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Lo que se callan los capitalistas pero evidencia la cruda realidad

Por Pablo Chacón / Telam. En “23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo”, el economista coreano Chang Ha-joon desarma conceptos profundamente arraigados en la sociedad, y que sin embargo resultan falacias, como la existencia de “mercados libres”.


sociedad-dentroEn 23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo, el economista coreano Chang Ha-joon despliega una suerte de manual para entender y desarmar conceptos arraigados en el sentido común sobre las políticas fiscales y financieras que se han naturalizado bajo el formato de dispositivos armados sobre la separación artificial entre economía y política.

Publicado por el sello Random House Mondadori, el libro propone siete entradas o lecturas que combinan, de acuerdo con las preocupaciones o la curiosidad del lector, distintos capítulos de “esas 23 cosas”.

Chang es especialista en economía del desarrollo y profesor de Economía Política del Desarrollo en Cambridge. En 2005, obtuvo el premio Wassily Leontief, y es autor de diversos libros.     Entre otros, Kicking Awai the Ladder: Development Strategy in Historical Perspective (ganador en 2003 del premio Gunnar Myrdal), y Bad Samaritans: Rich Nations, Poor Policies and the Threat to the Developing World, de 2007, centrado en el crecimiento de los países emergentes.

El libro plantea un problema y una solución (que nunca los empresarios y sus empleados de la clase política cuentan). Por ejemplo: que no hay mercados libres; que en los países ricos, la mayoría de la gente cobra demasiado; que pensar lo peor de los demás retorna como un boomerang; que África no está condenada al subdesarrollo así como Estados Unidos no tiene el nivel de vida más alto del globo.

Y también que en los países pobres existe más iniciativa empresarial que en los ricos; que a pesar de la caída de lo que se llamó comunismo, todavía se vive en economías planificadas; que la igualdad de oportunidades puede no ser justa y que potenciar la educación  no enriquece necesariamente a los países que la practican.

La tesis del especialista coreano es que esa serie de lugares comunes es “fomentada por los medios de comunicación que habitualmente son voceros de intereses que incluyen (a los propios medios) y que no dejan lugar a dudas y condenan los cambios”.

Sobre la crisis socioeconómica europea actual, Chang es taxativo: “El auténtico problema (…) es que no se ha resuelto ninguna de las causas principales (de la crisis): cuentas lastradas por activos tóxicos, caída del mercado de la vivienda y endeudamiento excesivo de los particulares y de las empresas”.

Y agrega “las presiones incesantes del sector financiero (que) han atascado las reformas necesarias para corregir el sistema, cuya disfuncionalidad están en la base de la crisis actual”.

“En gran medida, siguen sin regularse los productos financieros demasiado complejos”, recalca, demostrando que, sin salirse de un esquema fundado en el capitalismo, este sistema no funciona si no se grava la renta y se elevan los requisitos de capital para los bancos. En otras palabras: es necesario un cambio radical del régimen tributario.

Pero quizá una de las tesis más atractivas sea el cuestionamiento de la idea de que los países pobres lo son justamente porque sus habitantes son ignorantes, perezosos, pasivos, cuando en rigor es al revés: la ignorancia, la pereza y la pasividad es un efecto de la pobreza y ahora, más grave aún, hasta de la ausencia de una colonización “positiva, si es que puede hablarse en esos términos”.

Chang pone el dedo en la llaga sin salirse demasiado del cuadro clásico: hasta que la política no vuelva a comandar la economía y a regularla más que con los automatismos del mercado, buena parte del planeta seguirá expuesta a la arbitrariedad especulativa y al crecimiento desmedido de burocracias rapaces e inmunes a los cambios de paradigmas que muchos leen como “crisis”.

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