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Pandemia

Los que están en el frente: desde centros de salud de zona noroeste, dos médicos narran el día a día

A la vez que la curva de contagios crece cada semana y se acumulan malas noticias, profesionales de la salud describen cómo impacta la crisis covid en los sectores más golpeados, los populares, realidad con la que se topan sin intermediarios. Mientras tanto, piden por el "botón rojo intermitente"


Pasadas las siete de la tarde, cae el sol primaveral y en Rosario la gente se apura para comprar algo en comercios y supermercados, antes del cierre tempranero de las 19.30. A esa misma hora, los happy hour de los bares están repletos. Y por la tele dan el informe de contagiados covid: nuevo récord en el país y también en la provincia. Pero no hay más aplausos para el personal sanitario, esos que sonaban cuando comenzó la pandemia. “Yo siempre preferí que la gente se cuide, antes de que me aplaudan. Pero es verdad que se perdió ese hábito y ahora el dato de la gente fallecida o en terapia es un dato estadístico más. Para buena parte de la población, sobre todo la que no suele pensar en el otro, no sólo no importan las víctimas, sino que ni les calienta si estamos cansados. Las autoridades, en verdad, tampoco se están preocupando demasiado. Porque cuando les decimos que hay que bajar la circulación nos terminan ninguneando”. Lo afirma con preocupación Andrea Montane, jefa del centro de salud Ceferino Namuncurá, en José Ingenieros al 8500, en una zona muy humilde de Rosario, a metros del arroyo Ludueña y casi en el límite con Funes, en el barrio Stella Maris.

El personal sanitario no sólo perdió la compañía de los aplausos, sino que va perdiendo a parte de sus soldados en esta larga batalla contra el covid. Hay muchos con licencia por contagio y también hubo algunos fallecidos. En las últimas horas, en la provincia, se conoció la muerte de un médico del Sanatorio Parque en Rosario, un nefrólogo de Esperanza y un enfermero de Venado Tuerto, éste de sólo 41 años. Se los sigue considerando esenciales para subir a un transporte público, pero los trabajadores de los equipos de salud ya no lo son a la hora de preservarlos en el contexto de la pandemia, ni tampoco de garantizar que haya la atención adecuada para cada infectado.

“Si no tenemos la cantidad de personal necesario en una UTI, y atendemos más pacientes de lo que indican los protocolos internacionales, baja la calidad de la prestación que podemos brindar”, sentenció hace poco Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva. Por eso ha habido reclamos para garantizar mejores condiciones laborales. Y, entre los pedidos, está la solicitud a las autoridades de que se regule de otro modo el contacto social, para disminuir los contagios y aliviar al sistema sanitario.

Sube la positividad

La postal es la de Rosario recuperando su vida económica y al mismo tiempo con su sistema sanitario casi saturado. Es la que encendió ya hace un buen tiempo las alarmas de la Asamblea de Trabajadores por la Salud Colectiva, que pide el “botón rojo intermitente” por 21 días, para disminuir los contagios.

Y desde los centros de salud aseguran además que el crecimiento de la demanda es notable y que los casos seguirán en alza. “A nosotros nos llega todos los días una lista con resultados. Al principio venía toda en negro con algún renglón en rojo, que era el caso positivo. De a poco fue viniendo mixta y en las últimas dos semanas mirá cómo vino, toda en rojo. Eso pasa en todos los centros de salud. En la última el 98 por ciento de los casos que testeamos dio positivo”, agrega Montaner.

