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“Los asesinos son fríos, desalmados y dañinos”

Por Ana Laura Piccolo.- La psicóloga Luz Paermentier, quien se desempeña como auxiliar forense en escena del crimen y en 2006 ganó el congreso de Ciencia Forenses del Mercosur, definió de esa forma el perfil de los asesinos. “En palabras clínicas, son enfermos”, afirmó la profesional.


“Todas las personas son capaces de matar pero no por ello se convierten en asesinas. Hay circunstancias en las que un individuo «normal» puede verse obligado a matar sin ser portador de una personalidad criminal. Pero la naturaleza del asesino es muy diferente, tiene rasgos específicos que permiten medir el grado de su peligrosidad. Si uno lo pone en palabras religiosas, son el mal. Si se lo pone en palabras clínicas, son enfermos”. La afirmación corresponde a la psicóloga rosarina Luz Paermentier, auxiliar forense en escena del crimen y ganadora del primer congreso de Ciencias Forenses del Mercosur en agosto de 2006, quien en una entrevista con El Ciudadano delineó la “fórmula clásica del psicópata”.

El perfil del asesino que describe la profesional –frío, desalmado, dañino– remonta a la corriente positivista que a principios de siglo pasado dio origen a la criminología, una ciencia que contempla distintas disciplinas tendientes a delimitar cuestiones referentes al derecho penal. Desde entonces, la problemática fue planteada desde un abanico de miradas que abordaron la cuestión criminal como una desviación de la normalidad, una fatalidad biológica de la especie, una patología psiquiátrica, un producto de las contradicciones de clase y, entre otras, las que niegan el libre albedrío y proponen sustituir la responsabilidad moral por la social.

Para Paermentier hay “asesinos por naturaleza”, y es a partir de la existencia de ciertos rasgos en la personalidad que se puede determinar el perfil de un sujeto criminal como su grado de peligrosidad. La nocividad es uno de ellos.

“Para el psicópata, el sujeto es un objeto que le es útil como fin en sí mismo. Cuando deja de serle útil lo liquida, porque le estorba. Hay una indiferencia afectiva hacia el otro, una falta de empatía hacia el semejante que es tomado como una cosa, como un objeto. Estamos hablando de una frialdad muy fuerte y lo nocivo que puede llegar a ser al ejecutar un acto criminal”, dijo Luz para detenerse en la segunda característica, el egocentrismo.

“Son personas sumamente narcisistas. Inintimidables. Ni el escarnio social, ni el peso de la ley los intimida. Nosotros nos regimos por la norma. La norma escrita es la ley, la cual hace que funcionemos dentro de límites para interactuar como sociedad. El código penal y los diez mandamientos dicen no matarás. Pero el psicópata no sólo transgrede la ley, sino que impone la propia. Por eso no se sienten intimidados por nada, sostuvo la profesional”.

Otro de los puntos que mencionó la psicóloga es la labilidad afectiva, que según dijo los lleva a reincidir de forma compulsiva. “Estamos hablando de personas que reúnen estos rasgos: nocividad, egocentrismo, son inintimidables, por lo cual esta labilidad también hace que sean reincidentes compulsivos. Asesinar se vuelve una compulsión, aunque no todos presentan el mismo grado de psicopatía. Algo similar pasa con los violadores, por eso siempre digo, y en esto difiero con muchos colegas, que un tipo que violó a diez minas va a reincidir porque está en su naturaleza, es un perverso”, subrayó.

Paermentier concluyó: “Cuando están todos estos rasgos podemos hablar de la fórmula clásica del psicópata. Causan daño, no reparan el daño que causan, lo hacen con un odio absoluto, no les interesa el otro en tanto no es sujeto para ellos, no sienten culpa ni arrepentimiento. Son fríos, desalmados. Y a eso hay que agregar el tema de las drogas que potencia todas estas cuestiones. Si estas personas tienen estos rasgos, el consumo de drogas los multiplica, porque hacen cócteles explosivos. Además de ser psicópatas salen con todo esta mezcla diabólica, son como el demonio en persona”.

Premeditados y pasionales

“Podemos distinguir entre dos tipos de asesinos, el impulsivo y el premeditado. El primero es pasional, está bajo el control de sus emociones. La ira, la venganza, los celos. En general distingue entre el bien y el mal y siente culpa. No así el asesino premeditado, porque es metódico, sistemático y distingue entre el bien y el mal pero no le interesa, como el caso de los sicarios. Planifica matarte fríamente, no actúa desbordado por una emoción”. A modo de ejemplo, Luz se refirió a uno de los casos que conmocionó a la Argentina: Yiya Murano, la envenenadora de Monserrat, condenada por asesinas y estafar a sus víctimas.

“Estas son asesinas premeditadas. Estaba casada con un militar, era una mina muy inteligente, porque el psicópata es inteligente, planificador –a diferencia de los pasionales que van dejando un reguero de pruebas– no deja ningún centímetro sin cubrir. Todos los martes invitaba a las amigas a tomar el té, compraba unas masas exquisitas y les inyectaba cianuro. La quería todo el mundo, porque son simpáticos, agradables, pero en realidad es una fachada, por adentro son unos monstruos. Era una viuda negra. Les hacia firmar cheques y las mataba. Su propio hijo la denunció. Fijate que cuando entró a la cárcel, un lugar difícil para vivir, dominó a todas las mujeres. Era una gran psicópata, el día que dejó el penal las presas la lloraban como locas. El grado de psicopatía de Yiya era altísimo. Una asesina en serie, sin pasión, el fin era el lucro en su caso”, dijo Paermentier.

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