El Hincha

Águilas misóginas

Los ultras de Lazio no quieren mujeres en la Curva Norte

En el partido ante Napoli repartieron un texto en el cual prohíben a las simpatizantes ubicarse en las primeras filas de la tribuna. “El fondo norte representa un lugar sagrado, con un código no escrito que hay que respetar", escribieron.


La prestigiosa Serie A de Italia arrancó con polémica. Lazio y Napoli se midieron en el mítico estadio Olímpico de Roma, aunque la sorpresa no estuvo en el campo de juego, sino en las tribunas del fondo norte.

Es que los ultras de la Lazio decidieron una vez más dar la nota. Ahora, los “Irriducibili” como se llaman, sumaron a su gran historial de denuncias y sanciones por acciones racistas y fascistas una bien de corte machista.

Es que en el duelo ante el equipo en el que supo brillar Diego Armando Maradona (NdR: que como si fuera obra del karma le ganaron 2-1), repartieron panfletos en los que expresaron la prohibición del acceso a las mujeres a la “Curva Norte”. Una acción descabellada por donde se la mire, justificada por el hecho de que “el fondo norte representa un lugar sagrado”.

El texto repartido por todas las inmediaciones del Olímpico, y firmado por el colectivo de Diabolik-Pluto, indicaba: “El fondo norte representa un lugar sagrado para nosotros, un ambiente con un código no escrito que hay que respetar. Las primeras filas del fondo siempre las hemos vivido como si fueran una trinchera y dentro de ella no admitimos mujeres, esposas ni novias por lo que las invitamos a posicionarse a partir de la fila diez. Quien elige el estadio como alternativa a una escapada romántica y despreocupada a Villa Borghese, que se vaya a otros sectores del campo”.
Diabolik, según el diario italiano “Il Messaggero”, es el apodo de Fabrizio Piscitelli, el capo de la barra, del que forma parte también Pluto, y que son los “dueños” de la Curva Norte del Estadio Olímpico.

¿Cuál fue la respuesta del club de Las Águilas? Según publicó el diario El País, estuvo en manos de Arturo Diaconale, director de comunicación de los celestes, y dejó mucho que desear: “Siempre hemos estado en contra de cualquier tipo de discriminación. Sabemos que desde siempre hay presencia femenina, no muy grande, pero sí la hay. Las hinchas de Lazio son muchísimas y hacen sentir su voz. La octavilla que apareció ayer es una iniciativa fallida de una minoría”. 

Además, dejó entrever que no se tomarán medidas, argumentando que “no somos un órgano de policía y tampoco se ha cometido un delito. Lo que podemos hacer es repetir una vez más que esas iniciativas hacen daño no al club, que no tiene que ver con eso, sino al buen nombre de la hinchada”.

Los hinchas de la Lazio en general y sus ultras en particular, históricamente se han adscrito (y siguen haciéndolo) a la derecha política. Por eso no extraña el mensaje de carácter misógino y medieval.

Lazio y fascismo son dos historias que convergen dentro de un mismo marco histórico y un mismo espacio: el fútbol. Y no han sido únicamente sus simpatizantes quienes reivindicaron cada semana desde las tribunas la ideología fascista. Muchos jugadores (incluido Mauro Zárate, hoy en Boca) y directivos de la institución contribuyeron a que actualmente cada persona que piensa en el cuadro romano relacione ambos conceptos.

La Sociedad Sportiva Lazio, desde su nacimiento el 9 de enero de 1900, ha sido un club con marcadas raíces paramilitares, y fue el escenario perfecto para que con Benito Mussolini como primer ministro del Reino de Italia en 1923, comenzase el idilio entre la escuadra y el fascismo.

“Il Duce” se hizo socio del club en 1929 y fue habitué de las tribunas. Tal vez por una pasión legítima o porque el fútbol gozaba de gran popularidad en la sociedad italiana, fue elegido como instrumento clave en la campaña del dictador.

Así, Lazio siempre estuvo vinculada a la ultra derecha y sus ultras se expresan con banderas, cánticos o símbolos racistas, a pesar de que el club es sancionado. Algo que parece no tener resultado, ya que las acciones continúan.

Una de las que más repudio recibió pasó en octubre del año pasado durante el encuentro ante Cagliari. Algunos barras inundaron a curva sur del Olímpico (que comparten con la Roma) con pegatinas donde podía verse la cara de Ana Frank con la camiseta del eterno rival. “Ana Frank anima a la Roma”, rezaba lo que pretendía ser un insulto. El rechazo fue mundial.

Y no sólo por su falta total de moral. Sino también por su extrema ignorancia, ya que sin duda ni siquiera se habrán tomado la molestia de leer la genial (y cruelmente real) obra literaria que escribió la joven asesinada por el ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial, quien en su famoso diario dejó muchas frases para el recuerdo y que hoy en día cobran más vigencia que nunca ante estos actos:

“¡Las mujeres deben ser respetadas! En términos generales, los hombres son tenidos en gran estima en todas partes del mundo, así que ¿por qué no pueden las mujeres tener su parte? A los soldados y a los héroes de la guerra se les honra y conmemora, a los exploradores se les otorga fama inmortal, los mártires son venerados, pero ¿cuántas personas ven a las mujeres también como soldados?”.

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