En el centro de salud del barrio Casiano Casas también se verificó un crecimiento de la demanda en las últimas semanas. Desde allí, el médico Ricardo Cordone advierte: “Viene creciendo la cantidad, sobre todo de niños y adolescentes que tienen síntomas. Este miércoles teníamos a las 7 de la mañana cuatro personas ya esperando para cuando abríamos y al mediodía eran más de 15. Cuando empezó la pandemia, no teníamos casi gente. Hoy jueves pudimos hacer los test rápidos del Detectar Federal, con un 70 por ciento de positivos. Entre los negativos, además tenemos que esperar a ver cómo continúa cada paciente, porque puede hacer falta un segundo hisopado con el sistema tradicional PCR. Así venimos trabajando y esto es algo que hablamos con el equipo permanentemente. No sólo porque crece la atención covid, sino por el hecho de tener ya seis meses sin poder darles a otras patologías y enfermedades el tratamiento adecuado. Un día común acá tenías el centro de salud lleno. Pero ahora es sólo coronavirus y urgencias graves”.

Desde el Centro de salud Ceferino Namuncurá, su colega Montaner reflexiona: “Esta pandemia lo que hizo es llenarnos de incertidumbre. Y nos pone en un desafío a todas las disciplinas médicas, porque las intervenciones no dependen sólo de nosotros. Acá hay una dimensión política, social y económica, que pone en crisis lo que ya estaba tambaleando. Como toda crisis, lo que hace es desnudar las contradicciones, las flaquezas, agrandó las diferencias entre los que más tienen y los que menos tienen. Pero también pone en juego muy fuerte la necesidad del rol del Estado. En este caso puntual, ahora en Rosario, lo que pide el momento es lo que llamamos el botón rojo, que permita por 21 días poner un freno de la circulación y disminuir el nivel de contagios para que el sistema sanitario pueda administrar la enfermedad”.

El pedido urgente

Los datos oficiales indican que los contagios en Rosario están por encima de los mil casos diarios desde que comenzó octubre, con alguna baja que es habitual los fines de semana porque hay menor carga de datos. La cifra de muertes supera récords cada semana. Se ha informado la muerte de pacientes en móviles del Sies buscando hospital con respirador, las tapas de los diarios mostraron ambulancias haciendo fila al lado de un ataúd, se vio la foto de la morgue saturada en uno de los Policlínicos del Pami, fallecieron médicos y enfermeros con coronavirus. Y dentro del sistema sanitario, la alarma creció tanto como el ritmo de ocupación de las camas críticas. Pero fuera de los hospitales, como se dijo más arriba, la vida fue retomando su modo casi habitual. Una normalidad en la que, además del covid, está presente una desigualdad social que tampoco alarma, con la que buena parte de la población puede convivir.

Nuevo récord: Rosario registró 1.247 casos de coronavirus y la provincia de Santa Fe llegó a 2.659

En este marco, con indicadores comparables con los de 2002, reaparece el eje con que se inició la pandemia: el que se pregunta por si la prioridad debe estar puesta en la salud o la economía. Montaner, que pasó el trágico diciembre de 2001 en el centro de salud del castigado barrio Santa Lucía, plantea: “Ese período fue muy heavy, yo recién arrancaba. Pero aprendí que en salud pública lo que tenemos que hacer es estar siempre del lado de la gente y al lado de la gente. Ese es el camino. La salida en ese tiempo fue escuchar a los vecinos, saber cuáles eran sus prioridades. No alcanzaba la plata para comprar todos los medicamentos, por ejemplo. Y fueron ellos los que nos dijeron que en lugar de comprar complejos vitamínicos, teníamos que comprar anticonceptivos. Aunque también está claro, lo aprendimos entonces y lo pensamos ahora, que si no hay un Estado fuerte, coordinando y dirigiendo lo que hacemos, nada es posible, porque es sólo voluntarismo. En aquel momento acá en Rosario estaba Débora Ferrandini en Atención Primaria en la Municipalidad y había un colectivo de gestión muy fuerte, que tenía en claro qué hacer. Y en Nación y provincia no había acompañamiento de lo que hacíamos en el centro de salud. Ahora, los tres niveles de gobierno deberían volver a actuar juntos poniendo a la salud de la población en un primer lugar. Se está a tiempo de tomar alguna determinación más firme, al menos para actuar en zonas como la de Rosario, en las que al virus le perdimos el rastro”.

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