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Los países deben sacrificar soberanía

El FMI aparece detrás de la crisis europea, pero hasta el momento no fue blanqueado.

¿Italia negocia con el FMI un megapaquete de financiación para zafar de la encerrona de los mercados?La Stampadice que sí. Asevera que sumaría 600 mil millones de euros. El Fondo dice que no, que tampoco hay conversaciones. El viernes último una versión similar rondó a España. Tuvo que ser Mariano Rajoy, el titular del próximo gobierno, quien negara ese interés. Más tarde, Christine Lagarde desestimaría oficialmente ambas especies. ¿Se amplíala Facilidad Europeaparala Estabilidad Financiera(FEEF) con la adición postergada de inversores privados y públicos? Es lo que ventilaron las fuentes diplomáticas de Bruselas, con más apuro que credibilidad, antes que abriesen los ávidos mercados de Asia. ¿Será esta semana como afirman? Es obvio que no. Tal vez se defina cómo se instrumentarán los mecanismos de participación. De la misma manera que el FMI aceitó su plataforma de asistencia –reemplazando su línea de crédito precautoria (PCL) por una más flexible línea precautoria de liquidez (PLL) y consolidando sus ventanillas de emergencia en un único instrumento de financiamiento rápido (RFI)– el lunes 21. Lo que se duda es que haya candidatos en firme. Ya se dijo, pero se repite: ni China ni nadie pondrán plata en el fondo de rescate si antes Europa no entierra la suya, si no se convence de la solvencia de España e Italia, y apuesta fuerte a favor. Por otra parte, ¿de qué les serviría a Italia, o a España, negociar su salvamento con el FMI? Digamos, ¿cuánto más útil les sería que lo que les resultó a Grecia, Irlanda o Portugal?

Frente a la contundencia de la corrida en su contra, Europa respondió con un mar de versiones. A la manera de una cortina de humo para permitirse, al menos, una temporaria evasión. Es difícil no morder el anzuelo de los rumores. Los mercados, siendo cínicos sobre la suerte del Viejo Continente, le dieron el crédito de un respiro. Cuando la fractura del euro es comentario de sobremesa de bar, y no viene ni siquiera con la envoltura del escepticismo, el mayor riesgo pasa a ser la exageración. En perspectiva, Europa debiera ensayar una defensa enfática de un proyecto de integración al que le dedicó más de medio siglo. A esta altura, su impericia ya no se discute. Pero la mala praxis puede corregirse. Europa tiene más recursos que los que se permitió utilizar para lidiar con la crisis y, puesta contra la pared, convendría desconfiar de que no los empleará a fondo.

De todas las versiones que se lanzaron a rodar hay una que sí tiene asidero. No tiene, es verdad, la velocidad de la crisis. Pero sí la envergadura para doblegarla. Por eso importa quitarle piernas a la corrida.La Alemaniade Merkel está resuelta a transformarla Europade los 17 en una unión fiscal de pleno derecho yendo un paso más allá del Tratado de Lisboa. Entiéndase bien: los países ya cedieron su soberanía monetaria al abrazar la moneda común. Ahora sería el turno de transferir también porciones de soberanía fiscal –quedar sujetos a una fijación y revisión de presupuestos centralizada en Bruselas y a la aplicación de sanciones por incumplimiento– en aras de una caja integrada y la emisión de deuda conjunta, los denominados eurobonos. Aquí Merkel no excluye tampoco la cesión de soberanía de Alemania (aunque el control político de la unión, a la hora de la verdad, siempre lo ha tenido Berlín). Sin embargo, modificar un tratado comunitario requiere unanimidad, es una tarea de titanes. La novedad es que Alemania considera viable instrumentar el “pacto de estabilidad” (así se denomina la criatura) a través de la firma de acuerdos bilaterales, sin necesidad de obtener el visto bueno de los 27 países dela Unión Europea.A la manera, por ejemplo, dela Convenciónde Prum de 2005. Esto es un tratado de derecho internacional, adoptado al margen dela Unión Europea, pero estrechamente vinculado en su contenido y que rige –en cuestiones relativas a la lucha contra el terrorismo, la delincuencia transfronteriza y la inmigración ilegal– sólo para los países que lo suscribieron (o formalizaron luego su adhesión). Veinte años antes el Acuerdo de Schengen –que suprime el control migratorio en las fronteras interiores de los signatarios– inauguró esa modalidad.

Si es así, si este camino corto es viable, entonces lo que Europa precisa es reeditar la tregua con los mercados que consiguió en octubre (si se pudiera pedir, que dure una o dos semanas más). ¿Habrá tranquilizado Merkel con esta estratagema a un Sarkozy que vociferaba por la intervención inmediata del BCE en la reunión tripartita –con Mario Monti– de Estrasburgo? No se sabe, pero es el escenario más probable. Si la unión fiscal se establece a la par de la unión monetaria, el BCE estará en un pie de igualdad con los demás bancos centrales con los que se lo compara (desfavorablemente a la hora de impedir el contagio de la corrida). Esto no lo van a anunciar ni Merkel ni Sarkozy, para no lesionar la independencia del BCE, pero cae de maduro. Hastala OCDEpide, en su revisión de ayer de la economía mundial, que el BCE intervenga y lo haga sin cortapisas. De esta manera, los políticos le habrán allanado el camino. Pero hay que maniatar a la corrida para que la tesis alemana se pueda concretar sin que su arribo se produzca demasiado tarde.

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