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En libertad

Los ex presos de Guantánamo dejaron el hospital uruguayo

Son seis ex detenidos que recibieron el alta médica y que comenzarán una nueva vida después del infierno.


Los seis presos excarcelados de Guantánamo que llegaron el domingo pasado a Uruguay recibieron el alta médica y ya están alojados en una vivienda de la central única de trabajadores Pit-CNT, informó ayer el dirigente sindical Fernando Gambera.

“Ya ellos están acompañados por compañeros de confianza”, declaró Gambera a Radio
Montecarlo. “Ahora empezarán a hacer una vida lo más normal posible, pero con la progresividad y las indicaciones que nos dé tanto el cuerpo médico que los sigue controlando y monitoreando, como las autoridades competentes porque hay protocolos internacionales que hay que cumplir”, agregó.

Según informaron fuentes sindicales a la agencia de noticias AFP, la casa se ubica en Montevideo y los ex detenidos se alojarán en ella hasta que puedan radicarse junto a sus familias.

Gambera indicó que los refugiados “ya tienen toda la documentación uruguaya” y explicó que la “hoja de ruta” acordada con las autoridades es que el Pit-CNT apoye su inserción en el país los primeros dos meses.

Para “aquellos que quieran radicarse en Uruguay” se buscará que sus familias vengan lo más pronto posible”, añadió.

La central sindical –que afirma que actúa en nombre de la solidaridad– ha indicado que los ex detenidos recibirán clases de español, capacitación profesional y formación sindical, para ayudarlos a insertarse en el país sudamericano. Además, adelantó que varias empresas ya han ofrecido trabajo para los refugiados.
Hermetismo

La llegada de los refugiados, en la madrugada del domingo en medio de un estricto operativo de seguridad, generó revuelo en Uruguay, con los medios haciendo guardia frente al hospital donde fueron enviados para someterlos a chequeos médicos y un fuerte hermetismo por parte de las autoridades.

“Ellos han solicitado refugio, y la ley establece la obligación del Estado de la reserva”, dijo el jueves a periodistas el prosecretario de la Presidencia Diego Cánepa, recordando que “hay más de 200 refugiados en Uruguay”.

“La información que puedo dar es que están todos bien, se está trabajando y van a seguir el mismo camino que sigue el resto de los refugiados en nuestro país”, añadió.

Fuentes de la cancillería ratificaron ayer a la AFP que el gobierno no brindará ninguna información sobre el destino de los refugiados.

“Están abrumados”

Los liberados son el tunecino Abdul Bin Mohammed Abis Ourgy, el palestino Mohammed Tahanmatan y los sirios Ahmed Adnan Ahjam, Ali Hussain Shaabaan, Omar Mahmoud Faraj y Jihad Diyab, quien se había declarado en huelga de hambre y era alimentado a la fuerza en la prisión.

“Están abrumados”, dijo el abogado Buz Eisenberg, quien representa al palestino Tahanmatan. “Han estado en las peores condiciones durante 12 años. Los han mantenido aislados, han sido tratados como perros, por lo que la libertad es una condición abrumadora”.

“Caminar por un país cuyo idioma no hablas, en el que no conoces a nadie, no tienes ni ropa. Estados Unidos los envió con un mono extra de Guantánamo (…) y los transportaron con grilletes y con los ojos vendados”, explicó.

Eisenberg indicó que del grupo, cinco gozan de buena salud y Diyab es el único que “está más frágil” por su prolongada huelga de hambre.

El abogado estimó que “al menos durante dos años estarán en Uruguay”. Sobre su cliente, señaló que “era un muy buen estudiante” y que ahora quiere “trabajar y estudiar”.

Según informó ayer el semanario Búsqueda, durante la estadía de los ex reclusos en el hospital funcionarios uruguayos les proporcionaron alfombras para que pudieran rezar.

La crónica sostiene que en sus primeros días en el país sus momentos de exaltación han sido cuando ven al presidente uruguayo José Mujica en televisión. “Apenas lo reconocen empiezan a gritar ¡Pepe, Pepe! para avisar al resto, y corren frente al televisor.

Aunque no entienden lo que dice lo miran fascinados. Para ellos es como Dios, les salvó la vida, dijo una fuente a Búsqueda”.

Mujica, guerrillero en los años 70, quien vivió en carne propia un largo cautiverio en condiciones infrahumanas, fue quien impulsó la llegada de los ex detenidos, ante un pedido de su par estadounidense Barack Hussein Obama, alegando razones humanitarias.

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