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Copa Argentina

Maldita y esquiva: Central se volvió con las manos vacías

En una final electrizante, perdió 4-3 con River. Marco Ruben hizo dos goles y se fue expulsado. Damián Musto, el restante.


Maldita Copa Argentina. Esquiva por tercer año consecutivo. Central no pudo levantarla tras aquellas finales contra Huracán y Boca. Ni tampoco logró hacerlo anoche en una definición electrizante frente a River en Córdoba. Otra vez con esa medalla de plata que parece deshonrosa e insuficiente. El desconsuelo de los jugadores fue la imagen impactante que resumió el triste final.

Defendiendo así, imposible aspirar a consagración alguna. En la final contra River, cuando el margen de error tendría que haber sido mínimo, Central mostró la peor faceta defensiva en toda la temporada. No le llegaron tanto y le convirtieron mucho. Nunca pudo recuperarse del gol de Alonso. Y la expulsión de Ruben por un codazo resultó una muestra gratis de la impotencia canalla.

Partido de alto voltaje. En un campo de juego impresentable, los dos equipos cometieron muchos errores defensivos. De ambos, Central fue el que mostró mayor fragilidad en la última línea.

Cada vez que aceleró River, se equivocó Central. En los penales, nada que discutirle a Loustau. Infracciones claras de Musto y Gissi, dentro de una primera parte muy friccionada, con 7 tarjetas amarillas.

Temperatura en alza que ni siquiera Loustau pudo calmar con tarjetas. Lo mejor de Central fue la verticalidad. Buscó siempre en ataque a Ruben y Teo. Fue profundo Central. E incluso inquietó con pelotazos cruzados y pelota detenida.

Musto aprovechó una floja salida de Batalla en el área grande. Y Ruben sacó a relucir oficio de goleador para poner en ventaja a Central en un trámite de electrizante ida y vuelta.

Acertó Gallardo con los cambios. Y River se decidió a darlo vuelta cuando Ruben había estampado el 3-2 luego de otro rebote ofrecido por Batalla. Central no tuvo la capacidad para aguantarlo. Lo siguió buscando River con Alonso y el intratable Alario. Y entre Gissi y Torsiglieri se encargaron de ofrecer todas las ventajas habidas y por haber en los últimos dos goles del Millonario.

Cuando River lo dio vuelta, a pesar de tener tres delanteros en cancha, se acomodó mejor en el terreno y supo aguantar el resultado. Central fue puro nerviosismo. Ruben dejó el partido por un codazo. Otra vez esa Copa Argentina, maldita y esquiva, se iba a una ajena vitrina.

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