Ciudad

Los animales estaban faenados

Macabro: encontraron más de 30 cabezas de perros en un contenedor de residuos

El hallazgo se dio este martes al mediodía en Santa Fe al 4900. Sospechan de un frigorífico de la zona y temen su comercialización. "Nos preocupa que nuestros hijos hayan comido esa carne”, dijo una vecina. Desde el Ministerio Público ya solicitaron intervención a la Policía


Fotos: Juan José García.

Despellejados y fileteados. Así describió un grupo de vecinos a las más de 30 cabezas de perros encontradas en un contenedor de Santa Fe al 4900. Estaban sin piel y cortados al ras. Los vecinos sospechan de un frigorífico de la zona y creen que serán comercializados. El director del Imusa dijo que no es frecuente la matanza de perros en esa cantidad y que no reciben denuncias ya que se trata de un delito que prevé penas de quince días a un año de prisión. Por su parte, desde el Ministerio Público de la Acusación contaron que ya solicitaron actuaciones policiales.

 

 

Crueldad animal

 

El martes al mediodía Natalí y su mamá salieron a tirar la basura al contenedor que está al final de la cortada donde viven, en Santa Fe al 4900. Cuando levantaron la tapa encontraron una imagen de terror: más de 30 cabezas de animales, en apariencia de perros, con una fisonomía similar a galgos. No tenían piel ni carne. Sólo les habían dejado los ojos.

“Al principio pensábamos que eran pollos. Cuando miramos bien, nos dimos cuenta que eran perros. Había cabezas sueltas en el contenedor y otras dentro de una bolsa. Estaban fileteados al ras. Lo deben haber hecho con un cuchillo. Estaban cortados prolijos. Lo hizo alguien que sabía cómo hacerlo”, contaron los vecinos de la cortada, que rápidamente se convulsionó ante la noticia.

Algunos vecinos subieron videos a sus cuentas de Facebook que fueron viralizados y sumaron cientos de comentarios. El principal rumor es que se trataría de un frigorífico de la zona, ya que vieron varias veces pasar un camión y frenar en el contenedor.

Otros comentarios atribuyeron el crimen a una secta, aunque la cantidad de animales hace pensar que el propósito sería la comercialización. Por la noche, el contenedor fue vaciado. En la cuadra no hay cámaras de videovigilancia que hayan registrado el momento.

“Queremos denunciarlo porque no puede pasar algo así. Nos pone muy mal. Nos preocupa que nuestros hijos hayan comido esa carne”, agregaron los vecinos, y contaron que esa noche no pudieron probar bocado.

“Habíamos hecho un locro, pero no pudimos probarlo después de lo que vimos. Tampoco podíamos dormir porque recordábamos la imagen de los perros”, contaron.

Carmen tuvo que tirar el kilo de milanesas que había comprado el día anterior en el barrio. Dijo que el color era oscuro y el olor extraño. “Antes éramos rosarinos come gatos, ahora somos come perros”, dijo la vecina.

Fotos: Juan José García.

 

Sin precedentes

 

La ley 14.346 contra el maltrato animal, conocida como Ley Sarmiento, establece penas de quince días a un año de prisión al que mal trate o sea cruel con los animales.

Desde la Fiscalía de Maltrato Animal señalaron que investigaron hechos similares, aunque escasos, donde hubo condenas condicionales, suspensiones o salidas alternativas. Y aclararon que en caso de comprobarse la comercialización entran en juego figuras del Código Alimentario. En paralelo, en el Ministerio Público de la Acusación contaron que ya solicitaron actuaciones policiales.

Por su parte, el director del Imusa dijo a este medio que no es frecuente la matanza de perros en esa cantidad y que no recibieron ningún tipo de denuncias.

Un poco de historia

 

En mayo de 1996 los medios nacionales e internacionales posaron sus ojos en Rosario después que un vecino de Bajo Ayolas, en la zona sur de la ciudad, dijera que el hambre lo había llevado a comer gatos alguna vez.

Pronto, la imagen de un grupo de personas carneando gatos para tirarlos al asador recorrió los canales y las tapas de los diarios del país. El episodio llamó la atención de los funcionarios y el por entonces intendente Hermes Binner denunció la maniobra donde le habían pagado 100 pesos a los vecinos para montar un “espectáculo”.

Pese a todo, el apodo de “comegato” se volvió un estigma para identificar a los rosarinos y se popularizó en las canchas de fútbol.

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