, antes de 1949 el analfabetismo en China era del 80% y el promedio de vida de la población apenas llegaba a los 35 años. A su muerte, el índice de analfabetismo había caído al 6% y el promedio de vida se había duplicado a 70 años. La población china durante el período de Mao aumentó un 57%, llegando a 700 millones, comparado con los 400 millones que habían permanecido constante entre las Guerras del Opio y la Guerra Civil China.

Los seguidores de Mao también sostienen que bajo su gobierno China se industrializó y se deshizo de un siglo de humillaciones a las que la sometieron las potencias occidentales y surgió así como una gran potencia mundial.

Hijo de un campesino pobre que logró alcanzar gran prosperidad gracias a su esfuerzo, Mao Tse Tung nació el 26 de diciembre de 1893 en Shaoshan, provincia de Hunan. Fue ayudante en la biblioteca de la Universidad de Pekín. Participó en la fundación del PCC en 1921. Tras la ruptura con el Kuomintang (en chino, Partido Nacional del Pueblo) en 1927, dirigió una revolución de base campesina, organizó el Ejército Rojo y formó un gobierno revolucionario en la región de Hunan.

Derrotado por las fuerzas nacionalistas del general Chiang Kai Shek, líder del Kuomintang, el ejército comunista inició la Larga Marcha, entre octubre de 1934 y octubre de 1935, hasta la provincia de Shanxi. En la que es considerada la marcha más sorprendente de la historia, unos 100 mil comunistas cercados por los nacionalistas abandonaron Kiangsi Fukien en China meridional y emprendieron una marcha cargados con sus pertrechos militares y el variado instrumental de su gobierno disidente: prensas de imprenta, lingotes de oro, propaganda y documentos.

Primero se dirigieron hacia el oeste y luego al norte hasta refugiarse, después de un año, en la remota provincia noroccidental de Shanxi. Habían caminado más de diez mil kilómetros a través de 11 provincias, cruzando parajes accidentados con ríos, montañas y pantanos y en lucha sin tregua contra los nacionalistas, huestes de caudillos independientes y tribus hostiles. Sólo uno de cada 13 hombres sobrevivió al duro año de calamidades. Esta asombrosa epopeya transformaría la imagen de la China contemporánea. Durante ese duro período Mao se consolidó en la dirección del PCC, que no dejó hasta su muerte.

Tras una tregua con el Kuomintang para enfrentarse conjuntamente con los invasores japoneses (1937-1945), Mao dirigió al Ejército comunista a la victoria en la guerra civil contra los nacionalistas de Chiang Kai Shek y el 1º de octubre de 1949 se proclamó la República Popular China. Mao fue el presidente del Consejo de Ministros y desde 1954 presidente de la República. China se alineó con la Unión Soviética (URSS) en el inicio de la guerra fría y firmó la alianza chino-soviética el 14 de febrero de 1950.

También apoyó a Corea del Norte e intervino de forma decisiva en la guerra de Corea. Además, reconoció la República del Vietminh y apoyó a los comunistas vietnamitas en su lucha contra Francia. Muerto Josef Stalin, Mao apoyó a su sucesor al frente de la URSS, Nikita Kruschev, en el problema de Hungría (1956), recibiendo a cambio el acuerdo, de 1957, de transferencia de tecnología nuclear. Sin embargo, las relaciones chino-soviéticas se deterioraron rápidamente. Mao denunció la desestalinización y la coexistencia pacífica, sospechando con razón que la URSS no veía con buenos ojos que China se convirtiera en una gran potencia.

La ruptura con los soviéticos culminó en 1960-1962 y tras ella Mao inició una política de lucha contra el imperialismo norteamericano y lo que él denominaba revisionismo y socialimperialismo soviético. Apoyándose en los movimientos del Tercer Mundo, surgidos en la lucha anticolonial, llamó a la revolución mundial.

El fracaso del Gran Salto Adelante (1957-1961), que constituyó un intento de sustituir el Estado burocrático por un sistema celular de comunas locales autónomas, unidas por una ideología común, lo condujo a quedarse en la sombra. Mao recién volvió a escena con la Revolución Cultural proletaria, un convulsionado proceso de transformación social que tuvo lugar en China, desde 1966 hasta 1976 –aunque su auge no duró hasta más allá de 1969–, y constituyó el mayor movimiento de masas tras la llegada al poder del régimen comunista.

Tras los enfrentamientos fronterizos con la URSS en el río Ussuri en 1969, Mao protagonizó un espectacular acercamiento a Estados Unidos, simbolizado en la visita del presidente norteamericano Richard Nixon a Pekín en 1972. Esta aproximación permitió que la China popular accediera a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), hasta ese momento detentado por el gobierno de la China nacionalista de Taiwán. Esa fue la última gran jugada de Mao en el tablero internacional.

El jueves 9 de septiembre de 1976, pocos meses antes de cumplir los 83 años de edad, Mao murió enfermo de Parkinson, esclerosis amiotrófica y enfisema.