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Luchas docentes: de las maestras de San Luis a la Escuela Itinerante


La profesión docente es una de las tareas sobre la que más versiones, mitos y hasta rumores se han vertido. Los tiempos históricos y los distintos gobiernos suman sus interpretaciones de “época” que pueden alentar, ningunear y hasta desmerecer la tarea de los maestros. La comunidad no es ajena a estas “narrativas”, y en ocasiones suma sus miradas socializando nuevas traducciones.

Una de las valoraciones hacia el sector se circunscribe a la disociación entre trabajo, salario y vocación; pareciera que para este colectivo tener vocación y ser un trabajador son cosas contradictorias. El lugar del maestro frente a los niños, el rol de guía pedagógica y afectiva en los primeros años del infante y la evocación sacralizada de “segunda madre” ubican al docente en esta contradicción tan ficticia como socialmente instalada.

Las luchas docentes de comienzo de la democracia pusieron en tensión esta contradicción. Sin embargo, mucho antes de eso, los educadores ya entendían que el trabajo se realizaba con vocación pero también con un salario que pusiera en valor su actividad.

El gobierno del presidente Macri inició su gestión con un fuerte enfrentamiento con el sector docente, que se plasmó en paros nacionales y marchas multitudinarias en todo el país. La falta de cumplimiento del “llamado a paritarias”, sumado al desfinanciamiento del presupuesto y la caída de varios planes educativos crearon una nueva versión de protesta “creativa”: la Escuela Pública Itinerante.

La carpa se instaló luego de que la Policía desalojara violentamente a los maestros de la plaza, y su objetivo es visibilizar y generar debate sobre la realidad docente con cuatro consignas bien definidas: “Ley de financiamiento educativo”, “Escuela pública Argentina”, “Enseña, Resiste, Sueña” y “Paritaria Nacional docente”.

El permiso que otorgó el gobierno porteño permite el uso “temporario y revocable del espacio público”; la disposición parece una metáfora del camino que está tomando la educación en nuestro país, cuya realidad es cada vez más “temporaria y revocable”.

Las historias de luchas docentes por el trabajo y los salarios no comenzaron (y seguramente no terminarán) en el gobierno de Macri. Las huelgas de maestros se remontan a la creación de las primeras escuelas.

La educación en nuestro país comenzó a institucionalizarse a partir del siglo XIX. Antes estaba centrada en las familias y los conventos. Sarmiento fue quien durante su presidencia dio impulso a la creación de escuelas en distintas provincias de nuestro país y puso al frente ellas a sus “maestras norteamericanas”.

Los problemas no tardarían en aparecer y la primera huelga docente es tan antigua como la escuela. En el año 1881 ocho maestras y la directora de la Escuela Graduada y Superior de la provincia de San Luis llevaron a cabo la primera medida de fuerza del país.

El reclamo fue encabezado por una nota que su directora, la señora Enriqueta Lucio Lucero de Lallemant, elevó al gobernador de la provincia y al superintendente general de Educación, Domingo Faustino Sarmiento.

Las docentes detallan en el reclamo que su decisión obedece a la “falta de pago absoluto en los pasados ocho meses; en la planilla figuran sueldos mucho más elevados de lo que en realidad se nos paga”. Sostenían “Suspendemos las tareas de la Escuela a nuestro cargo hasta que el excelentísimo gobierno nos haga justicia y nos pague”.

La respuesta de Sarmiento sosteniendo que “de los dos mil quinientos maestros que había en esos momentos no haya habido uno en mil, en diez años a quien les escamotean sus salarios”, ayudó a que las maestras pudieran cobrar, pero no alcanzó para evitar que tiempo después fueran separadas de sus cargos por “proceder irrespetuoso”. Con las luchas, también aparecerían las represalias.

Los conflictos docentes continuaron y alcanzaron otro pico de tensión durante el gobierno de Arturo Frondizi. El presidente desarrollista asumió el cargo mediante un pacto endeble con el Partido Justicialista. En la ocasión la Mesa Coordinadora de Docentes exigió al gobierno una mejora salarial; la falta de respuesta llevó a los educadores a una huelga total que paralizó la educación durante casi un mes.

La presión docente fue de tal magnitud que el gobierno nacional se comprometió a dar un aumento que equipara los montos entre docentes provinciales y nacionales. La propuesta se plasmó en la modificación al Estatuto Docente con el cual se jerarquizaba la función.

Por otra parte, esta ley fijó distintas remuneraciones de acuerdo con diferentes ramas de la enseñanza, un régimen jubilatorio especial e incorporó a los docentes adscriptos, ya que todos debían tener igualdad de derechos. Además se otorgó la licencia de un año con sueldo pago para los que quisieran perfeccionarse en sus estudios.

Pero como muchas veces las Ciencias Sociales se asemejan a las Exactas, donde a toda acción le corresponde una reacción, esta huelga fue precedida por comunicados de la Mesa Coordinadora que denunciaba “atropellos cometidos por la Policía e intendentes bonaerenses contra docentes huelguistas, violando expresamente el derecho constitucional a la libre expresión de ideas”. Una vez más, las luchas serían acompañadas por represalias.

Los gobiernos del retorno a la democracia tuvieron sus reclamos docentes. La presidencia de Alfonsín con las privatizaciones de los servicios públicos, los congelamientos salariales y la “variable de ajuste llevó a los docentes a una huelga extensa. En seis años los maestros habían perdido más del 50 % del valor adquisitivo de los salarios, la hiperinflación se llevaría el resto.  Las medidas de fuerza fueron conocidas como el Maestrazo” y sus consignas fueron las de siempre: aumento salarial y mayor presupuesto educativo.

El gobierno de Carlos Menem avanzó fuertemente contra la calidad educativa durante este gobierno el descontento docente se plasmó en un hecho histórico para la docencia Argentina: La Carpa Blanca y el ayuno. Durante los 33 meses que duró la protesta ayunaron 1.380 maestros y fue visitada por alumnos de más de 7.000 escuelas de todo el país, además de distintas personalidades de la Argentina y el mundo. El 30 de diciembre de 1999, ya con el gobierno de la Alianza, se levantó la carpa luego de la aprobación de la ley de financiamiento educativo. El acuerdo no duraría mucho y las protestas se harían masivas.

Una de las páginas más negras de la docencia fue escrita con la muerte del maestro Carlos Fuentealba. El docente fue asesinado en el año 2007 por la policía neuquina cuando participaba en una protesta por un salario básico que pudiera cubrir la canasta básica de alimentos.

Durante el kirchnerismo los paros docentes afectaron a diversas provincias. Buenos Aires tuvo una huelga que se extendió por 18 días y que se desactivó con la quita del plus por presentismo y un piso salarial para todos los maestros del país.

Los docentes constituyen el segundo sector gremial con mayor cantidad de conflictos detrás de ATE Y UPCN. La magnitud de la lucha y la violencia de las represalias dan cuenta de que la educación nunca fue resuelta en nuestro país. A pesar de los discursos de campaña y las promesas preelectorales, las políticas públicas en educación (desde las maestras de San Luis hasta la Escuela Pública Itinerante) siempre fueron insuficientes.

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