La fábrica de las legendarias guitarras eléctricas Gibson acaba de declararse en quiebra aunque presentó un plan de continuidad comercial que cuenta con el acuerdo de la mayoría de sus acreedores.
La compañía estaba en dificultades financieras desde hace meses y enfrentaba un vencimiento de deuda crucial. Fue el resultado de un intento de diversificación hacia sistemas de audio para el gran público a través de su filial Gibson Innovations. Esta estrategia comenzó en 2014 con la compra de la reconocida empresa holandesa Philips.
Luego la empresa decidió dar marcha atrás y enfocarse en los instrumentos musicales pero la situación sigue siendo delicada y causó sorpresa y desasosiego entre músicos y aficionados de todo el mundo.
Gibson Brands, la compañía matriz de las guitarras salió a calmar las aguas y señaló que no peligra la fabricación de guitarras aunque reconoció que estaban en problemas.
En el principio fue mandolina
A los 36 años, a fines del siglo XIX, Orville Gibson fabricaba mandolinas en Kalamazoo, una localidad de Michigan, Estados Unidos. Las mandolinas tenían un fondo bombeado y eran frágiles e inestables. Gibson las describía como “parecidas a insectos”. Gibson se afanó en su trabajo y de a poco las mandolinas adquirieron un mejor sonido y más estabilidad. La mandolina era uno de los instrumentos más populares, sobre todo porque se utilizaba de a dos o a veces de a tres en las bandas country y también los primeros bluseros negros –no profesionales todavía– se valían de una mandolina para acompañar sus cantos.
Eso produjo una enorme demanda y en 1902 se creó la Gibson Mandolin-Guitar Mfg. Co, Ltd; pero Gibson no fue su dueño sino que hubo varios accionistas que aportaron capital y lo comisionaron para que dirija el emprendimiento. Luego habría una serie de tensiones entre el luthier y los accionistas que no querían pagarle a tiempo completo sino sólo cuando estuviera en la fábrica. Tampoco toleraban cierta excentricidad de Gibson, que por momentos se aislaba en silencio por varias horas sin hablar con nadie.
En 1936, Gibson crea la que se consideró la primera guitarra eléctrica, a la que llamó “Electric Spanish”, y en 1952, junto al guitarrista Les Paul fabrica la primera guitarra que lleva ese nombre, que sería la preferida de grandes músicos y que cotizaría como princesa en el reino de la rítmica internacional del rock, el blues y el jazz. Poco después, Gibson alumbraría la 335, de cuerpo más macizo aún que la Les Paul y de la cual B.B.King se enamoraría nombrándola como “Lucille”.
Las favoritas
Poco después un nuevo diseño del cuerpo del instrumento tomaría el nombre de Gibson SG. Aunque el modelo Les Paul sería el gran atractivo para los guitarristas que ya despuntaban en el universo rockero: Eric Clapton, John Lennon y Peter Green la eligieron como su favorita y el sonido temerario que arrancaban a sus cuerdas dieron a sus discos una impronta insustituible.
Más tarde, ambos modelos, Les Paul y SG, se volverían muy populares entre los guitarristas de hard rock y heavy metal. Jimmy Page, de Led Zeppelin; Ace Frehley, de Kiss; Dickey Betts, de The Allman Brothers Band; Joe Perry y Brad Whitford, de Aerosmith, y Slash, de Guns N’ Roses se inclinaron por la Les Paul. Angus Young, de AC/DC; Tony Iommi, de Black Sabbath; Dan Flores y Glenn Tipton de Judas Priest y el maravilloso Frank Zappa serán conocidos por preferir la SG.
En 1984, la fábrica de las Gibson se muda desde la original Kalamazoo a la ciudad de Nashville, Tennessee, cuna de los famosos festivales de country y blues desde 1972 y donde tocan los grandes exponentes del género como, entre otros, Neil Young. Paralelamente se abrieron otras plantas de producción en Memphis, Tennessee y Bozeman, Montana.
La fábrica de Memphis sería usada para guitarras semi-macizas y tienda de instrumentos personalizados, mientras que la de Bozeman se dedicaría a la fabricación de instrumentos acústicos. Varios eximios guitarristas participarían con sus firmas en series especiales de instrumentos que se fabricaban a pedido; entre ellos Keith Richards, cuya rúbrica en un costado de la guitarra hizo vender de a miles.
La marca se potenció hasta lograr verdaderas piezas de colección: una Gibson Les Paul Standard, hecha en 1959, puede costar cientos de miles de dólares, y es raro encontrar alguna en venta en la actualidad, ya que han alcanzado un carácter de inversión u objeto de coleccionismo más que como instrumentos musicales.
Los predicadores
Hubo también entusiastas promotores del uso de las Gibson, entre los que se encuentran parte de los más grandes violeros. Fueron quienes no sólo no usaron otras guitarras –desdeñando el uso de las Fender, que también ostentaron la preferencia de otros monstruos del instrumento– sino que hablaron maravillas y convencieron de que ésa era la guitarra que les abriría el camino hacia la creación profunda.
Entre estos guitarristas estaban principalmente Pete Townshend, de The Who; el mencionado Clapton, sobre todo cuando integró Cream; George Harrison; el ya aludido Jimmy Page; Angus Young de AC/DC; Frank Zappa. Entre los argentinos puede mencionarse a los cultores Pappo Napolitano, Chizzo Napoli, de La Renga, y Skay Beilinson, ex guitarrista de Los Redondos.
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