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Celebrando su día

Los Scouts: un movimiento que, tras cien años de historia, no para de crecer en Rosario

Con un pañuelo de colores en el cuello y un saludo de tres dedos en alza, el voluntariado más esparcido entre los jóvenes en Argentina y en el mundo celebra su día generando historias de realización personal, trabajo comunitario y cuidado del medio ambiente. El objetivo: aprender jugando


Micaela comenzó en el movimiento scout a los siete años, una tarde de sábado que su padre, integrante desde hace años del Grupo Scout n° 30 San Antonio de Padua, le dijo “preparate que esta tarde tenés scout”. Ella, sin tener mucha idea con qué se iba a encontrar, fue de la mano de su padre y de su primo a la plaza donde desde hace 82 años “el Treinta” lleva adelante sus actividades. Hoy, con casi 17 años, no ha dejado de ir ni un sólo sábado: gracias al Movimiento vivió “experiencias que aprendés solamente acá”.

Tomás, de 21 años, ingresó al Grupo Scout Juan Pablo II de San Lorenzo con 14 años, diagnosticado hiperactividad. Con el tiempo y con las oportunidades que el grupo le dio, rápidamente dejó atrás las limitaciones que él mismo creía que tenía. El joven, al superar los 17 años comenzó a participar de cuanto proyecto de voluntariado y asistencia social le propusieran en su comunidad. En el transcurso de la pandemia, llegó a entregar casi siete toneladas de alimentos entre los diferentes comedores comunitarios de San Lorenzo que se pusieron en comunicación con el grupo scout. Actualmente, Tomás es maestro mayor de obras y se encuentra dirigiendo la construcción de una escuela en El Impenetrable chaqueño, experiencia que él mismo define que pudo lograr gracias a las herramientas que le dio el movimiento scout.

Estas son sólo algunas de las historias de vida que tienen al Movimiento Scout como eje. Un 1° de septiembre de 1928, el entonces presidente de la asociación Severo Toranzo pronunció un discurso de promoción del Movimiento, que se difundió en todas las radios de la época. Si bien el Día del Scout originariamente se celebraba en esa fecha, en la década de 1940, el Ministerio de Educación de la Nación la cambió al día 5 de septiembre, para luego incorporarla al calendario escolar.

¿Qué es el Movimiento Scout?

“El movimiento scout es para mi, entre tantas otras cosas, un generador de oportunidades y potenciador de habilidades”, declaró Enzo Resino (25), educador scout cuyo paso por el movimiento se remonta hasta sus 7 cortos años: ha estado toda su vida como voluntario en el escultismo.

Enzo es periodista, milita activamente en la Juventud Peronista, y administra su involucramiento comunitario entre la militancia política y el tiempo que le dedica a sus beneficiarios, en el Grupo Scout “Tupahue” de la localidad bonaerense de Ituzaingó. “El Movimiento Scout me ayudó en gran parte a mí a proyectar mi vida. También a descubrir cuáles eran mis fortalezas y mis debilidades, haciendo más hincapié en lo que son las fortalezas, el desarrollo personal, mis intereses propios y ver dónde soy útil en la sociedad”, cuenta. 

El movimiento scout es una propuesta educativa no formal que, a partir de un sistema educativo identificado como el “método scout”, el cual tiene el objetivo de potenciar las capacidades de las personas ofreciendo espacios donde niños, niñas y jóvenes encuentran la posibilidad de enriquecerse en el intercambio con sus pares en comunidad. Esta forma de voluntariado ostenta más de 100 años de existencia sólo en Argentina, mientras que la historia del escultismo se remonta al 1° de agosto de 1907, donde Robert Baden Powell llevó a cabo el primer campamento scout, en la isla británica de Brownsea.

Sólo en Rosario, el movimiento cuenta con casi una treintena de grupos scouts diseminados por todo el territorio departamental, con tradiciones familiares que transmitieron su pasión por el escultismo de abuelos a hijos, de hijos a nietos. En los últimos veinte años, los grupos scout han florecido y multiplicado su cantidad de integrantes, así como aparecido en localidades donde antes no había scouts, como por ejemplo Zavalla, Bigand o Villa Gobernador Gálvez, con hogares tan plurales como laicos, yendo desde parroquias hasta escuelas y cuarteles de bomberos.

Coordinadas de forma jerárquica y regional, las organizaciones nacionales scout están afiliadas a la Organización Mundial del Movimiento Scout (OMMS), la cual nuclea de manera oficial a los más de 50 millones de scouts alrededor del mundo. Scouts de Argentina (Saac), la asociación civil reconocida por la OMMS cuenta con 75 mil miembros, entre adultos y jóvenes, contando su público objetivo con un rango etario de entre 5 y 21 años, mientras que los adultos voluntarios no responden a un límite de edad.

