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35 años después de la guerra

Malvinas: historia de una familia que espera el regreso de excombatiente

Se trata de José Luis García, quien figura en la nómina como fallecido, pero su familia sostiene que sobrevivió. Se había iniciado una causa judicial pero quedó “paralizada”.


El cabo segundo electricista de la Armada José Luis García figura en la nómina de 649 fallecidos que dejó como saldo la Guerra de Malvinas en filas argentinas en 1982.Sin embargo, 35 años después del conflicto bélico contra el Reino Unido, su familia aún lo espera, ya que considera que “Luisito”, en realidad, está vivo.

García estaba embarcado en el crucero ARA General Belgrano cuando el emblemático navío fue atacado por el submarino nuclear británico HMS Conqueror y terminó hundiéndose el domingo 2 de mayo de 1982: este martes se cumplirán tres décadas y media de aquel suceso, que le costó la vida a 323 tripulantes.

Si bien el cabo fue dado por muerto en ese momento e incluso la familia recibió el acta de defunción correspondiente, tanto su madre María Luisa como su hermana Claudia están convencidas de que García sobrevivió al hundimiento y, por algún motivo que ellas desconocen, cuando finalizó la guerra optó por no regresar a su casa en el distrito bonaerense de Quilmes.

“Legalmente él está muerto, pero lo concreto es que sobrevivió”, dijo a NA Claudia García Roslli, que inició en 2011 junto a su madre una causa judicial (número 8.843/11) con la esperanza de dar con el paradero de García, pero la investigación, a cargo del juez Julián Ercolini, en la actualidad se encuentra “paralizada”, lamentó.

“Nosotros nunca lo consideramos muerto”, insistió Claudia, que aseguró que tiene la certeza de que García permaneció en Río Gallegos al menos hasta 1985 después de la guerra y que incluso hoy la familia sigue esperando que regrese al barrio, ahí en San Francisco Solano, en el sur del Conurbano bonaerense.

En este sentido, la hermana del excombatiente expresó: “Solo necesitamos una llamada telefónica, una carta, algo para terminar con la agonía. Si te dan el cuerpo, te resignás con el tiempo, pero si no sabés dónde está y sabés encima que estuvo vivo en un momento, es terrible; cualquiera que toca el timbre, cualquiera que te llama por teléfono pensás que es él”.

“No lo dejamos de esperar nunca nosotros, ¿sabés la agonía que es para ella sobre todo, que es la madre?”, agregó Claudia, acompañada por María Luisa durante una entrevista concedida a la agencia Noticias Argentinas.

Consultada por NA específicamente sobre este caso, la Armada se abstuvo de formular declaraciones.

Un plato reservado en Navidad

Tanto la hermana como la madre de García sospechan que el cabo desistió de regresar a su casa al término del conflicto bélico de 1982 porque se dedicaba a tareas de inteligencia militar: “Pensamos que él no quiere que lo encontremos”, dijo Claudia.

¿Qué siente la familia, si es que efectivamente el excombatiente continúa vivo, pero desiste de ponerse en contacto? “A veces me da bronca, te genera un poquito de bronca, pero la bronca se me da con la alegría de pensar que en algún momento puede volver”, expresó la hermana.

“En la Navidad -recordó- nos sentábamos en la vereda, todas las Navidades, a esperar a ver si daba vuelta en la esquina; poníamos un plato más en la mesa; es terrible lo que pasamos”, y añadió: “Tenemos la confirmación de que estuvo vivo después de la guerra, pero no sabemos qué fue lo que pasó con él después de 1985”.

María Luisa, de 77 años, contó que hacia fines de 1985, justamente, viajó a la provincia de Santa Cruz después de que un vidente llamado Roberto Hoyos le dijera a su esposo, Alberto Fernando García -fallecido en 2000-, que su hijo estaba vivo en

Río Gallegos, más precisamente en el Hospital Regional de esa ciudad patagónica.

