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Lo procesan tras admitir el asesinato de su vecino

El imputado, conocido como Conchita, quedó acusado de matar a un joven de 20 años  apodado Falopa.

Por: Ana Laura Piccolo / Carina Ortiz

A seis meses del asesinato de Carlos Rotela, un pibe de 20 años apodado Falopa, la Justicia procesó por homicidio simple a un vecino del muchacho, quien admitió ser el autor de los dos puntazos que le costaron la vida, aunque adujo que fue en defensa propia. El hecho ocurrió el pasado 29 de octubre en el barrio Cristalería, en Tres Sargentos al 4400, justo en la calle que divide Rosario de Granadero Baigorria. En esa cuadra y a menos de 70 metros vivían las dos familias: la del imputado, padre de tres hijos y conocido en el barrio como Conchita, y la del muchacho fallecido, quien vivía junto a su mujer, su hijo de dos años y sus padres.

Aunque todavía no se determinó si existió una pelea o no, el hecho de que el imputado haya reconocido su autoría en la agresión fatal fue suficiente para que la jueza de Instrucción de la 5ª Nominación, María Luisa Pérez Vara, procesara a Pablo C., de 30 años, alias Conchita, por el delito de homicidio simple.

La calificación de la carátula también responde a la autopsia que se le realizó a la víctima –Carlos Rotela, de 20 años, conocido como Falopa–, cuyo informe expresa que no surgen del cuerpo lesiones de defensa ni vestigios de lucha, por lo que la jueza no encuadró el delito dentro de la figura de la legítima defensa.

De todas formas, en el informe forense del imputado se constató que presentaba una herida punzo cortante superficial en la zona dorsal, la que según indicó en su declaración fue producida por el ataque de la víctima. De hecho, Pablo C. fue detenido en el hospital Alberdi al día siguiente del crimen, luego de hacerse atender por una herida en el abdomen.

La moto de la discordia

Varias versiones circularon a lo largo de la investigación sobre cuál fue el motivo que enfrentó a los dos vecinos la noche del 29 de octubre, y que dejó un resultado letal, además del incendio de la casa del acusado al día siguiente.

Una de las versiones que trascendieron en el lugar del hecho fue que ese día Conchita comía un asado con su familia cuando observó que dos sujetos intentaban robarle la moto que estaba estacionada en la vereda de su casa.

Según el primer testimonio que brindó el imputado a los efectivos de la subcomisaría 2ª, con jurisdicción en la zona, Conchita entabló una pelea con uno de los “ladrones” –Carlos Rotela–, que resultó herido de muerte.

No obstante, la cercanía de las casas y otros comentarios que se escucharon en el barrio dieron lugar a otra explicación. Según varios vecinos, el agresor y la víctima no sólo se conocían (uno vivía en la calle Tres Sargentos al 4300 y el otro al 4400) sino que los unía una relación de amistad. Pero al parecer una diferencia –que pudo haber sido que Conchita se negó a prestarle la moto a Falopa, o alguna bronca de vieja data que resurgió con la excusa de la moto– enfrentó a los dos hombres, que según los relatos eran trabajadores y no consumían drogas.

Lo cierto es que la noche del jueves 29 de octubre, alrededor de las 22, Falopa fue herido con un cuchillo tipo tramontina –que luego fue hallado por los pesquisas– en la puerta de la casa de su vecino, desde donde se arrastró unos metros para pedir ayuda.

Fue su madre la que alertó con sus gritos desperados la atención de otros vecinos, uno de los cuales subió al muchacho a su auto y lo llevó al hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria. Allí lo encontró la muerte algunas horas después.

Pasaron pocas horas de la reyerta cuando un grupo de vecinos se congregó frente a la casa de Conchita y le prendió fuego. La humilde vivienda en la que vivía Pablo junto a su mujer y tres hijos, uno de ellos bebé, quedó destruida por las llamas, al igual que las pocas pertenencias que tenían.

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