La misión del movimiento scout tiene la finalidad de contribuir a la educación de jóvenes a través de un sistema de valores basado en la Promesa y la Ley Scout, para ayudar a construir “un mundo mejor donde las personas se desarrollen plenamente y jueguen un papel constructivo en la sociedad”, según dice la carta de presentación de Saac.

“Lo rico del escultismo es que propicia, a lo largo del camino que hace el joven a lo largo de su trayecto como protagonista de la propuesta educativa, diferentes instancias y espacios para que estos vayan adquiriendo herramientas y conocimientos que son vitales para el desarrollo de su proyecto de vida”, dijo a este diario el joven educador, y reveló: “En mi caso personal, el Movimiento Scout y el acompañamiento de educadores, que siempre estuvieron ahí, me ayudaron por ejemplo a encontrar mi profesión: el periodismo”.

Enzo lleva desde su lugar como integrante del movimiento scout pero también como militante por los derechos humanos el único y más completo registro de scouts detenidos desaparecidos en la última dictadura en todo el país: “Un poco lo que se busca también es que las personas se desarrollen plenamente y jueguen un papel constructivo en la sociedad, para así poder construir colectivamente un mundo mejor y transformando la realidad”.

El desafío de estar Siempre Listo

“Ser scout no es llevar el pañuelito o el uniforme a todos lados, fijarse que esté planchado o que no te falte el pañuelo. Uno es scout desde que se levanta hasta que se acuesta y todos los días de la semana”, advierte Tomás, y agrega: “Ser scout es sobre todo comprometerse con los demás y tratar de dejar al mundo un poquito mejor de lo que lo encontramos”.

La Promesa Scout y la Ley son una seguidilla de puntos de índole de conducta moral que los caracteriza a los scouts, y que los integra en una suerte de hermandad internacional, dado que el espíritu de sus juramentos es el mismo y tiene el mismo fin: “Dejar el mundo mejor que como lo encontraron”. Los pañuelos de colores, símbolos que representan dicha promesa y que identifica a cada grupo scout de manera particular, son comúnmente intercambiados entre los integrantes del movimiento, y son el elemento distintivo por excelencia de este voluntariado.

Tomás cuenta que el movimiento le dio un montón de herramientas, que hoy las está usando para lo personal, para el trabajo, para ayudar a los demás. El joven oriundo de San Lorenzo es maestro mayor de obras, y cuenta que su paso por el movimiento scout le ha dado los aprendizajes necesarios “hasta de cómo ser líder, cómo liderar un equipo. Son cosas que uno aprende en la vida y scout le termina dando el toque y se te hace mucho más fácil”.

El chico relata con 21 años y actualmente dirige la obra en construcción de una escuela en el bosque impenetrable, en la provincia de Chaco, donde tiene a su cargo una tropilla de obreros que lo duplica en edad: “Muchas cosas de uno, la forma de ser y cómo dirigir, cómo liderar, las aprendió en scout junto con los compañeros y los dirigentes que te van enseñando”. El movimiento scout “sirve para la vida, te da las herramientas para desarrollarte en el día a día cotidiano”.

El escenario normal de las actividades de los jóvenes scouts es el aire libre, la naturaleza y la calle, cumpliendo éstas una función doble tanto de escenario como también de herramienta educativa. El método scout no sólo usa la naturaleza en esta doble competencia de espacio y de herramienta, sino que funciona como lugar para fomentar el juego. Aprender jugando es el lema de esta organización: desde la aplicación de técnicas de supervivencia en la montaña como también la práctica de deportes y de expresiones corporales y dramáticas para la elaboración de métodos de interacción entre pares, el telón de fondo siempre es el de explotar la inventiva, el instinto positivo, el vivir una vida sana (en lo físico y en lo psicológico) entre otras características que lo convierten en una propuesta educativa que ha logrado sortear los embates de la modernidad hasta estos días.

El niño de Up: los prejuicios y los tiempos que corren

Héctor Carrer, pedagogo y ex combatiente de Malvinas, es consultor educativo de la Oficina Scout Mundial y se pregunta sobre aquellos elementos que tiene para aportar a los jóvenes el movimiento scout, y ensaya a modo de respuesta que uno de estos tópicos es la posibilidad de espacios de encuentro con otros jóvenes, espacios seguros, libres de bullying en el cual desarrollar actividades al aire libre. “Esto es especialmente importante luego de una prolongada cuarentena que aisló a niños, niñas, adolescentes y jóvenes con consecuencias para su salud mental que aún no alcanzamos a dimensionar”, advierte el pedagogo.

