Espectáculos

Ligia quiere pasar por la vida cantando lo que le gusta

La cantante  habla de Las Flores  Buenas, donde se aleja del jazz y pone su voz a autores latinoamericanos, con León Gieco y Liliana Herrero como invitados.  Ligia Pirose presenta el viernes  en Fundación Astengo.


 Por Patricia Dibert.

Ligia cantará los 15 temas del disco y algunos anteriores como 'Barro tal vez'

Dueña de una voz impactante en un registro que no parece costarle mucho esfuerzo, Ligia Piro presentará su sexto disco, Las flores buenas, esta noche a las 21, en el Auditorio Fundación Astengo (Mitre 754). Titulado con una composición de Chabuca Granda, el disco tiene 15 canciones que recorren una síntesis del repertorio latinoamericano que contó con el tratamiento de Popi Spatocco, productor de discos como Cantora y de otros trabajos de Mercedes Sosa. Ahora, Ligia se da el gusto de grabar con su padre, Osvaldo Piro, y aparecen como invitados León Gieco y Liliana Herrero. Un poco del momento artístico actual, del cancionero elegido para este disco y el armado de las versiones, de un par de grandes músicos que la acompañan y hasta de su rol como madre habla a continuación la cantante.
—Tu carrera creció en los últimos años, coincidiendo con la llegada de tus hijos. ¿Cómo se maneja la crianza con las giras?
—Un año y medio tiene mi hijo menor, y cinco el mayor, así que todavía puedo viajar con ellos, pero el año próximo, cuando el mayor se escolarice, ya no será posible. De todas maneras, el más chico deambula por todos lados y toca todo, y como soy medio ordenadita me pongo nerviosa, pero me la banco. Viajamos en familia porque mi marido es el manager del grupo y me gusta que sea así; mientras pueda sostenerlo lo haremos de esa manera, porque no quiero perderme nada de ellos.
—Vos creciste en una situación similar. ¿Cómo lo recordás?
—Antes eran otras épocas, el tema de la crianza era bien diferente: los chicos tenían que estar en sus actividades y los padres en otra; después vino una cuestión de origen psicoanalítico donde se habló tanto del apego y estar en el momento de la crianza temprana que quiero darle bola; yo sufrí mucho de chiquita con el tema de las separaciones, a veces era un tiempo más largo de lo que un nene puede recordar, y no quiero que eso me pase ahora.
—Los chicos, ¿tienen que ver con este nuevo disco, “Las flores buenas”?
—La vida musical de un artista está combinada absolutamente con su vida personal; en este disco, ellos están involucrados con el tema “El Monigote”, que es una canción infantil venezolana que yo cantaba de chica; era de un disco de Walter Yonski que tenía mi mamá (la cantante Susana Rinaldi), y cuando la grabamos en el estudio el productor Popi Spatocco me mostró un editado que había compaginado con las voces de mis hijos, lo que me emocionó mucho, y hoy es un tema elegido en la discoteca de ellos.
—Este trabajo es diferente a los anteriores. ¿El recorrido por autores latinoamericanos fue una necesidad?
—Absolutamente; tenía necesidad de cantar en mi idioma, de escucharme cantar cosas que tuvieran que ver con mi historia y no exclusivamente con el jazz; si bien en la casa de mi infancia se escuchaba mucho jazz, yo tenía ganas de cantar autores diferentes. Y en lo inmediato vamos a grabar un disco similar a éste, pero con temas inéditos, que ya tenemos en producción.
—Interpretás canciones de Chabuca Granda, Teresa Parodi, José Jaramillo, Juan Luis Guerra, Violeta Parra, y otros menos difundidos como el cubano Carlos Varela, que coincide con tu visita a Rosario.
—Tengo tantas ganas de verlo en vivo: su canción “Las Palabras” es hermosa. En realidad, la idea de cantarlo fue de un amigo mío, Fernando Ravih del grupo La Surca, que me recomendó este tema de Varela.
—Otras canciones están transformadas, como la versión de “Pétalo de sal”, de Fito Páez, que tiene una vuelta tanguera…
