Cada vez duran menos los partidos de Central. El gol de Medina antes de los dos minutos casi dio por terminado el pleito, que recién adquirió ribetes de emotividad con el ingreso de Bareiro. El paraguayo entendió de qué se trata esto y busca encantar al hincha canalla yendo al frente, provocando y peleando. Por pegarle a él se fueron antes Machín y Andrade, cuando ya a Patronato no le importaba nada y solo querían golpear al paraguayo.
El hincha empieza a darse cuenta que esta vez no se le puede escapar, la diferencia con el fatídico torneo anterior es que aquello (Pizzi como DT) se complicó en los últimos partidos, fueron tres (Patronato, Chacarita y Desamparados) y las dos promociones. Aquella presión aturdió al equipo y nunca encontró la salida.
Hoy el tiempo es su principal aliado, una racha de 16 partidos sin derrotas avalan el momento. El equipo luce sólido desde Caranta hasta el último suplente. Y si bien 10 partidos (los que faltan para el final) parecen demasiados, servirán si llega alguna derrota para una rápida recuperación.
Por eso, hoy la duda hace foco en qué momento quedará concretado el ansiado ascenso. Cinco, cuatro, tres…fechas antes del final del torneo.
Russo logró plasmar una idea de juego definida. Ferrari y Delgado, los laterales, no deforman la defensa casi nunca. Primero marcan y después se proyectan. A partir de ese concepto primario Central se armó de atrás para adelante, dejando de lado aquello que por ser “grande” tiene que salir a la cancha a comerse los rivales de turno. Si alguien quiere descubrir el secreto del éxito, es ese, “primero defiendo con orden y después ataco”, manual del bilardismo. Sumado a la paciencia y efectividad experimentadas se encuentran las condiciones vitales para volver a la A.
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