La mujer permaneció desde octubre hasta diciembre de ese año en la capital santacruceña y si bien se entrevistó -según dijo- con varias personas que afirmaban haber visto a su hijo, incluyendo a una monja llamada Julia Borda, no logró encontrarlo.

Según María Luisa, la religiosa le aseguró que “Malvina”, como supuestamente lo apodaban a García en Río Gallegos, de acuerdo con la versión de la madre, le había confesado que tenía familia en Buenos Aires, pero que no estaba dispuesto a regresar: “Porque soy casi un desertor”, habría argumentado.

Borda -continuó relatando la madre del cabo- trabajaba en el hospital en donde habría permanecido internado el excombatiente con motivo de una infección cutánea y una dolencia en una pierna:

“A la monja le había dicho que se llamaba José Luis García”, subrayó María Luisa.

“El médico que lo atendía también lo reconoció”, de igual modo que un grupo de policías, dijo la madre, que viajó a Río Gallegos con una foto de su hijo. El joven militar, de apenas 18 años en 1982, “caminaba con los brazos para atrás y tenía una cicatriz entre las cejas”, recordó.

En otra imagen que guarda la familia, como prueba de su supervivencia después del hundimiento del crucero General Belgrano, García aparecería junto a otros tripulantes que habían sido rescatados, regresando al continente en Ushuaia.

Una de las fotos con las cuenta la familia, y que también fue incluida en la causa judicial, ilustra el libro “1093 tripulantes del crucero ARA General Belgrano”, escritopor el capitán de navío

Héctor Bonzo, comandante del barco hundido hace 35 años en el Atlántico Sur.

La estancia El Cóndor

La hermana de García comentó que incluso en el expediente 8.843/11 consta que un perito matriculado certificó que poemas encontrados en Río Gallegos corresponden “a la misma persona”, al ser comparados con textos escritos por “Luisito” -como lo llamaban sus familiares- antes de la guerra, según esgrimió Claudia.

“Nosotros no mentimos en nada, a lo mejor nos olvidamos de algo, pero no mentimos”, enfatizó por su parte María Luisa, que cuestionó tanto a la Armada como a la Justicia por mantener “paralizada” -según su criterio- la investigación tendiente a confirmar qué ocurrió en definitiva con García.

“Si la Armada lo da por muerto, ¿por qué a todos los testigos que presentamos nosotros en la causa los van a visitar?”, comentó la mujer, que insistió en que sospecha que su hijo cumplía tareas de inteligencia militar.

¿García era un espía? “Nosotros pensamos que sí”, respondió su madre, y agregó: “En el sur se hablaba de que usaba peluca y que tenía más de un documento en el bolso; tenía tres. Me lo dijo el compañero de habitación (en el hospital de Río Gallegos). Lo que no sabemos es para quién trabajaba”.

En este sentido, María Luisa añadió: “¿Sabés dónde termina él a lo último?, en la estancia El Cóndor, que después se supo con el transcurrir del tiempo que en esa estancia funcionaba un centro de espionaje británico-chileno”.

“La monja dijo que ella lo mandó a buscar trabajo a esa estancia -cercana a la capital de Santa Cruz- y que después no lo vio más (…) Lo mandó a la boca del lobo”, manifestó, e indicó que “todo lo que era inteligencia le interesaba” a su hijo.

La madre de García señaló incluso: “La monja me decía que cuando él entraba al baño, después ella iba a limpiar y encontraba siempre un sobre blanco, limpio, nuevo, como si él lo hubiera recibido recién y no decía nada el sobre, parece que era con dinero que llegaba ese sobre. Eso me decía la monjita, que es muy inteligente”.

“La Justicia no hace nada y más si sabe éso, que él está en inteligencia. Si fuera que él anda medio loquito, anda perdido, es distinto…  si está trabajando en eso va a ser difícil. Él no quiere que lo encontremos… Yo con una llamadita por teléfono me conformo, me quedo tranquila. Si yo sé que está vivo, lo dejo en paz, no lo molesto más”, concluyó María Luisa.

Fuente: Noticias Argentinas

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