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El muerto que habla

Los cuadernos de Argüelles: en video el arrepentido declaró post mortem e involucró a Alvarado

En una filmación de más de tres horas, en la cuarta jornada del juicio, el mecánico luego asesinado relata cómo operaba la organización del capo narco y asegura que mandó a matar al menos a 42 personas, aunque se jactaba de haber asesinado a un centenar


Carlos Argüelles declaró post mortem como testigo en el juicio que se le sigue a Esteban Lindor Alvarado y parte de su banda. La imagen del mecánico de 46 años asesinado en septiembre de 2021 apareció este jueves, durante la cuarta jornada del debate oral, en un video que había sido registrado como anticipo de prueba. Una grabación de tres horas en la que, basado en las anotaciones que hizo de puño y letra en un cuaderno adjuntado a la causa, desandó sus años como hombre cercano al Esteban, donde abundaron relatos del mundo criminal y planes maquiavélicos, algunos imposibles de comprobar, pero dignos de secuencias cinematográficas. Como –según el muerto Argüelles– la vez que Alvarado concibió el lanzamiento desde una avioneta de 300 kilos de marihuana en pleno partido de Rosario Central con paquetes envueltos con el nombre de (el ex ministro de Seguridad) Maximiliano Pullaro.

Argüelles había sido imputado como miembro de la banda de Alvarado y había acordado una pena abreviada que no llegó a concretarse. Su destino posterior es conocido: declaró como arrepentido y lo mataron el 6 de septiembre de 2021 en un taller de Garay al 3500. Antes ya habían atentado en tres ocasiones contra su vida. La grabación de tres horas y media exhibida este jueves, en la cuarta jornada de juicio, data de agosto de 2020 y no le va en zaga a las de los testigos anteriores Rodrigo Ortigala y su hermana Mariana en lo que respecta a la figura y personalidad del principal acusado, a quien definió como: “El más grande asesino serial de la historia argentina”.

Según Argüelles, “en la gestión de Pullaro, él (Alvarado) quería con la avioneta tirar en la cancha y en pleno partido de Central 100 o 300 kilos de marihuana envueltas con el nombre de Pullaro para que lo echen. Todo esto lo digo bajo juramento porque es la pura verdad y asumo las consecuencias. Él quería secuestrar al hijo de Pullaro… A (el diputado provincial Carlos) del Frade también lo quería asesinar; no es un chisme, esto me lo contó él”.

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Arguelles también endilgó en su declaración a su antiguo jefe el asesinato del prestamista informal Lucio Maldonado, cometido en noviembre de 2018, y cuya investigación derivó en el juicio que se está llevando adelante.

Lo contó así: “Alvarado iba a tomar mates al taller, obvio, era su galpón y me dice textualmente «el día que maten al gordo Lucio se va a armar un bondi bárbaro». Yo sin saber quien era Lucio Maldonado, dado que tengo amigos en común con esta persona, ha matado a tanta gente que no me sorprende que me diga que va a morir tal persona. Él no mata porque si ve sangre se desmaya, por eso manda a matar”.

“Y cerca del mediodía –continuó Argüelles– me dice “podes creer que este gordo hijo de puta se le ven las patitas y no aparece”; él tenia un problema porque aparezcan los cuerpos. A mí me agarró un escalofrío porque en el 2000 mi hija se me ahogó y eso me marcó. Yo pensaba en ese hombre porque su familia lo estaba buscando y él ahí mojándose. A mi no me gusta que muera la gente, por eso hago lo que hago, porque no quiero que nadie más muera”.

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El cuaderno

Como un escriba apremiado por las circunstancias, Argüelles confeccionó un manuscrito que, entre otras cosas, detalla una lista de personas que según él fueron asesinadas por orden de Alvarado a lo largo de una década y media, aunque el acusado nunca fue penado por asesinato y, en este juicio, enfrenta imputación por instigar dos: el de Lucio Maldonado y el de Cristian Enrique. Argüelles y Alvarado se habían conocido en 2001 e hicieron carrera juntos en el delito. Hasta que hubo un quiebre.

“Todo está guardado en mi memoria”, se llama el capítulo, en cuya hojas se leen 42 referencias o nombres de víctimas, como Elías Bravo, el adolescente asesinado en 2011 en un búnker de French al 2100; “los hijos de (Olga) Tata Medina” (Luis Alberto Medina y Carlos Daniel Medina, ultimados en 2011 y 2012); el doble crimen del narcoempresario Luis Roberto Medina (sin parentesco con los anteriores) y su pareja Justina “Justine Fuster” Pérez Castelli en 2013; el padre de esta última Gustavo “Baba” Pérez Castelli en 2016; el Tuerto Boli (Roberto del Valle Padilla, célebre pesado de Empalme Graneros ejecutado en 2012).

Juan Alberto “Chaperito” o “Tito”  Bustos y Germán Tobo son otros nombres de la lista. El primero, hijo de un viejo líder de la barra de Central, fue fusilado en marzo de 2010. El segundo, acribillado en septiembre de 2014 en la puerta de su concesionaria de Ovidio Lagos 5175.

También, el triple crimen de Granadero Baigorria de abril de 2018, cuando fueron asesinados Ezequiel David “Parásito” Fernández; su hermano José Horacio “Grasita” Fernández y Gerardo “Abuelo” Abregú, vinculados con Los Monos, supuestamente cuando Alvarado se enteró de que Ariel “Guille” Cantero había mandado a secuestrar a su hijo Santino. Nahuel, uno de los hermanos de los Fernández, sigue desaparecido desde agosto de 2018. “(Alvarado) Lo mandó a secuestrar, lo enterró en un pozo y todavía lo están buscando”. Por nombrar algunos de los casos resonantes y no esclarecidos que alimentan la leyenda de Alvarado.

En esas páginas, base de su testimonio en el video, Argüelles reflexiona sobre las consecuencias de haberse acercado a Alvarado: “Esteban es como la gangrena. Primero te come un dedo, luego la pierna y así hasta comerte entero”. Y propone un dato macabro: “En 2012 ya se jactaba de haber matado a más de 100”.

También hay un apartado con las reflexiones de un hombre que vivía una encrucijada: “El silencio cómplice es y será siempre la primera arma que tienen los violentos”. Y augura: “Al final nadie queda impune, todo tiene sus consecuencias”.

Según Argüelles, uno de los anhelos criminales de Alvarado fue “matar a Pillín”, obvia referencia a Andrés Bracamonte, el jefe de la pesada canalla, que fue a visitarlo cuando estaba preso cumpliendo condena como jefe de una banda de ladrones de autos en provincia de Buenos Aires. Otro complot refiere a darle muerte al fiscal Patricio Ferrari, precisamente cabeza de la investigación de la Justicia bonaerense que terminó en condena de seis años y medio para Alvarado, líder de la llamada Banda de los Rosarinos.

“Tuvo una relación muy profunda hasta el punto que le custodió 900 mil dólares. Hasta que se cansó de tanta muerte”, dijo este jueves el diputado provincial Carlos Del Frade, cuyo nombre figura en las páginas de Argüelles en la lista negra de Alvarado. Para el legislador, “Alvarado es, hizo y deshizo porque lo dejaron ser, hacer y deshacer”.

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