—Sí, ésa fue la idea del productor Popi Spatacco: todos los arreglos están ligados a su creatividad; yo tuve ingerencia pero muy poca. Popi, además de haber sido el productor de Mercedes Sosa, es un gran músico, y va a tocar piano en Rosario y es quien hace los arreglos musicales de todo el show.
—¿Quedaron muchas canciones fuera del disco?
—Sí, muchas; las que están creo que eran las que debían estar, yo descarté un montón porque por ahí no me iban cuando las cantaba; mucha gente acercó canciones y sólo quedaron algunas.
—Resulta llamativo que no cantes ningún tema de Charly García…
—Es cierto. Probamos dos temas de Charly ya en el final de la selección y no me resultó cómodo cantarlos, así que quedarán para el próximo.
—Interpretar la canción de un autor en dúo con él debe ser difícil. ¿Cómo fue cantar con León Gieco “Cinco siglos igual”?
—Fue muy simpático. Él llegó antes que yo al estudio y eso para mí fue terrible, rompimos el hielo riéndonos de la situación mientras todos escuchaban sus anécdotas. El nexo fue Popi, que decidió cómo íbamos a dividir la canción y teníamos la oreja puesta en esta versión. Yo quería cantar ese tema, pero sólo si estaba León presente, si participaba como invitado, y aceptó enseguida y fue todo muy fluido. En cambio, a Liliana Herrero la llamé yo porque la admiro muchísimo. “Estaba esperando el llamado”, me dijo. Y Popi consideró que “La Jardinera” era el tema ideal y alegre de Violeta Parra para que dos mujeres pudieran hacer dos colores vocales. Porque me parece que ésa es la idea de producir un disco: encontrar otra vuelta, probarlos y armarlos.
—El tema popular mexicano “La Llorona” tiene dosis de jazz y de folclore…
—Elijo un tema y lo armo, me despierta desafíos diferentes, y me interrogo: ¿cómo puedo yo hacer el tema sin desvirtuarlo, sin faltarle el respeto al autor y al compositor, pero que sea mi versión?
—¿Cómo fue el proceso de armado de “Construcción”, de Chico Buarque?
—Bueno, Chico hizo la traducción al castellano, y si bien yo canté mucha bosanova en mi carrera, me cerraba mucho más que fuese en castellano, porque es más contundente y es la canción con la que cierro el espectáculo, es de esas canciones que van al medio con un respiro después, o deben cerrar un concierto.
—El disco cierra con una gran versión del tango “Nada”, arreglado y tocado por Osvaldo Piro. Vos ya habías grabado con tu mamá; ¿cómo fue hacerlo con tu papá?
—Él hizo este arreglo especialmente. Yo, a partir de tener hijos, empecé a necesitar comprender un poco más a mis padres. Es como preguntarte qué regalos de la vida puede una darse, y no quiero arrepentirme cuando ellos no estén. Con mi mamá grabamos después de cantar las canciones en los conciertos de Según pasan los años. En cambio, con mi papá fue gestar un disco que yo quería cerrar con él. Primero fue mucha felicidad, pero era dubitativo, por eso lo mandé directamente al manager a hablar con él. Fue una gran experiencia cantar con mi padre, me siento orgullosa.
—En el disco se te escucha muy afinada, con la voz colocada en el lugar justo y preciso. ¿La trabajás mucho?
—Tomo clases los viernes, y si bien la única rutina que tengo son las de mis hijos, si me voy a la casa de mi viejo en La Falda recupero después mis clases de canto.
—¿Harás algún tema en el show que no está en el disco?
—Haré todas las canciones del disco y algunas anteriores, seguro “Barro tal vez” (de Spinetta), que la canto hace años y no la quiero sacar del repertorio. Del concierto que hicimos en Canal 7 por el Día Internacional de la Mujer quedaron un tema de Zitarrosa y un vals de Carmen Guzmán, que tuve el honor de cantarlo en su presencia.
—¿“Las flores buenas” abre un camino o lo que viene es una vuelta al jazz?
—No quiero tocar y salir; un trabajo bien hecho sería investigar más a fondo, me parece que hay mucho para hacer. Este disco es la punta inicial, quedaron las canciones que descartamos, lo que está por venir; combinado con el jazz, queda muy bien. Esto me divierte y me pone pilas. No me gustaría pasar por esta vida sin cantar lo que me gusta.

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