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Mal trago para una familia

Una mujer que tenía en venta su casa fue víctima del robo de 36 mil pesos ayer por la tarde, cuando dos supuestos interesados fueron a conocer la vivienda y terminaron amenazando con violar a su hija de 10 años.

“Dame los 30 mil pesos que tenés guardados porque la mato o la violo”, dijo un ladrón que ingresó a robar a un departamento de San Juan al 3800, mientras apretaba el caño de su revólver contra la cabeza de una nena de 10 años. “Ya te vas a enterar quién te batió. Buscá la plata”, le ordenó a la madre de la niña, mientras le decía a su cómplice que le sacara los pantalones a la mujer. “A vos también te vamos a violar”. Esta fue la escena que le tocó vivir a Jorgelina, a sus dos hijas, y al empleado de una inmobiliaria ayer por la tarde. Según contó la pareja de la mujer, los ladrones fingieron estar interesado en comprar la vivienda, que estaba en venta, pero luego mostraron sus verdaderas intenciones. Se fugaron con 36 mil pesos sin tocarle un pelo a nadie. Sin embargo, para las víctimas fueron los 15 minutos más angustiantes de sus vidas.

“Hace tres meses que tenemos la casa en venta. Estos que nos robaron habían concertado una visita el viernes pasado, pero como Jorgelina tenía que abrir la pollería pasaron el recorrido para hoy (por ayer) a las 16”, contó a El Ciudadano Orlando K., la pareja de la mujer.

Según contó el hombre, que aún no se había recuperado de la situación, el empleado de la inmobiliaria llegó en auto con chofer y esperó al supuesto cliente en la vereda de la casa de Orlando y Jorgelina, ubicada en San Juan al 3800. “El tipo tenía 50 y pico de años, estaba bien vestido, con jeans y una campera, al igual que el muchacho que estaba con él, que tenía algo más de 20”, detalló el hombre. “Llegaron a las 16, se presentaron con el hombre de la inmobiliaria, que los esperaba en la vereda y fueron hasta nuestro departamento para conocerlo”, continuó Orlando.

Según contó el marido de la víctima, su mujer estaba con las dos nenas, de 10 y 11 años, y acompañó a los recién llegados por las escaleras hasta el primer piso de la casa. Una vez que estaban todos en la habitación, el mayor de los falsos clientes sacó un revólver y se lo puso en la cabeza a la más pequeña de las niñas. “Le dijeron a mi mujer: «Dame los 30 mil pesos que tenés guardados. Ya te vas a enterar quién te batió»”, contó Orlando.

“Lo único que atinó a decir Jorgelina fue «No sé qué decís. Por favor, sacale el arma de la cabeza a la nena que se te va a escapar un tiro y la vas a matar»”, dijo el hombre, y contó que esa frase fue la que enfureció a los asaltantes y, sin pensarlo un segundo, el mayor de ellos ordenó a su cómplice que le sacara la ropa a la mujer para violarla.

“No me digas que no tenés la plata porque alguien nos dio la data. Sabemos que tenés 30 mil pesos. Dame la plata porque o la mato o la violo”, decía el sujeto, mientras apretaba con más fuerza el arma contra la cabeza de la nena, al tiempo que el empleado de la inmobiliaria se sacaba los pantalones, tal y como le habían obligado a hacerlo los falsos clientes.

En ese contexto, Jorgelina llevó al ladrón más joven hasta la pieza y le indicó dónde estaba escondido el dinero.  “Cuando fueron a buscar esa plata, que era producto de una venta de 9 meses atrás, arriba del ropero también encontraron cerca de 6 mil pesos que estaban destinados para los gastos de la pollería de mi mujer. Después se fueron a la carrera del departamento y se subieron a una camioneta Traffic color blanca”, explicó el hombre.

“Quiero que quede reflejado que las inmobiliarias se manejan mal. Una persona que quiere vender su casa, busca una inmobiliaria porque están en el tema, saben cómo hacer para meter gente extraña y pasa esto. No tienen registro de quién entra a tu casa. Sólo tenían un nombre y un número de celular de estos tipos. Seguro que el teléfono era choreado o lo tiraron después de irse de mi casa. No puede ser esto”, denunció Orlando, quien reconoció que no era un secreto que la plata estaba guardada en la casa, ya que algunos allegados manejaban esta información. “Seguro alguien les contó, porque fueron con la cantidad justa”, reconoció el hombre.

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