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“Los que nos dedicamos a este tema estamos desamparados”

Por Antonio Capriotti


cienciadentro

Horacio Tabares es psicólogo social. Desde hace treinta años trabaja ligado al tema de las adicciones. En los años 80 se instaló en Empalme Graneros, donde recibe a El Ciudadano para hablar del problema del consumo de sustancias psicoactivas.

—¿Qué debemos entender cuando hablamos de adicciones?

—Un comportamiento social que se define a partir de la compulsión a realizar ese acto. La base de todo esto es un comportamiento compulsivo e irrefrenable, imposible de autorregular en un sujeto  discapacitado para ponerle freno.

—Quienes rodean al adicto, ¿cómo influyen en él y cómo son influidos?

—Consideramos a las adicciones como emergentes de una trama vincular, familiar y social altamente conflictiva. La fase adictiva del consumo es la estación final de un largo recorrido que se inicia mucho antes de que el adicto entre en contacto con las sustancias adictivas.

—No todos los integrantes del grupo caen en la adicción…

—En la persona con propensión a tener comportamientos adictivos se entrecruzan factores que tienen que ver tanto con lo genético como con las experiencias familiares en los primeros años de vida. Allí se generan determinados niveles de vulnerabilidad de tipo emocional, vincular, cognitivo y neurobiológico. El vulnerable es incapaz de afrontar y resolver operativamente los conflictos que le van surgiendo.

—Pero ese ser vulnerable no está solo…

—Mientras ese ser humano pasa por esa experiencia, la sociedad le ofrece recursos mágicos para mitigar transitoriamente la angustia generada: alcohol, juego, psicofármacos, hasta llegar a las sustancias más duras.

—¿Cuándo empieza la carrera adictiva? 

—Tempranamente. Hay estructuras familiares a las que llamamos familias tóxicas, en las que algunos de sus miembros, sobre todo los menores, son sometidos a una situación de frustración crónica de las necesidades  elementales que todo cachorro humano necesita, tales como comida, abrigo y afectos que permitan modelar estructuras de personalidad con niveles de autonomía y creatividad para operar en sus vidas. Todo lo cual está íntimamente ligado a otra carencia cultural que en general adolecen estos cachorros: los límites. Existen estructuras familiares que son impotentes para poner límites a sus hijos.

—Y la edad de inicio…

—La edad de inicio se da en el momento que estas estructuras de personalidad se encuentran en su medio social y cultural con el objeto droga. Tenemos una sociedad en la que cada vez hay más circulación desregulada de sustancias psicoactivas. No hay frenos. En Rosario tenemos, según estimaciones de algunos expertos, cerca de 300 bocas de expendio de sustancias psicoactivas ilegales. Además no se respetan ordenanzas elementales; por ejemplo, no expender alcohol a los adolescentes. Cada vez las ofertas y las incitaciones son mayores y están fuertemente facilitadas. La edad de inicio ha descendido y en algunos lugares de alto nivel de indigencia hay niños expuestos al alcohol e inhalantes a los 7 u 8 años. La edad promedio está cerca de los 12 años. Debutan con alcohol y nicotina, las dos grandes puertas de entrada para el posterior consumo de sustancias.

—¿En qué lugar coloca a la “cultura consumista”?

—El tema de la cultura consumista ha sido abordada por muchos autores entre los que se encuentra Zigmunt Bauman, quien ha desentrañado los mecanismos por los cuales el mercado impone sus propuestas y nos deja atrapados en lo que es una verdadera fiebre de consumo, sostenida por el lanzamiento de miles de productos; y el ser humano, deshumanizado, pasa a depender del mundo de los objetos.

—¿Cuánto hace que se dedica a este tema?

—Cerca de treinta años.

—¿Qué diferencias encuentra usted en las condiciones que se daban hace treinta años a las que se dan hoy?

—Diferencias enormes. En aquel momento el consumo se circunscribía a grupos reducidos; hoy es masivo. Además está el tipo de sustancias. La marihuana de aquel momento tenía un 40 por ciento de THC; hoy por la modificación genética de la planta alcanza un 20 por ciento de THC.

—¿Qué es el THC?

—El Tetra delta Hidro Cannabinol, que es la sustancia que produce los efectos psicoactivos de la marihuana.

—¿Estamos frente a una epidemia o a una pandemia?

—Pandemia.

—¿Cuál es hoy la situación en Rosario?

—La del desarrollo exponencial del consumo de sustancias. Alentado por estas 300 bocas de expendio y la falta de políticas preventivas. Alentado por la desigualdad en una ciudad que son varias ciudades, donde en los asentamientos precarios habitan cerca de 300.000 personas, viviendo en condiciones infrahumanas. Se contrapone al Rosario de los bulevares y el de los edificios suntuosos. Y éstos, enfrentados a una Rosario donde habitan capas medias de trabajadores a no muchas cuadras de diferencia. En este complejo Rosario se amasan múltiples ofertas y consumos de sustancias. Las que no sólo han aumentado, sino que se han diversificado, ha bajado el nivel de edad de ingreso, se han visibilizado las agencias narcocriminales.

—¿A qué se debe la falta de políticas públicas de prevención? ¿A que hay una baja percepción del riesgo social por parte de funcionarios, magistrados y legisladores? ¿Ignorancia?

—Yo le atribuyo más que nada a la ignorancia y a ciertas dificultades de entender que esto trae aparejado lesiones en la salud mental para la gente. Invertir en la prevención de las adicciones de sustancias no genera votos. Ya que  los efectos de las buenas políticas de prevención dan resultados en el largo plazo. Estamos sumidos en la política de la inmediatez. Hay muchos temas cruciales para los que hay que crear estrategias y planificar para el largo plazo y nuestros gobernantes actuales parecen no visualizar estos problemas.

—Ante este problema complejo, ¿qué propondría usted?

—Algunas recomendaciones de los comités de expertos: articular la actividad de todos los involucrados alrededor de un Plan Nacional de Drogas y que se apoye en varios pilares. Uno de éstos, dedicado a disminuir la oferta para llevar adelante políticas públicas de seguridad para el caso de sustancias psicoactivas ilegales. Además, control y represión del narcotráfico. También políticas que regulen el expendio y el marketing de las sustancias psicoactivas legales: expendio de alcohol y psicofármacos, campañas para desalentar el consumo de cigarrillos y todo lo que tienda a desalentar el marketing del consumo. Es decir, reducción de la oferta. Otra tarea es que se apunte a la reducción de la demanda con políticas preventivas integrales que articulen ciudad, provincia y nación en busca de desalentar el consumo en la población. Ir a las comunas, donde funcionarios y gobernantes están cara a cara con la población. A su vez, se tienen que tener en cuenta los abordajes clínicos y terapéuticos, para lo cual el Estado debe poner a disposición recursos institucionales, humanos, materiales y técnicos para que puedan acceder al tratamiento todas las personas que lo requieran. El otro pilar imprescindible es la formación de recursos humanos para que estén presentes personas altamente capacitadas y entrenadas en todos los niveles de atención. Si hoy tenemos un punto de urgencia en toda esta problemática tan compleja es la necesidad de contar con recursos humanos preparados. Los que nos dedicamos a este tema estamos en una situación de desamparo.

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