Ciudad

la autopsia sembró dudas

Lo arrastraron 10 km abajo de un auto pero no saben cómo murió


El viernes 4 marzo de 2016 la madre de Víctor Leiva lo despidió masticando bronca. No quería que saliera a la ruta. Había un alerta meteorológico para la tarde y el cielo amenazaba con descargar una tormenta de verano. El hombre de 40 años subió a la moto y encaró para La Carolina, un barrio chico cerca de Alvear, a 30 minutos de Rosario. La mujer de Leiva lo había llamado porque necesitaba unos pesos para dar de comer a sus siete hijos. La tormenta empezó mientras volvía a Rosario. No tenía casco y, por razones aún desconocidas, cayó al piso boca abajo cerca del cruce de la ruta 18 y la A012. Un auto lo enganchó y atrapó entre las cuatro ruedas. La lluvia entre el piso y el chapón del auto hizo que Leiva no se soltara por 10 kilómetros. Cuando el auto frenó en la zona sur de Rosario, él estaba muerto.

Escurre

Después de la tormenta, José G., entró a la comisaría del barrio y dijo que había atropellado a Leiva sin querer. Creyó que los 78 kilos y 1,60 metros eran de una rama que enganchó con el Peugeot 206 al pasar por la intersección de la ruta 18 y la A012. Los vecinos en la zona sur habían visto otra cosa: a una mujer que gritaba y lloraba luego de descubrir que la panza del Peugeot que manejaba tenía un atascado un cuerpo.

La Fiscalía supo que era María Belén G., de 31 años. Y que José, su padre se había arriesgado a quedar detenido y enfrentar juicio y pena por cubrirla.

Un mes más tarde, María Belén enfrentó al juez penal de 1ª Instancia Carlos Leiva en una sala de tribunales. Después de una hora de escuchar la reconstrucción del choque entre lágrimas le dijo: “Soy inocente. Mis hijos me están esperando y llorando”. A su lado, el abogado defensor Ramiro Coso pidió a la Justicia investigar si Leiva estaba muerto antes de ser enganchado por el Peugeot. “No se puede matar a un muerto”, dijo Coso. La fiscal Mariana Prunotto insistió que Leiva murió por el arrastre y pidió prisión preventiva hasta el juicio por el riesgo de que fugue. El encubrimiento del padre pesaba, pero el juez le concedió domiciliaria sin salidas laborales.

Tres semanas más tarde una junta médica contradijo a la fiscal. Leiva había muerto por múltiples golpes en la parte de atrás de la cabeza. La autopsia no dio precisión de la hora exacta. Si que la altura del chapón del Peugeot 206 no coincidía con la mecánica del choque, es decir, cómo habían sido los golpes fatales. Los investigadores empezaron a dudar. La Justicia le quitó la domiciliaria a María Belén.

¿Qué pasó antes?

La Fiscalía volvió a la hipótesis del abogado Coso: algo le había pasado a Leiva antes de que María Belén lo enganchara. “El informe médico levantó una duda y no se puede matar a un muerto”, contó el fiscal de la investigación, Walter Jurado. Los investigadores supusieron que Leiva había perdido el control de la moto durante la tormenta o algún vehículo lo rozó, cayó y después fue envuelto por la lluvia y el Peugeot. Sin testigos directos o cámaras de viodeoviligancia en la zona, intentaron volver al lugar donde había caído Leiva. Iban a buscar marcas del otro vehículo que lo golpeó. Pensaban reconstruir el choque con fotos, datos planimétricos y la habitual recorrida. No pudieron. Entre los papeles encontraron un problema en cómo la Policía preservó la escena.

La noche que murió Leiva un hombre llamó al 911. Había chocado con su camioneta a la moto abandonada en el medio de la ruta 18. La Policía envió a la Guardia Rural Los Pumas. Llegaron en un auto sedán. Todavía llovía cuando se dieron cuenta de que tenían que remolcar la moto. No llamaron para pedir apoyo. La corrieron a un costado y fueron a la comisaría para buscar una camioneta. Detrás no dejaron ni una cinta perimetral, un cono o una baliza.

La mujer de Leiva, Adriana llegó a la ruta 18 y la A012. La Policía la había llamado diciéndole que él podía haber tenido un choque. Acompañada de vecinos de La Carolina encontró la moto estropeada y empezó a llevársela a rastras. Los Pumas volvieron a la ruta 18 donde habían dejado la moto. No estaba. Remontaron el camino y detuvieron a Adriana. Finalmente incautaron la prueba.

Sin el lugar exacto donde cayó Leiva, la Fiscalía mandó a un grupo de investigadores para buscar marcas de raspones de algún impacto en los alrededores donde habían detenido a Adriana. Querían encontrar alguna que coincidiera con el manubrio roto de la moto de Leiva e imaginar la participación de otro vehículo. No tuvieron suerte. La ruta estaba en mal estado y la lluvia que lubricó el arrastre del cuerpo tampoco había ayudado. Volvieron a tomar testimoniales a los policías de Los Pumas que encontraron la moto. Peritaron la camioneta del hombre que llamó al 911 e investigaron un segundo auto que, según testigos, podía haber sido el responsable. Ninguno tenía marcas que coincidieran con los golpes en la cabeza de Leiva. Los coches involucrados no habían sido reparados en el último tiempo.

Sin concesión

El abogado de la familia de Leiva, Sebastián Rupil, adelantó que pedirá la elevación a juicio. Insistió en que la autopsia no eximió de responsabilidades penales a María Belén. Y menos de las civiles. Según dijo, está acreditado que María Belén chocó y arrastró por más de 10 kilómetros en el auto a Leiva y al llegar a Rosario el hombre estaba muerto. “Entiendo que la defensa y la Fiscalía intenten archivar el caso. Es algo lógico en el Derecho: No se puede matar a un muerto”, compartió Rupil. El abogado representa a Adriana y a los siete hijos de Leiva.

A principios de mayo del 2005, la familia captó la atención de los medios de comunicación locales. Leiva había sido despedido sin indemnización de una empresa de transporte. Vivían en una casa usurpada del pasaje Milán, al sur de la ciudad, hasta que los echaron. Tuvieron que mudarse a una plaza frente al Concejo Municipal. Debajo de un árbol levantaron una carpa de hule, usaron el baño del Monumento a la Bandera como el de su casa y durmieron  una semana hasta recibir la asistencia del municipio. A diferencia de aquella crisis, hoy Leiva no estará para sacar adelante a la familia.

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