Región

Vuelve al hábitat

Liberaron a un ejemplar de aguará guazú en una reserva

Fue encontrado en una zona urbana de Bernardo de Irigoyen pese a que es más bien tímido y busca estar oculto. También conocido como zorro grande fue declarado en peligro de extinción y es parte de un mito que lo cree mitad hombre y mitad lobo


A través de un trabajo realizado en conjunto por los ministerios de Medio Ambiente y de la Producción, el gobierno de la provincia liberó, en una reserva del departamento San Martín, un ejemplar de aguará guazú que había sido encontrado en la zona urbana de Bernardo de Irigoyen, departamento San Jerónimo.

Tras realizarse el protocolo de trabajo previsto para la especie, se determinó que el animal estaba en condiciones óptimas para retornar a su hábitat sin necesidad de realizar el proceso de rehabilitación en la Estación Zoológica Experimental denominada “Granja La Esmeralda”, en la ciudad de Santa Fe.

El protocolo provincial establece que ante la aparición de ejemplares de esta especie, cuando fueron capturados y se encuentran en buen estado de salud, deben ser liberados de inmediato en el área natural más cercana. La liberación se llevó a cabo en la Reserva Privada de Uso Múltiple Federico Wildermuth, estuvo a cargo de personal técnico de los ministerios de Medio Ambiente y de la Producción, junto a personal policial de la Unidad Regional XV y de la Sección XV Guardia Rural “Los Pumas”.

Aguará Guazú

Es un animal inofensivo para los seres humanos y tampoco ataca al ganado. También conocido como zorro grande o lobo de crin, es un cánido que supera el metro y medio de largo total, desde la punta del hocico a la punta de la cola, y, junto al venado de las pampas, es uno de los monumentos naturales de la provincia de Santa Fe.

Tiene una masa corporal que ronda los 20 a 30 kilos y sus rasgos característicos son una crin negra, patas largas y negruzcas, y un manto pardo naranja. Se alimenta principalmente de pequeños vertebrados (cuises y serpientes) y frutos, y su hábitat son los pastizales, bañados, esteros y bosques en un área que va desde el centro norte de Santa Fe e incluye regiones de Brasil, Paraguay, Perú y Bolivia.

En peligro de extinción

El nombre específico de esta especie es Chrysocyon brachyurus y a partir de una filmación –en marzo de este año– que se hizo de dos ejemplares en una zona descampada cerca de la localidad de Nogoyá, en Entre Ríos, y luego subida a redes sociales, resultó un verdadero furor puesto que hacía tiempo que no se veía a estos ejemplares, que desde hace unos años fueron declarados en peligro de extinción. Según estudios científicos es catalogado como un animal solitario, tímido y desconfiado, que suele salir a cazar durante las noches. Es por eso que lo que llamó la atención de quienes lo filmaron es que estaban cerca de un campo sembrado a plena luz del día.

En Argentina el hábitat del animal incluye a las provincias de Corrientes, Santa Fe, Santiago del Estero, Córdoba, Chaco, Formosa, Misiones y el norte de Entre Ríos. Diversas organizaciones proteccionistas han señalado que el último cálculo científico registraba una población de poco más de 600 aguará guazú en todo el territorio nacional. Es así que se lo incluyó en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional de conservación de la Naturaleza.

Mitad lobo, mitad hombre

La caza indiscriminada y la explotación de su hábitat por cultivos de arroz y caña de azúcar, sobre todo, han puesto en peligro de extinción al “zorro grande”, como le suelen llamar al aguará guazú en la mayoría de las zonas donde habita.

Por otro lado, algunas culturas lo han llegado a identificar con el mito del “lobizón“, parte lobo, parte hombre, lo que provocó que décadas pasadas el aguará guazú fuera perseguido y cazado de forma salvaje. Esa creencia parte de antiguos asentamientos criollos ya a mediados del siglo XIX, sobre todo alrededor de las ciudades más grandes del interior. En no pocos relatos orales se manifiesta que algunos gauchos que dormían a la luz de la luna vieron alguna conversión, es decir, vieron al aguará convertirse en hombre y viceversa.

Su aullido grave y profundo puede escucharse de vez en cuando y esto contribuyó a que se pensara que era parte del sufrimiento de quien se convertía. Algunos supersticiosos sostienen que se trata de un llamado a espíritus malignos o que predicen posibles catástrofes y, en algunas zonas del país el mito persiste aún con fuerza.

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