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Luis Lincoln Lamas Freyre (Tercera nota)

En las dos notas anteriores se presentó el contexto socio económico y político en el que Lamas ejerció su función de intendente.

En las dos notas anteriores se presentó el contexto socioeconómico y político en el que Lamas ejerció su función de intendente. En la presente, se desarrollará un bosquejo de sus obras de gobierno, de las que se citarán sólo algunas que llamaremos generales y se ampliará sobre tres de las gestiones más significativas y trascendentes para la ciudad. Debe destacarse que muchas de las obras fueron continuación o ampliación de las ya iniciadas y de proyectos preexistentes, clara manifestación de estadista, liberado de los lamentables celos políticos. El espacio para estos artículos no permite más que lo propuesto, pero en diferentes bibliotecas de la ciudad son de fácil acceso los dos tomos de las memorias correspondientes a cada uno de sus dos períodos de gestión que sumaron seis años consecutivos de 1898 a 1904, hecho único entre los gobernantes históricos de la ciudad.

Entre las múltiples realizaciones generales pueden citarse los adoquinados y reducción de impuestos en este rubro, asunto que veremos más adelante. Las aperturas de calles y arbolados fueron importantes, pero mucho más lo fue lograr el acuerdo con la Compañía de Cloacas y Desagües —luego de largo pleito— para poder realizar la obra que la proyección de la ciudad exigía y por estar muy vinculada con los problemas de salud de la población. Acorde con esta imperiosa necesidad, fue la atención puesta en la Oficina de Higiene de Rosario a la que se amplió en servicios y se trasladó a la ex finca de Juan Canals, clásico edificio de la ciudad en calle Rioja entre Moreno y Balcarce (en actual estado de abandono con cartel municipal de remodelación) al que se llamó Palacio de la Higiene y que más tarde pasó a ser la Asistencia Pública. También, en el ámbito de salud se terminó la construcción de la Casa de Aislamiento, el antiguo Lazareto, que evolucionó hasta el actual Hospital Carrasco. Todas estas medidas forman parte de la lucha para detener las epidemias que venían azotando a la población con alto nivel de mortalidad y que en 1900 tuvo que enfrentar la peste bubónica. Otra iniciativa de trascendencia fue la implementación del Primer Censo Municipal realizado en octubre de 1900 que demostró que Rosario había superado los cien mil habitantes, 112.461, con un elevado índice de extranjeros, 41,4%. El apoyo nacional señalado en la segunda entrega, se concreta con las leyes y contrato para la construcción del puerto en 1899, cuyas obras se iniciaron en 1902 y concluyeron en 1906.

Una de las realizaciones urbanas de permanencia y de importante función, fue la exigencia a las empresas ferroviarias de liberar plenamente al tránsito el llamado Paso de las cadenas para permitir la libre circulación y comunicación del centro con la zona norte. El paso tomaba el nombre de las pesadas cadenas que a modo de barreras cortaban el tránsito de los vehículos del 900, carros, sulkis y galeras, por el movimiento de trenes ya sea por paso o maniobras. Debe destacarse que en la zona norte estaba instalada la Refinería de Azúcar que requería intenso movimiento de transporte, además, era el camino a San Lorenzo. Lamas logró, después de una década de resistencia, la construcción de la trinchera bajo puentes ferroviarios para las vías, que hoy conocemos como pasaje Celedonio Escalada.

También hubo interesantes proyectos no realizados, siendo uno de ellos el de la idea urbanística de diagonales, que se deduce se pensó en más de una, porque el proyecto habla de la primera diagonal. La misma partía de Salta y Castellanos para terminar en el Parque de la Independencia. Debe aclararse que Castellanos, por Aarón, el fundador de Esperanza y Jefe Político de Rosario en 1868, no es la actual calle con ese nombre, sino la que conocemos desde 1905 como Avda. Alberdi que nace en Salta, área conocida como el Cruce Alberdi, otro de los pasos de comunicación con los barrios del norte que fue muy afectado por las barreras ferroviarias hasta pocas décadas atrás.

Con relación a lo producido por esta intendencia, las  obras que se han expuesto han sido escasas por las razones enunciadas al inicio de la nota, la que también anticipa que se desarrollarán tres actos de gobierno significativos.

Aparte de la iniciativa frustrada de las diagonales que se acaba de señalar, también hubo otra que no pudo concretarse en su momento. Sin embargo, después de muchos años se realizó y llenó de orgullo a la ciudad, transformándose en su símbolo más distintivo. De igual manera que en otros casos, se preocupó por la continuación de un proyecto anterior creando la Comisión pro Monumento a la Bandera, que por una parte tramitó en Santa Fe la autorización provincial y por otra se investigó y estudió el lugar exacto del primer izamiento. El sitio fue en el extremo este de la entonces plaza Brown que pasó a llamarse Belgrano. El siguiente paso fue colocar el primer mojón de un largo camino a recorrer. Ese mojón lo encontramos cuando visitamos el Monumento e ingresamos a la cripta por la puerta de El Ideal. A pocos pasos de la entrada, podemos observar la piedra fundamental fechada el 9 de julio de 1898. A partir de allí hubo intentos de realizaciones frustradas, como el proyecto asignado a la escultura tucumana Lola Mora, cuyas obras realizadas para aquel fin, adornan el Pasaje Juramento. El objetivo de Lamas se concretó el 20 de junio de 1957 con la inauguración del monumento.

Como sabemos, el progreso de la ciudad se venía dando en forma continua desde muchos años anteriores a la intendencia Lamas y en la década de los ochenta el ideal de progreso estaba institucionalizado en la clase dirigente. Este convencimiento fue creando las condiciones para llevar al municipio a una de esas crisis justamente llamadas del progreso, que hizo eclosión en el noventa, provocando a nivel nacional la caída del presidente Juárez Célman. Con el objetivo de dotar a la ciudad de las obras necesarias acordes con la época como el adoquinado de calles, se tomaron tres préstamos a la banca inglesa, asociando a Rosario al gran problema argentino de la deuda externa. Los  antecedentes de la deuda pueden conocerse en detalle consultando el artículo de Ada Lattuca y Marta Frutos en el Nº 27 de 1975 de la Revista de Historia de Rosario. Nuestro objetivo es saber cómo se salvó una situación muy conflictiva para las finanzas del municipio con efectos a los frentistas de calles adoquinadas. Para la solución de este problema, se contó con la eficiente y hábil gestión en Europa del entonces concejal Santiago Pinasco, que se encontraba en el viejo mundo por razones particulares, a quien se le otorgó poder oficial para la tramitación. Se logró un arreglo de pago de sólo intereses durante diez años, período en el cual quedaban suspendidas las amortizaciones de capital. El convenio se firmó en el año 1900 por lo que excedía ampliamente su primer y segundo mandato que en ese momento no estaba previsto, por lo que daba respiro económico a varios sucesores. Se eludió detallar los antecedentes, pero no se eludirá señalar qué sucedió después de la década graciable. Podría decirse que la respuesta resulta obvia, continuaron las refinanciaciones y formas de pagos hasta la cancelación de la deuda lograda recién en 1971.

Lo expuesto en las anteriores y en esta tercera nota, tienen como principal objetivo reafirmar y ampliar la valoración de la intendencia Lamas muy acotada a la ejecución de las obras del Parque de la Independencia, la que no podemos omitir y será tema de la cuarta y última entrega.

Fin tercera parte

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