“Los espacios de encuentros de generaciones anteriores en su tiempo libre eran el espacio público, la vereda, la calle, el baldíos… Lamentablemente esos espacios dejaron de ser seguros para convertirse solo en lugares de tránsito”, sostiene  Carrer, y continúa: “La socialización, especialmente de niños y niñas quedó restringido al espacio escolar y, habiendo estado fuera de la escuela por la pandemia es necesario brindarles otros lugares en los cuales poder encontrarse, socializar, hacer cosas juntos, explorar su entorno, el barrio, la naturaleza”

El educador scout se pregunta: “¿Cómo querer y proteger lo que no se conoce? ¿Cómo educar en ciudadanía si los espacios públicos son peligrosos y expulsivos de nuestras infancias? Parece simple, pero probablemente el movimiento scout tenga algo que ofrecer en este sentido de un ámbito de encuentro con otros y otras, desde el cual organizarse y salir a explorar el mundo”.

Héctor Carrer, pedagogo y consultor de la Oficina Scout Mundial

El movimiento scout es acosado por diferentes estereotipos por los cuales muchos jóvenes y adultos por igual estigmatizan esta actividad. Un avezado dirigente scout y formador de educadores entiende que estos prejuicios son producto “de que los hemos dejado ser. Si nos miran como al personaje de la película (infantil de Disney) Up, es porque no hemos sabido ofrecerles otra mirada con la que enfrentar eso”.

Por otro lado, otro lugar común es la relación que se le da con la religión católica, siendo que en realidad el escultismo como tal no tiene origen en una religión específica. Este vínculo se da porque, en Argentina, los espacios que mayormente le abrieron sus puertas a los grupos han sido las parroquias y las iglesias: “El movimiento scout se propone contribuir al desarrollo integral de la persona, en su dimensión física, intelectual, emocional y espiritual. Invitamos a los y las jóvenes a tener una mirada que trascienda el mundo material y exploren una realidad espiritual que le proporcione un sentido a su vida”, explica Héctor Carrer a este diario. “Si bien existe una relación innegable, creo que confundir espiritualidad con religiosidad en los procesos educativos especialmente de adolescentes y jóvenes nos es lo mejor que nos puede pasar, ya que, si bien existe en la actualidad una enorme necesidad de sentido espiritual en las personas, a la vez existe una gran desconfianza en las organizaciones religiosas”.

La juventud como objetivo

Micaela tiene una historia familiar dentro del grupo scout San Antonio de Padua, un grupo que cumplirá 82 años de historia ininterrumpida y de propagación del movimiento scout en la región santafesina. “El movimiento scout fue algo que me atrapó mucho, desde el principio. Esto me vuelve loca, me fascina y es lo que quiero para mí, lo que me gusta realmente. Es increíble porque miras para atrás y decís, o sea, pasó un montón de tiempo, pero la realidad es que se te pasa en dos segundos”, reflexiona la chica.

Para Micaela “el scout es una vía de escape. Es una cosa que te engancha por lo mucho que aprendes. Son experiencias que aprendés solamente acá”. La adolescente confió a El Ciudadano: “Hoy en día puedo decir realmente que los vínculos que se generan en scout, las amistades, no son cualquier relación, no sé si las generas en otro lado porque es un vínculo muy, muy particular, una conexión muy particular que se te hace con otra persona”.

Respecto a los jóvenes, Micaela entiende que “es una realidad que hoy en día, los vínculos están basados en tener una red social en el medio o una ,pantalla un videojuego o un dispositivo y se ha perdido esto de tomar unos mates y mirarse a la cara. Es muy complicado que ellos entiendan que vos capaz vas a estar un sábado, una tarde entera, sin el teléfono, o incluso un campamento estas tres o cuatro días que ni te acordás del teléfono”. La joven recuerda que una tarde estaba compartiendo con sus amigos de su grupo scout en su casa, “y estábamos jugando las cartas, mateando y estaban una familia amiga de de mis papás y no podían creer que no estábamos con el teléfono, o sea que estábamos literalmente dialogando, o sea, es una locura pensarlo pero es la realidad”.

“Desde mi punto de vista, lo que (el movimiento scout) hace es formar a los jóvenes”, explica Micaela, “porque tiene una forma de relacionarte con el mundo, con el entorno, con el otro, con la naturaleza, con la vida en sí que no la ves en otro lado”. La joven afirma que el paso por el escultismo “es realmente una cosa única y que genera un montón de experiencias que no no las generas de otra manera”.

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