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Maniobras para eludir buitres y Congreso

Por: Carlos Burgueño

“La discusión sobre la forma en que se hizo la operación es sólo dialéctica. El dinero ya está en una cuenta del Tesoro”. Cristina de Kirchner tranquilizaba en Montevideo, a minutos de haber desembarcado en el aeropuerto de esa ciudad para participar de los homenajes a Pepe Mujica, a varios integrantes de su gabinete y colaboradores cercanos.

Todos consultaban sobre las consecuencias del nuevo DNU de uso de las reservas para pagar deuda, y de un posible rechazo en el Congreso. La teoría del Gobierno, explicada en breve viaje en el Tango 01 hacia la capital uruguaya y en breves minutos en el aeropuerto, apuntaba a la teoría jurídica sobre que una vez que el dinero esté en la cuenta (lo que sucedía precisamente mientras la presidenta cruzaba el Río de La Plata) a partir de una autorización por el nuevo DNU, luego el Congreso no puede evitar su ejecución. “En todo caso, no se podrá hacer otra vez, pero el Legislativo no tiene alternativa para impedir lo que ya se hizo”, era la reflexión presidencial.

El vocero oficial de la operación fue Florencio Randazzo, quien el lunes cerca de las 13 confirmaba que el Gobierno ya había puesto en marcha el proceso de aplicación del nuevo decreto. “Estamos transfiriendo los fondos, está vigente el decreto”, dijo, minutos después del discurso que brindó Cristina de Kirchner en la Asamblea Legislativa y mientras la presidenta abordaba la nave oficial.

De este modo, confirmó la estrategia de la Casa Rosada de utilizar las reservas del Banco Central hasta tanto tenga tratamiento legislativo. Sólo se necesitaba la anuencia de la presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, y el directorio, lo que se obtuvo de inmediato.

Discretamente, el domingo por la tarde Cristina y Néstor Kirchner se reunieron por separado con Marcó del Pont y Amado Boudou para darles instrucciones. Antes, desde el jueves de la semana pasada, varios asesores legales comandados por el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, trabajaban para darle forma a la maniobra. Precisamente, la decisión de separar en dos los decretos fue idea de este funcionario, quien además convenció al matrimonio de que no hay forma de impedir el traspaso de manera inmediata si desde el Central hay aprobación. Luego, el domingo, Marcó del Pont fue convocada. La presidenta de la entidad estuvo de acuerdo con la interpretación legal, y sólo aclaró que se necesitaba temprano (en la mañana del lunes) una anuencia de las reparticiones legales del Central, como paso previo para que el directorio diera su aval.

La orden final se dio el domingo por la noche, pero para ser instrumentada el lunes en paralelo al discurso presidencial. El decreto había sido firmado a primera hora por todo el gabinete, pero para su avance debió esperar las aprobaciones del Central.

El encargado de seguir de cerca este movimiento y luego poner en marcha la instrumentación de la medida fue Boudou. El ministro y Marcó del Pont fueron los dos funcionarios que no participaron del discurso en la Asamblea Legislativa.

La tarea del ministro de Economía fue, a partir de las 11.30 y en compañía del secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, poner en marcha la maquinaria administrativa para el uso de los fondos que llegaron desde el Central.

El dúo Boudou-Lorenzino armó así la arquitectura financiera, consistente en dos cuentas a nombre del Tesoro Nacional radicadas en el Central, donde se depositaron por separado los montos anunciados por la presidenta en la Asamblea, destinados al pago a los organismos financieros internacionales y a los acreedores privados. Éste fue el argumento para que, según la visión del Gobierno, el dinero estuviera cubierto de embargos (la cuenta está en el país), de acciones contrarias del Congreso (la plata ya salió del Central y no habría razones legales para el Gobierno de un retorno del dinero) y se irá gastando a medida de que surjan los vencimientos.

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