Ciudad

Los niños, eje del debate

Alicia Orellano, presidenta de la Sociedad de Pediatría, asegura que mientras las cifras de mortalidad infantil y desnutrición bajaron, “aumentaron los casos de alcoholismo en los preadolescentes”.

“El chico está metido en el mismo lío en el que estamos metidos los adultos y siente las repercusiones de todo lo que pasa en la familia y en la sociedad”, asegura Alicia Orellano, presidenta de la Sociedad de Pediatría de Rosario, quien dejará inaugurada hoy las XXVIII Jornadas de Actualización Pediátrica que se desarrollarán hasta el sábado en el Salón Metropolitano y de la que participarán más de mil pediatras de todo el país. Con 30 años de experiencia, Orellano admite que hay luces y sombras en la salud de los niños: “Por una lado, la provincia bajó los índices de mortalidad infantil y desnutrición, pero a la vez creció notoriamente la cantidad de preadolescentes que llegan a las guardias por ingesta de alcohol”. La médica, que hace doce años está vinculada a la Sociedad de Pediatría, subraya que los congresos que se realizan anualmente “no son sólo para hablar de la otitis media recurrente, que no digo que no sea importante, pero hay tantos aspectos además de lo biológico en el área de los social y de lo psicológico que tienen las familias; y los chicos son un emergente de esos problemas sociales, y vemos que son una falencia importante en la práctica diaria de la especialidad”.

—¿Los niños advierten los comportamientos de la sociedad?

—Todos los vaivenes que sufrimos en lo económico, en lo social en general, repercuten en los chicos. Hace diez años, en plena crisis, me invitaron a hablar sobre si los chicos sufrían la crisis por la que estaba atravesando el país. Yo decía que hasta un lactante tiene manifestaciones somáticas de la crisis que se vive en el mundo; si el adulto cambia en su manera de expresarse, en su manera de conducirse, en su manera de tratar al niño, el chico lo termina sufriendo y hay chicos con problemas del sueño, con problemas del apetito, con problemas de integración con otros niños. Les comento a las mamás, por ejemplo, que a lo mejor el chiquito de un año, un año y medio, le anuncia antes de las pruebas de laboratorio que está embarazada. Se da cuenta en el cambio de actitudes de la madre, sabe que algo raro está pasando porque la madre se comporta de otra manera. Lo mismo ocurre cuando hay problemas de crisis sociales. Hace 30 años decíamos: “Para qué le vamos a hablar al lactante si total no entiende nada”, y ahora le hablamos a la panza de la madre porque sabemos que el bebé capta lo que ocurre afuera; cuando nace reconoce las voces que le hablaban desde afuera. A lo mejor desde lo biológico tenemos las cosas bastantes claras, pero desde lo social y psicológico hay un montón de nuevos problemas que antes no estaban contemplados.

—La provincia anunció una baja en la mortalidad infantil, ¿hay otras cuentas pendientes en el niño y en el preadolescente?

—Siempre hay nuevos problemas, tenemos luces y sombras en la pediatría. Es real que ha disminuido la mortalidad infantil, se ha hecho mucho en el área perinatal, porque por ahí la mortalidad del niño menor de un mes es de las que más engrosan estas cifras. Cuando hablamos de mortalidad infantil hablamos del momento de nacimiento, después del primer mes de vida. Se ha trabajado bastante y en nuestra provincia hubo logros importantes, incluso Santa Fe mejoró las cifras de desnutrición. Estamos viviendo el paradigma nutricional de que no hemos salido del flagelo de la desnutrición cuando tenemos instalada la obesidad como un problema entre los chicos y entre los adultos también, con la comida chatarra, la vida sedentaria.

—¿Es más común acudir al servicio de emergencia que al médico de cabecera?

—El tema es que muchas veces hay gente que malinterpreta el uso de los servicios de emergencia, que es eso: emergencia. No hay que llamarlos para una consulta que puede hacer con su pediatra o en un consultorio de cualquier guardia; uno entiende que para los padres lo que le ocurre a su hijo es ciento por ciento urgencia, y para el pediatra se reduce a un 10 por ciento… Lo que pasa es que para un padre un dolor de oído, una fiebre alta o un cuadro de vómitos es una urgencia.

—¿Hay problemas de salud comunes en los niños de todas las clases sociales?

—Los problemas son muy parecidos. Los chicos del centro están tan solos como los de la periferia. Por cuestiones sociales diferentes, los chicos están solos, comen mal, son adictos a la tele, a los videojuegos, a la computadora y ahí no hay clases sociales.  Están solos porque los padres trabajan, están ausentes y la familia, en ese sentido, está un poco pulverizada. Por eso vemos cambios en las conductas de los chicos. Las manifestaciones pueden ser diferentes pero el sustrato de la problemática es el mismo.

—¿El pediatra tiene una competencia desigual con los medios de comunicación y al bombardeo al que están expuestos los niños en los hábitos alimenticios, por ejemplo?

—Y no sólo con la comida chatarra, las hamburguesas que vienen con juguetes. Hace diez años ya hablábamos de cómo influyen los medios de comunicación sobre los chicos y se dijo que, por ejemplo, las empresas de cervezas apuntaron como target a los adolescentes de 12, 13, 14 años con toda la publicidad que a los chicos los lleva de las narices y lo consiguieron. El consumo de cerveza que hay en los preadolescentes es impresionante. La cerveza es el primer contacto con el alcohol y la publicidad tiene mucho que ver. Esto arrancó en la década del 90 y el resultado lo vemos en las guardias hospitalarias. Se ve mucho alcohol pero no se publica en los medios. La cantidad de chicos que llegan a las guardias alcoholizados mal, a punto de hacer coma alcohólico, más los que llegan con drogas o psicofármacos. La familia está pulverizada, porque si el pibe tiene que hablar con alguien y no hay nadie en la casa habla con el que lo lleva de las narices. Los chicos hoy no tienen referentes con valores.

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