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Llegaron casi para el brindis y terminaron muy golpeados

Una familia logró reducir a dos ladrones que ingresaron a robar minutos antes de la medianoche del 31.

Ana Laura Piccolo

Dos familias que conviven en una humilde vivienda de barrio Echesortu terminaron el año de la peor manera. Faltaban casi dos horas para la medianoche cuando dos jóvenes ingresaron a la casa armados y tras amenazar a uno de los niños, intentaron darse a la fuga con un celular y una billetera con escasos trescientos pesos. Pero desde el abuelo hasta el nieto de 10 años se resistieron a los golpes con los ladrones que, pese a estar armados, fueron reducidos por sus víctimas luego de una violenta pelea. En pocos minutos, decenas de vecinos del barrio se concentraron en la esquina de la vivienda y tras propinarles varios golpes a los dos muchachos, que terminaron malheridos y amarrarlos con alambres, los entregaron a la comisaría 6ª adonde quedaron detenidos.

Todavía no eran las diez de la noche y en el interior de Córdoba 4908, casi esquina Crespo, unas diez personas hacían lo de la mayoría de los hogares. Se aprestaban a comer un asado para despedir 2009. Patricia es una costurera de 31 años que vive allí con sus dos hijos, de 10 y 6 años, además de su madre y el marido. En la parte trasera de la casa también vive un matrimonio amigo, con un niño de 4, que esa noche había invitado a un sobrino para pasar la fiesta.

Como el asado estaba casi listo, Patricia fue a bañar a su pequeña hija mientras que su mamá freía unas empanaditas con su nieto de 10. Y fue en esos momentos en el que dos muchachos, de 18 y 23 años, ingresaron armados al interior de la vivienda aprovechando que la puerta de ingreso estaba abierta de par en par y que el chamamé sonaba a todo volumen.

Patricia relató que uno de los ladrones apuntó el arma a la cabeza de su hijo e increpó a la abuela, de 54, para que le diera todo el dinero. “No tengo nada, somos gente humilde”, respondió la señora que fue llevada a una de las habitaciones adonde tenía la billetera y el celular.

Pero en el fondo de lugar estaba Ramón, el marido de la abuela, que abandonó el asado para ver lo que pasaba. El hombre, un herrero de 54 años, llegó al patio y se trenzó en lucha libre con uno de los ladrones que en dos oportunidades le gatilló al pecho aunque los disparos no salieron, según contó.

Ahí, su vecino golpeó al ladrón con una botella y logró reducirlo, mientras que el otro escapó del lugar a las corridas, no sin antes golpear a Agustín de 10 años en la espalda porque el niño se le “había colgado del cuello”, según relató su madre.

En medio de una escena de pánico y confusión, el sonido de al menos dos disparos se mezcló con el de tantos cuetes que anunciaban el fin de año, aunque por “milagro” no hirieron a nadie, según reflexionó la familia en el mismo patio mientras intentaba celebrar con tranquilidad la tarde del 1º de enero. Uno de los ladrones fue llevado a la esquina y golpeado por varios vecinos que se “solidarizaron” con la familia asaltada. “Vinieron como cien personas”, dijo Ramón, a quien todavía le dolían los nudillos de tanto que golpeó al ladrón. Pero el segundo en cuestión, que había logrado escapar, se acercó a la muchedumbre para ver cómo estaba su amigo cuando uno de los vecinos lo reconoció. El muchacho quiso escapar otra vez, pero uno de los vecinos, conocido como “el liebre” por lo rápido que corre, lo atrapó a los pocos metros. El joven corrió la misma suerte que su amigo, ya que fue el centro de la indignación popular y recibió golpes por todas partes. “Le atamos las manos y los pies con alambres”, dijo Ramón.

Los muchachos fueron identificados como Brian R., de 18, y Emmanuel V., de 23. Uno de ellos estuvo involucrado en un homicidio seguido de robo en 2007. El hecho es investigado por la Justicia en turno.

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